INEXPLICABLE PASIVIDAD
Es muy curiosa la pasividad de la mayoría de la “gente” en España. No la voy a llamar pueblo, porque alguien podría pensar que me estoy refiriendo a ese concepto de “pueblo” que, junto al adjetivo de “soberano”, constituye la nación dirigida por un “gobierno independiente” con poder para ejercer la autoridad en todo su territorio. Y no, no me refiero a ese pueblo porque ni él es soberano, ni su gobierno es independente.
Tampoco he querido hacer referencia a la “ciudadanía”, porque ser ciudadano implica, entre otras cosas, tener los “mismos derechos” que los demás, las “mismas oportunidades de influir” en el destino de la nación a la que se pertenece, además de unas “obligaciones” que hacen posible el ejercicio de los derechos. Y aquí ni son iguales los derechos, ni la capacidad de influir, ni mucho menos las obligaciones.
Por eso, a esta izquierda desdibujada y posmoderna no se le cae de la boca la palabra “gente”, cuando no hace mucho tiempo decían “pueblo”. No sé si consciente o inconscientemente nos han apeado del título de pueblo o de ciudadano, para llamarnos gente. Cuánto tardarán en aplicarnos el sustantivo de “plebe” o, peor aún, de “gentuza”.
Ese proceder es ominoso, pero está en concordancia con los hechos porque, tanto los partidos de izquierdas como los de derechas, han dejado de conformar ese grupo de ciudadanos que, con vocación de servicio, deberían estar comprometidos con el bien común, para convertirse en dominadores por cuenta ajena del pueblo al que deberían servir.
La realidad es que el poder económico mundial utiliza al poder político de los Estados y organizaciones supranacionales para, mediante procedimientos muy sofisticados, lograr el sometimiento de la ciudadanía; así empezamos a ser considerados “gente”. Hay grupos económicos de inmenso poder que gestionan capitales superiores a los PIB de Alemania, Francia, Italia y España juntos. Poderes que, directamente o a través de organizaciones como por ejemplo el Foro Económico Mundial, manejan como títeres a los gobiernos, sean de la ideología que sean.
Viene siendo habitual que el poder político, que en democracia debería estar repartido y separado, se concentre cada vez más en el ejecutivo. Es uno de los procedimientos más eficaces de esos poderes económicos para imponer sus voluntades; es mucho más fácil dominar a aquel en el que se ha concentrado el poder político y que éste domine al resto del país. Mientras, nos siguen vendiendo la burra de que el sistema político es inmejorable y de que nuestros representantes trabajan por el bien común, cuando la realidad es que todos ellos forman una élite que se ha ido cargando la separación de poderes, concentrándolos en un ejecutivo expansivo y voraz. Han tomado el camino mejor orientado y más corto hacia la corrupción política y económica.
Otro apoyo fundamental para esos inmensos poderes económicos, en su empeño de desarrollar una ingeniería social que les reporte más beneficios aún, son los Medios de Comunicación Social que ellos, con la resuelta colaboración de los ejecutivos de los Estados, han logrado convertir en sibilinos medios de manipulación social o, si se quiere, de adoctrinamiento puro y duro. Por ahí ha llegado esta inexplicable pasividad de la ciudadanía. Una apatía que nos lleva a aceptar como normales hechos y situaciones inadmisibles.
SITUACIONES INADMISIBLES
Que nos suben el precio del agua, pues será porque hay que racionalizar el gasto del líquido elemento, según dicen algunos lobotomizados, cuando la cuestión no es racionalizar el consumo del agua, que seguramente es conveniente para que el agua llegue a todos y para todas las necesidades, la cuestión es que se trata de un elemento de la naturaleza, que no tiene dueño, esencial para la vida del hombre y con el que jamás se debería comerciar.
