EL PAÍS DONDE MUERE EL SOL
Europa, según la mitología griega, era la hija de un rey fenicio, una bella adolescente que despertó una pasión irrefrenable en el dios Zeus, que la raptó y la llevó a la isla de Creta. Pero, según cuenta Herodoto (s V a C), al parecer, ese rapto pudo ser una venganza por el secuestro de la hija del rey de Argos, la más importante ciudad griega de entonces, por parte de comerciantes fenicios. Abandonando el terreno de la mitología, según algunos filólogos, la palabra “Europa” es de origen oriental, como otros tantas que influyeron en el griego. En concreto Europa podría estar relacionada con el acadio “Erebu” o “país donde muere el sol”, haciendo clara referencia a Occidente según los pobladores de Asia.
En julio de 1989 Gorbachev propuso un acercamiento a la Comunidad Europea (CE) para constituir la “Casa Común Europea”. Esa propuesta, de ser sincera, suponía establecer un espacio de seguridad colectiva, una cooperación económica y un espacio europeo sin fronteras, en el que primaran los valores humanos universales. En el ámbito de la seguridad, suponía hacer de la Comunidad de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE, luego denominada OSCE) la estructura de seguridad europea y comenzar la paulatina desaparición tanto de la OTAN como del Pacto de Varsovia. Aquello podía haber sido el germen en Europa de una potencia mundial relevante y de una Europa segura. Europa pudo intentar dejar solo el “país donde muere el sol” y aventurarse a buscar «el lugar donde nace el sol«.
UN MURO CAIDO UNA OPORTUNIDAD PERDIDA
Los acontecimientos se sucedieron a gran velocidad y el 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Los países de la órbita soviética fueron sucesivamente levantándose contra el yugo de la URSS. Sorprendentemente los soviéticos dejaron que cada cual iniciara su camino libremente. Se empezaba incluso a hablar de la posible reunificación de las dos Alemanias, cuestión que suscitaba los recelos de Francia, Reino Unido y, sobre todo, de Polonia.
George H. W. Bush ya llevaba unos meses como presidente de los EEUU, después de haber ejercido de vicepresidente con Reagan. Su reacción ante las propuestas de Gorbachev y la paulatina caída del bloque soviético fue de escepticismo y desconfianza. Tan es así que, mientras el Pacto de Varsovia se disolvía como un azucarillo, la OTAN no dio paso a la CSCE en el liderazgo la seguridad en Europa, todo siguió igual en el lado occidental. Solo hubo un pequeño gesto de comprensión o deshielo cuando el secretario de Estado norteamericano, James Baker, prometió que la OTAN no se extemdería hacia el Este «ni una sola pulgada». q Aquella presunta promesa, no escrita, tenía su lógica: si el bloque soviético se disolvía y las fuerzas soviéticas se habían replegado hacia la URSS, luego Rusia, ¿para qué iba a expandirse la OTAN hacia las fronteras rusas?
En la propuesta que realizo el canciller alemán Helmut Kohl para llevar a cabo la reunificación de Alemania, también se enfatizaba el papel que debería jugar la CSCE en la seguridad del continente, ya no aludía a la OTAN y, además, se atrevió manifestar que la CE debería expandirse más allá del rio Elba, es decir hacia los países del Este y Rusia. Otros mandatarios europeos formularon sus propias propuestas. Mitterrand, como buen gabacho, para no quedar por detrás de Alemania, propuso una “Confederación Europea” que incluyera a todos los países del Oeste y del Este, incluida la URSS, liberándose del control norteamericano que, a través de la OTAN o la CSCE, ejercía en Europa. El resto de los países europeos, incluidos casi todos los del centro y Este, apoyaban la idea de que fuera la CSCE la que asumiera la responsabilidad de la seguridad europea. Como puede observarse había un deseo generalizado de darle protagonismo a la OCSE y de caminar hacia una Europa cooperativa que incluyera a los países del Este y en un futuro a la antigua URSS, luego Rusia. De haber seguido ese camino posiblemente el permanente deseo de los rusos de integrarse en Europa se hubiera cumplido, más tarde o más temprano. Hoy todo sería diferente. “En el continente Euro-asiático saldría y se pondría el sol”.
