Pongo el mapa situado bajo este primer párrafo con la intención de situarnos o, mejor dicho, de situar a Rusia en el orbe para comprender su dimensión geoestratégica. Mi propósito es hacerles ver que, ante esa realidad, puede resultar fácil convencer al pueblo ruso de la grandeza de su Patria y de que debería estar más reconocida y mejor tratada en el concierto internacional.
Rusia tiene nada menos que 11 husos horarios de los 24 de todo el globo terrestre. Su superficie es de 16.377.742 Km2 de tierra, superando en más de 6,5 millones a EEUU y a China. Es el país más grade de la Tierra. Rusia fue un imperio con los zares, la URSS lo expandió y en la actualidad existe una cierta nostalgia imperial, que abona la idea de que debe volver a ser una potencia dominante y respetada.
La relación histórica entre Rusia y Ucrania es muy difícil de resumir y no es objeto de este artículo. Valga decir que Ucrania fue incorporada al imperio zarista por Pedro el Grande a finales del siglo XVII. Pero, desde hace unos cuantos años, en Rusia se está ensalzando la figura de Vladimiro I (958-1015), nacido en Kiev y que fue príncipe de Nóvgorod (970) y Gran príncipe de Kiev (980–1015), como padre del pueblo ruso y de la unidad de Rusia. Vaya usted a saber, pero el hecho es que, a pesar de los vínculos históricos que puedan unir a ambas naciones, en Ucrania hay una parte muy considerable de la población que se considera rusa, de la misma manera que hay zonas en las que la lengua rusa es la predominante.
Pero todas estas cuestiones y otras muchas que se pudieran sacar a relucir no son las que explican la situación de crisis a nivel mundial que se está viviendo estos días. La historia moderna y contemporánea de las relaciones entre Rusia y Ucrania, incluidas las dos guerras mundiales que supusieron para unos y otros sufrimientos difíciles de explicar y olvidar, no es más que una herramienta para movilizar y enfrentar a los dos pueblos.
El verdadero motivo por el que se ha llegado a este estado de tensión hay que buscarlo en lo sucedido hace más de 30 qaños, cuando no se supo aprovechar la ventana de oportunidad que proporcionaron Gorbachev y Reagan durante los años 1985 y 1989. Las propuestas del dirigente soviético sobre desarme convencional y nuclear y su deseo de acercamiento a Europa occidental, condujeron a un nivel de distensión y confianza entre la URSS y EEUU tal que, de haber continuado, ni la OTAN sería hoy lo que es, ni Rusia se sentiría hoy como se siente: engañada.
En julio de 1989 Gorbachev propuso constituir la “Casa Común Europea” que suponía un acercamiento a la Comunidad Europea (CE), para establecer un espacio de seguridad colectiva, una cooperación económica y un espacio europeo sin fronteras, en el que primaran los valores humanos universales. En el ámbito de la seguridad, suponía hacer de la Comunidad de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE, luego denominada OSCE) la estructura de seguridad europea y comenzar la paulatina desaparición tanto de la OTAN como del Pacto de Varsovia. Aquello podía haber sido el germen en Europa de una potencia mundial relevante y de una Europa segura.
Los acontecimientos se sucedieron a gran velocidad y el 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Los países de la órbita soviética fueron sucesivamente levantándose contra el yugo de la URSS pero, al contrario de lo que se esperaba no hubo reacción, los soviéticos dejaron que cada cual iniciara su camino libremente. Se empezaba incluso a hablar de la posible reunificación de las dos Alemanias, cuestión que suscitaba los recelos de Francia, Reino Unido y, sobre todo, de Polonia.
George H. W. Bush ya llevaba unos meses como presidente de los EEUU, después de haber ejercido de vicepresidente con Reagan. Pero parece que el talante de este último no le debió dejar huella, porque su reacción ante las propuestas de Gorbachev y a la paulatina caída del bloque soviético fue de escepticismo y desconfianza. Como consecuencia la OTAN no dio paso a la CSCE en el liderazgo la seguridad en Europa y todo siguió como estaba en el lado occidental, mientras el Pacto de Varsovia se difuminaba. Fue entonces cuando el secretario de Estado norteamericano, James Baker, prometió que la OTAN no se extendería hacia el Este “ni una sola pulgada” (según asegura el actual y duradero ministro de exteriores ruso, el señor Lavrov). La presunta promesa, no escrita, tenía su lógica: si el bloque soviético se había disuelto como un azucarillo y las fuerzas soviéticas se habían replegado hacia la URSS, luego Rusia, ¿para qué iba a expandirse la OTAN hacia las fronteras rusas?
