EL SMI Y SU EVOLUCIÓN
El SMI en España se comenzó a fijar por el gobierno en el año 1970. Entonces se estableció para trabajadores mayores de 18 un salario mínimo de 120 pesetas al día, o 3000 mensuales (18 €). Desde entonces se han vinculado las cotizaciones a la Seguridad Social al SMI y ahí es donde reside uno de los argumentos que aducen muchos economistas, empresarios y autónomos para intentar que los sucesivos gobiernos sean comedidos, o simplemente no suban el SMI. Si se mantiene esa vinculación resulta afectado el empleo además de gravar, quizás en exceso, a los empresarios, sobre todo las PYMES, pero si el SMI se mantiene en bajos niveles con relación al coste de la vida, la situación afecta negativamente a las posibilidades de emancipación de los jóvenes y la formación de familias.
A modo de revisión del estado de la situación, daré algunos datos bastante actualizados y expondré algunas comparaciones con los países de nuestro entorno. Según datos del INE[1], en la última encuesta de estructura salarial, efectuada en el año 2021, el sueldo bruto más frecuente[2] era de 18.503 € y el sueldo mediano[3] era de 21.638,69 €. No hago referencia al sueldo medio pues no es representativo de la realidad salarial por razones evidentes. A parte de la evidente brecha de género salarial (19 %), se puede observar que el sueldo más habitual en España escasamente alcanza los 1.300 € netos al mes, cantidad que se supera ligeramente en caso de que el trabajador tenga algún hijo a su cargo.
Estas son cantidades muy justas para el nivel de precios del alquiler o adquisición de la vivienda, el coste actual de la escuela o guardería y demás gastos que tiene que asumir una pareja que decide tener descendencia. La adquisición de una vivienda puede suponer el 50 % de la renta familiar. Si hablamos de alquiler, lo habitual es que hablemos de rentas de 400 a 500 € como mínimo, que viene a significar un 20% de lo que pudiera ser la renta neta familiar, en caso de que trabajen ambos miembros de la pareja, si trabaja sólo uno significaría al menos un 40% del sueldo neto más habitual en España.
[1] https://www.ine.es/prensa/ees_2021.pdf
[2] Salario modal: el que tuvo mayor frecuencia, con 563.384 asalariados
[3] Sueldo mediano: el que divide al número de trabajadores en dos partes iguales, los que tienen un salario superior y los que tienen un salario inferior. Es más cercano a la realidad que el sueldo medio.
Por otro lado, según un sesudo estudio de Raisin (Plataforma europea del ahorro)[1] en 2022 “el primer año de vida de un bebé puede llegar a costar unos 10.610 euros, lo cual supone un porcentaje elevado de los salarios: un 38.19% del salario anual de un hombre y un 40.51% del salario de una mujer” y el importe total del gasto hasta la emancipación (30 años) asciende hasta los 300.000 euros. Imaginemos una pareja, con un solo hijo, que trabajasen los dos y que percibieran ambos el salario neto más habitual (1300 €). Sólo los dos gastos mencionados, vivienda y gastos de un hijo, supondrían unos 1400 €. ¡Casi da vértigo! pensar en cómo podrían llegar a final de mes, cuando nuestros inteligentes dirigentes, con sus astutas políticas y oscuras dependencias, han logrado que la electricidad, el gas, y ahora van a por el agua, hayan alcanzado precios casi de artículo de lujo.
Últimamente el SMI ha sido elevado por el Consejo de Ministros del gobierno en funciones, a través del Real Decreto 145/2024, de 6 de febrero, hasta los 1.134 €. el SMI ha experimentado un aumento del 54% desde 2018. Evidentemente esta subida repercutirá (Gráfico 1) a medio plazo, en las medidas de referencia de los salarios (medios, medianos y más frecuentes). Pero se me antoja que lo que pueda aumentar el salario más habitual, que dudo lo haga en la misma proporción, aliviará sólo en parte el vértigo que pueda sentir al mirar al fin de mes.