NO SE IBA A VER EL LUGAR DONDE NACE EL SOL
Esos deseos, sueños más bien, chocaron con la línea geoestratégica que tenía ya fijada Bush y que se la dejó muy clara al canciller alemán en una reunión a la que fue convocado por Bush en febrero de 1990: el apoyo norteamericano a la reunificación alemana suponía que la OTAN iba a prevalecer sobre la CSCE y que la Alemania reunificada debía estar plenamente integrada en la OTAN, cosa que constituía una línea roja para los soviéticos. Pero esa estrategia norteamericana de dar prioridad a la OTAN no fue reconocida por el gobierno de los EEUU en los foros internacionales en los que intervenían los soviéticos. EEUU estuvo dando largas hasta que, con el tiempo, empezaron las adhesiones a la OTAN de países del antiguo y ya desaparecido Pacto de Varsovia. La República Checa, Polonia y Hungría entraron en la OTAN en 1999 y posteriormente, en 2004 lo hicieron Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia y Estonia. Estas últimas entradas fueron muy contestadas por Rusia porque para ellos, después de haberles hurtado la posibilidad de integrarse en Europa, se estaba incumpliendo la palabra dada por el secretario de Estado norteamericano James Baker a Gorbachov en febrero de 1990 y se les privaba de lo que para ellos era un espacio de seguridad. La OTAN, aprovechando todo el periodo de debilidad y crisis económica y social sufrida en Rusia, fue expandiéndose hacia el Este e incluso tanteó a Ucrania y a Georgia.
EL ORDAGO DE PUTIN
En definitiva, después de 30 años, en la seguridad de que las puertas de Europa estaban cerradas para Rusia y tras un largo periodo de recuperación económica y de imprescindibles reformas militares, Putin destapó el latente nacionalismo ruso y decidió lanzar un órdago a EEUU, que estaba muy entretenido en su enfrentamiento con la emergente China. Putin quería parar de una vez la expansión de la OTAN, Ucrania era innegociable. Por eso los acontecimientos que allí se desarrollaron desde principio del siglo XXI derivaron en esa guerra que ninguno quiso evitar y en la que EEUU y Europa dejaron al pueblo ucraniano valérselas por sí mismo, sólo proporcionándole la ayuda económica y el armamento justo y necesario para prolongarla lo que fuera necesario para debilitar a Rusia, un puntal de los BRIC, con una buena relación de cooperación con China.
REVOLUCIÓN NARANJA Y EUROMAIDAN
Como he mencionado, todo empezó a comienzo del S. XXI, una década después de que Europa se decantara por seguir tutelada por EEUU, en lugar de explorar otros caminos y posibilidades buscando «el lugar donde nace el sol«. Desde luego, a los dirigentes ucranianos de entonces no se les podían atribuir demasiadas virtudes democráticas. Así que, tras la salida de Kuchma acosado por los escándalos que protagonizó, le sucedió el eslavófilo Yanukovich, que se hizo con la presidencia en las elecciones de 2004. Pero las acusaciones de fraude en esas elecciones desembocaron en la denominada “revolución naranja”, que conseguiría la convocatoria de unas nuevas elecciones en enero de 2005, de las que salió elegido presidente el occidentalista Yúschenko. Pero en 2010 volvió a sr elegido Víktor Yanukóvich y esta vez los observadores, tanto nacionales como internacionales, dieron validez a los resultados. Sin embargo, Yanukóvich fue expulsado del gobierno tras los duros enfrentamientos conocidos como el “Euromaidan”, que se produjeron entre finales de 2013 y principios de 2014 y que tuvieron su epicentro en la Plaza de la Independencia de Kiev. En esos enfrentamientos, muy probablemente inducidos por agentes internos y externos, se produjeron más de cien muertes y, como consecuencia, se produjo una fuerte reacción que fragmentó el país. Fue entonces, con Yanukóvich ya huido a Rusia, cuando ésta se anexionó Crimea. También fue entonces cuando se iniciaron las sublevaciones en la región filorusa del Donbass, y que se había opuesto al movimiento prooccidental del Euromaidan, viéndose sometida a fuertes represiones por parte del gobierno de Kiev.