Como se admite de manera normal algo tan increíble como que un estudiante en prácticas o un becario, que está aprendiendo un oficio o adquiriendo destrezas que luego le permitirán acceder en mejores condiciones al mercado laboral, que además no cobran ni un duro, coticen a la Seguridad Social. Pero ¿quién cotiza por ellos?, porque lógicamente ellos no van a cotizar, el Estado tampoco por supuesto, solo faltaría, pues entonces el empresario, normalmente pequeño o mediano, autónomo, que tendrá que añadir a sus altos niveles de presión fiscal una imposición más.
De la misma manera, parece que ya se ve normal la pérdida de nivel adquisitivo que venimos sufriendo desde hace tiempo pero, sobre todo, en los cuatro últimos años. Sin embargo, a pesar de crisis, guerras y desastres varios, nada justifica que España sea unos de los países que más ha perdido en nivel adquisitivo. Nada justifica tampoco que los salarios en España tengan un nivel tan bajo en relación con la media europea. La única razón es una gestión política ineficiente, basada en una sangría fiscal exagerada, un exceso de gasto difícilmente justificable y una inseguridad jurídica propia de países del Foro de Sao Paulo, en definitiva unas condiciones nefastas para incentivar la creación de empresas y de puestos de trabajo. España está calificada por muchos como un infierno fiscal en el que, entre el muy injusto IVA, el abusivo impuesto sobre los combustibles (+/- 50), la dudosamente legal doble imposición sobre ellos, la abusiva cotización impuesta a los autónomos, los impuestos a sociedades, etc., puede llegar, sin exagerar mucho, a sobrepasar el 65 % %.
Tragándonos píldoras de ese calibre no nos será difícil tragar también que todo eso es consecuencia de la guerra de Ucrania, que es la que ha provocado el encarecimiento de la energía, de los cereales y de los fertilizantes. Pero, casi nadie se ha parado a pensar en quién sale beneficiado de todo eso, en analizar los orígenes y las causas de esa guerra. Como pocos se han cuestionado por qué Pedro Sánchez, sólo o en compañía de unos pocos, reconoció inexistentes derechos sobre el Sáhara a Marruecos indisponiéndose, en consecuencia, con Argelia, para acabar comprando buena parte del gas licuado que importamos a EE. UU. pagándolo al doble de lo que nos costaba cuando era Argelia nuestro principal proveedor. Tampoco nos quedamos cortos en la compra de gas ruso que ha aumentado en un 50 % aproximadamente.
Importaciones de gas 2022. Fuente Statista 2024
El gas licuado norteamericano procedente, en gran parte de yacimientos subterráneos y extraídos por el procedimiento del “fracking”, prohibido aquí por una ya poco justificable prudencia y la aburrida pesadez ecologista, aun sabiendo que nuestras reservas subterráneas podrían satisfacer nuestras necesidades durante cuarenta años (ver artículos del Baile de los domingos del 28 de agosto y del 14, 11 y 18 de septiembre de 2022 :https://bailedelosdomingos.es/2022/page/2/). EE. UU. está haciendo el negocio del siglo con su gas, no solo España está colaborando a incrementar sus exportaciones, toda Europa se ha hecho más dependiente energéticamente de Norteamérica, desde que “casualmente” a Rusia se le han cortado gran parte de las vías de suministro de su más económico gas a Europa.
Una Europa que se ha encontrado con una guerra que no había previsto en su puerta trasera, que no quiso pero tampoco supo cómo evitar. Una guerra a la que, las élites del poder económico le han convencido de que tiene que aportar armamento con cuenta gotas, naturalmente, adquirido en sus fábricas de armamento. Una guerra pensada para durar el tiempo que haga falta para que Europa se desangre económicamente y, si pueden, Rusia también.
Nos estamos acostumbrando a oír, sin escandalizarnos, que la deuda pública española está ya por 1,6 billones de euros, un 120 % del PIB. Quizás muchos lo vean normal, incluso necesario para seguir manteniendo nuestro nivel de vida, por cierto, cada vez más deteriorado. Algunos pensarán, incluso, que los acreedores de esa deuda son bancos españoles; así, todo queda en casa y, si las cosas van mal, no se paga y en paz, de alguna manera la banca española tendrá que colaborar al bienestar general. Pero, la cuestión es que el 80 % de la deuda está en manos extranjeras, en manos de esos poderes económicos tan empeñados en hacer triunfar su ingeniería social. Así que ya se pueden imaginar a quien tiene que obedecer don Pedro si no quiere ser sustituido a la primera de cambio y de malas maneras.