[1] https://www.raisin.es/ahorro/el-coste-de-tener-un-hijo-en-espana/
Respecto a nuestros compañeros de aventura europea, el Gráfico 2 da una idea de nuestra situación en 2024, en el entorno de la UE, en lo que al SMI en doce pagas se refiere.
En el año 2018 estábamos en la cabeza del pelotón intermedio tras Eslovenia, aunque muy por debajo de países con economías no muy diferentes a la nuestra, como Bélgica o Irlanda y a no mucha distancia de Portugal y Grecia, ahora seguimos en una situación relativa no muy diferente. No obstante, este no es el caso, lo importante es que, para el nivel real de precios en nuestro país, incluso con la última subida del SMI, la aventura de la formación de un hogar y, no digamos de la natalidad, es…. eso, una aventura.
VENTAJAS E INCONVENIENTES DE SUBIR DEL SMI
¿Es positivo o negativo subir el SMI? Como suele pasar en temas de economía cada uno cuenta la película según le va. Y lo cierto es que, posturas doctrinales aparte, una subida de SMI afecta de manera muy diferente a los muy variados agentes económicos. Es probable que a una gran empresa de tres o cuatro mil trabajadores, con una facturación miles de millones anuales, una subida del SMI le resulte mucho más asumible que a un empresario autónomo que tiene que pagar dos o tres sueldos y que le resulta difícil alcanzar una facturación suficiente para mantener esos salarios y las cotizaciones correspondientes a la Seguridad Social.
Por este último supuesto es por donde empieza el riesgo de que la subida de SMI produzca paro, ya que el 80% de las empresas españolas tienen menos de 5 trabajadores. Dado que la cotización a la seguridad social está sometida a unas bases mínimas y máximas, siendo la mínima del 2023 de 1.260 € en el caso de la categoría profesional más baja y la máxima de 4.495,5 €, aunque el sueldo de un empleado fuera 1.150 €, el empresario y el trabajador cotizan por esa base mínima. Sin embargo, aunque un trabajador gane 6.000 € al mes solo cotizarán por la base máxima, es decir no cotizaría por 1.504,5 €, de tal manera que un autónomo que tenga dos trabajadores a los que les pague 1150 € netos al mes, tendrá que cotizar por ellos unos 790 €, sin contar posibles horas extras. Esa cantidad, sumada a la cotización del propio empresario autónomo, supone un esfuerzo excesivo en muchos casos.
Desde mi punto de vista el Estado debería moderar su ansia recaudatoria, porque es claro que está pretendiendo pescar de donde más puede de sacar, sin considerar la dificultad en la que pone a los miles de empresarios que proporcionan la mayor cantidad de puestos de trabajo en nuestro país. Sin embargo, para los pocos trabajadores que puedan ganar salarios entre altos y altísimos, aplica una base máxima por debajo de esos salarios ya que el volumen de la recaudación que espera obtener es bajo. No es que, incrementado a éstos últimos la base de cotización, el Estado vaya a llenar sus arcas, pero creo que es una cuestión de justicia que todo el mundo cotice por “todo” lo que ingresa, como pasa en la mayoría de la UE (Grafico 3).
Otra cuestión es si deben o no bajarse en general los tipos de cotización y, a la vista de lo que están continuamente solicitando los mayores empleadores del país y de la comparación con los países de la OCDE en el 2021 (Grafico 4), que ha ido a peor, parece que se podrían no solo bajar las cotizaciones, si no hacer un reparto más equitativo entre empresario y trabajador.
En cuanto al caso particular de los autónomos, en la actualidad pagan según la tabla del Gráfico 5[1], dependiendo del rendimiento neto que obtengan con su actividad. Suponiendo, por ejemplo, que cotizan sobre la base mínima (735,29), la cuota mensual será de 250 € al mes, pagando además el IRPF y el IVA correspondientes, lo que parece una presión fiscal ciertamente alta.