Después de más de diez años de sublevaciones, violencia y guerra abierta, Rusia ya casi ha obtenido lo que quería de Ucrania, ocupó Crimea, que ha sido rusa desde que se la arrebató al imperio otomano en el siglo XVIII. Además, tiene en su poder la región del Donbass y el territorio que la une a la península de Crimea, en definitiva toda la parte rusófila de Ucrania. En esa península ha establecido potentes bases militares, con eso tiene asegurada su salida al Mar Negro, el control de ese mar y asegurada parte de su frontera Sur. A Putin le da igual el resto de Ucrania, incluso la preocupación por el gasoducto que la atraviesa hacia Europa es muy relativa, porque Rusia tiene alternativas para transportar su gas, de hecho lo está vendiendo a Europa en cantidades apreciables como, por ejemplo a España, a pesar de que Pedro Sánchez alegue que en nuestro caso son contratos privados. No debemos olvidar, tampoco, que la población que habla ruso y se siente rusa en Ucrania ha sido sometida por parte de los gobiernos ucranianos, desde antes del 2014, a un trato intolerable y, por lo tanto, en cierto modo, se sienten liberada por las tropas rusas.
Sí, Rusia invadió Ucrania, es más, desde 2014 estaba apoyando a las fuerzas separatistas prorrusas del Donbass y todo ello supone una violación de los tratados internacionales, de la Carta de las Naciones Unidas y de todo lo que se quiera. Rusia ha sido el agresor y Ucrania tiene derecho a la defensa de su Patria, pero alguna vez nos van a explicar claro¿por qué se ha llegado a tensar tanto la cuerda? ¿Qué pretendía y pretende sacar EEUU de Ucrania?, incluido el hijo de Biden. ¿Qué intereses tienen los europeos? Porque lo de los rusos parece estar claro: no quieren que ese país se convierta en otro satélite de la OTAN y tampoco quieren dejar en manos de EEUU el petróleo ni las dichosas tierras raras, también codiciadas por los chinos.
BIDEN VS TRUMP
El abuelo Biden casi la lía del todo y la UE con una política exterior manifiestamente deficiente y errática, parecía que aún se lo tenía que pensar un rato más y, entre tanto, enviaba algunas escopetas, tanques y cosas de esas que ya no pensaba usar, por aquello de aparentar un apoyo decidido al pueblo que se atrevió a plantar cara al “sátrapa”, pero siempre con la medida apropiada para no incordiar demasiado, no fuera a ser que….. Así fueron transcurriendo las cosas, acercándonos cada vez más hacia un conflicto de peligrosísimas características, hasta que la extraña aritmética electoral estadounidense llevó a Trump a la Casa Blanca y el peligro de escalada bélica pareció diluirse, en favor de una durísima guerra comercial, terreno en el que el nuevo presidente de los EEUU se encuentra más cómodo.
Evidentemente, ni al nuevo inquilino de la Casa Blanca ni a sus más allegados colaboradores, les importan demasiado las normas de cortesía, las maneras diplomáticas o las reglas del diálogo o debate desapasionado. Han entrado como un elefante en una cacharrería, pero creo que nos hemos librado de algo peor. Aunque en el aspecto económico y comercial no nos espera nada bueno, por lo menos a los europeos. La enfermiza pleitesía y dependencia de los europeos ante nuestros “aliados” del otro lado del Atlántico, nuestra extraña forma de entregar parte de la soberanía de cada país miembro a un ente político que no sabe ser soberano hace de la UE una organización supranacional realmente bastante irrelevante. Puede que, si los políticos europeos hicieran un viaje en el tiempo y volvieran a 1990, a aquel momento en el cual se pudo empezar a mirar al “lugar donde nace el sol”, volverían a cometer lo que creo que fue un error, pero quizás los europeos hoy no se lo permitiríamos.
2 comentarios en “LA IRRELEVANTE DECADENCIA DE LA UE”
Magnífico análisis que nos aclara muchas dudas. Gracias Luis.
Gracias Luis por ilustrarme sobre el tema de una manera muy científica.