En la propuesta que realizo el canciller germano-occidental Helmut Kohl para llevar a cabo la reunificación de Alemania, se enfatizaba el papel que debería jugar la CSCE en la seguridad del continente, no aludía a la OTAN y manifestaba que la CE debería expandirse más allá del rio Elba, es decir hacia los países del Este y Rusia. Otros mandatarios europeos formularon sus propias propuestas. Mitterrand, muy gabacho él, propuso una “Confederación Europea” que incluyera a todos los países del Oeste y del Este, incluida la URSS, liberándose del control norteamericano que, a través de la OTAN o la CSCE, ejercía en Europa. El resto de los países europeos, incluidos casi todos los del centro y Este, apoyaban la idea de que fuera la CSCE la que asumiera la responsabilidad de la seguridad europea. Solo Polonia y Hungría presentaban algunas objeciones que fueron diluyéndose cuando tras la firma del tratado de reunificación de Alemania, quedó asegurada la inviolabilidad de las fronteras. Como puede observarse había un deseo generalizado de darle protagonismo a la OCSE y de caminar hacia una Europa cooperativa que incluyera a los países del Este y en un futuro a la antigua URSS, luego Rusia. De haber seguido ese camino posiblemente el permanente deseo de los rusos de integrarse en Europa se hubiera cumplido, más tarde o más temprano. Hoy todo sería diferente.
Todos esos deseos, más o menos coincidentes, de los países europeos chocaron con la línea geoestratégica que tenía ya fijada Bush. Y esos intereses se los dejó muy claros al canciller alemán en una reunión a la que fue convocado por Bush en febrero de 1990: el apoyo norteamericano a la reunificación alemana suponía que la OTAN iba a prevalecer sobre la CSCE y que la Alemania reunificada debía estar plenamente integrada en la OTAN, cosa que constituía una línea roja para los soviéticos. No obstante, esa estrategia norteamericana de dar prioridad a la OTAN no fue reconocida por el gobierno de los EEUU en los foros internacionales en los que intervenían los soviéticos. EEUU estuvo dando largas hasta que, con el tiempo, empezaron las adhesiones a la OTAN de países del antiguo y ya desaparecido Pacto de Varsovia. La República Checa, Polonia y Hungría entraron en la OTAN en 1999 y posteriormente, en 2004 lo hicieron Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia y Estonia. Estas últimas entradas fueron muy contestadas por Rusia porque para ellos, después de haberles hurtado la posibilidad de integrarse en Europa, se estaba incumpliendo la palabra dada por el secretario de Estado norteamericano James Baker a Gorbachov en febrero de 1990 y se les privaba de lo que para ellos era un espacio de seguridad. La OTAN, aprovechando todo el periodo de debilidad y crisis económica y social sufrida en Rusia, fue expandiéndose hacia el Este e incluso tanteó a Ucrania y a Georgia.
Esta historia, tan marcada por los intereses norteamericanos, nos ha traído a Europa esta situación, en la que un Putin endiosado ha exacerbado los sentimientos nacionalistas rusos, ha recordado el burdo engaño norteamericano de que la OTAN no se extendería hacia el Este “ni una sola pulgada” y ha decidido poner pie en pared.
Ahora a ver cómo salen del envite el abuelo vaquero de EEUU y esta UE que, con una política exterior tan deficiente como su pedantísimo Alto Representante, parece que aún se lo tiene que pensar un rato más. A ver cómo sale Putin del lio, porque no estaría nada bien visto que invadiera la antigua República Socialista Soviética de Ucrania, una de las repúblicas “independientes” que constituyeron la URSS.
Puede que, si hicieran un viaje en el tiempo y volvieran a lo que se inició en 1989 y 1990 y luego se abandonó, igual se podrían convencer de volver a empezar. EEUU y la UE no se lo pueden pensar durante mucho tiempo, porque la hipótesis más peligrosa es que China aproveche la situación para sacar a pasear su potencial bélico por el Mar de China y el Pacífico y de paso le eche una mano a su “circunstancial” aliado.
Zaragoza, 26 de enero 2022
LUIS BAILE ROY
1 comentario en “CONFLICTO EN UCRANIA. DE AQUELLOS POLVOS ESTOS LODOS”
Juegos de Tronos (Poder).
Estamos en manos de la incertidumbre, poderosos y cisnes negros. Espero que todo acabe en bravuconadas y se resuelva diplomáticamente, de lo contrario, podemos estar a las puertas de la III Guerra Mundial. 🙏
Un conflicto se sabe cuándo empieza pero no cuándo ni cómo acaba.🤔