[1] https://ayudatpymes.com/gestron/cuota-autonomos/
En comparación a la situación existente en otros países de la UE no es que podamos decir que a los autónomos les facilitemos las cosas y si no obsérvese el Gráfico 6. Parece por lo que se puede apreciar que la situación no ha variado mucho desde que me encontré casualmente por la web, en el 2019, el Gráfico 7[1] mientras curioseaba buscando información. En 2018 ya se pagaba de cuota mínima 3300 euros al año, es decir 275 euros al mes, hay que reconocer que la situación no ha empeorado, pero no se puede decir que haya ha mejorado lo que sería justo.
[1] “¿Cuánto pagan los españoles de cuota de autónomo en comparación con Europa?”, El Autónomo Digital, 20 de febrero de 2018, http://www.elautonomodigital.es/comparacion-cuota-de-autonomo-espana/
¿MALA GESTIÓN O MALA INTENCIÓN?
Propuesta para una escala de la Cuota de Autónomos
INGRESOS | TIPO | CUOTA |
x < 600 € | 0 % | 0 € |
600 -1000 € | 5% media del tramo (800) | 40 € |
1000 – 1500 € | 6% media del tramo (1250) | 75 € |
1500 – 2000 € | 8% media del tramo (1750) | 140 € |
2000 – 2500 € | 10% media del tramo (2250) | 225 € |
x >2500 € | 15% | 375 € → |
El Estado gasta en organizaciones paralelas de diverso pelaje, cuyo rendimiento social es cuando menos relativo, si no dudoso, grandes cantidades de dinero que no he cuantificado, porque no tengo medios suficientes para hacerlo. Dinero con el que se podría contribuir a aliviar la presión impositiva que se ejerce sobre los emprendedores, la iniciativa privada y la creatividad e innovación en España, en definitiva sobre los creadores de empleo. Se podría reducir la cotización a la seguridad social de los trabajadores entorno al 12% para el empresario y dejar sobre el 6% la parte correspondiente al trabajador, además de subir la base mínima de cotización al entorno de los 1000 € y eliminar el tope máximo de base de cotización. También se podría cambiar la cuota del autónomo haciéndola más progresiva, por ejemplo, con una escala similar a la que expongo en la tabla siguiente, más acorde con lo que se cotiza en los países de nuestro entorno, además de aplicar una exención total de la cuota durante el primer año de actividad del negocio y una reducción del 50% durante el segundo año.
De esa manera creo que se daría un escenario más apropiado para la creación de empleo y una oferta salarial digna (independientemente de lo que estipulara el SMI). Puede que no fuera suficiente sólo con esto, pero sería una contribución a la necesaria incentivación de la creación de empleo digno, que es una de las cosas que más se necesita para empezar a luchar contra nuestro particular infierno de paro. Creo además que la utilización desmedida, de la subvención, frecuentemente utilizada para ganar adhesiones políticas, desincentiva la demanda de trabajo, sobre todo cuando el salario que se espera percibir por el trabajo no compensa la perdida de la subvención. Vean el ejemplo de Italia.
Además de la vergüenza que nos está haciendo pasar este gobierno con sus continuas e infames maniobras para mantenerse en el poder, para lo que ha sido capaz de eliminar los delitos de sedición (o rebelión) o de malversación, de presentar en el parlamento una inconstitucional ley de amnistía dictada por los presuntos amnistiados e, incluso, de entorpecer la investigación de un posible delito de traición, tenemos que ver cómo la presión fiscal de los españoles sube y sube, superando con creces a los países de nuestro entorno, pero sin llegar a ver unos resultados mínimamente ajustados a ese esfuerzo. Aunque si podemos observar un despilfarro que se ha cifrado por el IEE en unos 60.000 millones de euros en gastos superfluos. Derroche que incluye, además de los frecuentes excesos de los políticos y sus “asesores”, las subvenciones a todo aquello que puede oler a bolsa de votos.