Hemos aceptado el aumento de la edad de jubilación y el tiempo mínimo de cotización sin rechistar. Ni siquiera los sindicatos “de clase” han piado y si lo han hecho ha sido muy tímidamente, no vaya a ser que ese año les rebajaran la subvención. Desde luego no nos parecemos a los franceses, aunque creo que para ellos el intento de subir la edad de jubilación de 62 años a 64 fue solo la barrabasada que desbordó su paciencia y la chispa que incendió buena parte de Francia. Aquí la pildorita ha pasado sin atragantamiento, todos obedientes y fieles seguidores del nuevo orden mundial. Pero, para ser sincero es una judiada de consideración, sobre todo para ciertas profesiones que a los 65 años el seguir trabajando ya resulta no duro, sino más bien un suplicio.
LA ÉLITE ECONÓMICA MULDIAL SATISFECHA CON ESPAÑA
Además, esos poderes económicos están encantados con los gobiernos que gastan sin contención y se endeudan sin conocimiento, al fin y al cabo cada vez serán más rehenes de ellos. Recuerden como terminó la experiencia de modificar el sistema de concesión de deuda pública en la antigua Yugoslavia y después pongan sus barbas a remojar. Este nivel de deuda es simple y llanamente entregar el futuro de nuestro país en manos de implacables organizaciones económicas y financieras que aspiran a gobernar el mundo a sus anchas, mediante títeres habidos de poder, del poder que les permiten tener.
A esas élites mundiales se la traen al pairo que el paro juvenil en España sea de más del 30 %, que el paro general ronde el 13 %, porcentaje que no incluye a los llamados “fijos discontinuos”, un artificio legal para disminuir la cifras reales de paro. Tampoco les importa que la vivienda tenga unos precios prohibitivos, tanto en alquiler, como en propiedad y que el acceso a ella por parte de la juventud sea prácticamente imposible. Al fin y al cabo, todo ello contribuye, junto con la precariedad salarial y la bajada del nivel adquisitivo a la finalidad de su ingeniería social. Con la inestimable ayuda de sus “medios de manipulación o adoctrinamiento social” pretenden, no sólo acabar con los Estados-Nación, sino también con la familia, tal y como la conocemos, aupando las ideologías de género y un feminismo desnortado.
Recordemos que no hace muchos años, en España, con un sueldo vivía una familia, que alquilaba o adquiría una vivienda con esfuerzo, pero no dedicando a ello el 50 % de los ingresos familiares, como ahora; la mujer podía trabajar o no, pero su salario no era imprescindible para el sostenimiento de la familia, como lo es ahora; el único salario que normalmente entraba en la casa era suficiente, ahora entre el de la mujer y el hombre casi no lo igualan; mientras tanto, se han perdido gran parte de las ventajas que suponía la mayor dedicación de los progenitores a la crianza y educación de los hijos. Pero claro, “los hijos no son de los padres”, como dijo aquella iluminada ministra de educación que llevaba a sus hijas a un elitista colegio concertado de Bilbao.
Para esas élites del poder económico los españoles les estamos resultando muy dóciles, soportamos casi todo, volvemos a elegir a “su elegido”, nos seguimos creyendo que nuestro sistema es democrático en el más puro sentido del término, que nuestros representantes trabajan por el bien común, incluso vemos bien que suban el precio del agua o que multen desorbitadamente por dejar al perro atado a la puerta de una Farmacia o que lo hagan también por dejarlo sin atar. Lo aguantamos todo. En fin como decía aquel: No cabe un tonto más. Si entra uno por Murcia, se cae al mar otro en La Coruña.
1 comentario en “NO CABE NI UNO MÁS”
Un final muy redondo, ocurrente y gracioso
Análisis transparente y profundo que muestra una realidad sumamente preocupante
Excelente, Luis