Buenas tardes amigos, no iba a cumplir con mi rutina dominical de salir a bailar, pero al final he considerado que la falta de los medios más apropiados y mi situación de manco temporal no tenían porque influir de esa manera tan radical.
Así que, después de una comida familiar en casa de mi madre, que cumple 97 años, me he decidido a escribir unas líneas que, sin pretender gran trascendencia, quieren reflejar la seria decepción de la juventud de la familia respecto de la situación política, económica y social de España en particular y de la sociedad occidental en su práctica totalidad.
Todos coincidían, con sus personales matices, en que la situación de paro estructural en nuestro país es insostenible, que los sueldos son escasos y hasta injustos, mientras la vivienda de alquiler o en propiedad es inalcanzable para esos salarios, que el incremento de la inflación, seguramente provocada, está empeorando el panorama y, en definitiva, que su futuro no se presenta nada esperanzador. Todos ellos están trabajando y con unos ingresos decentes, aunque no les han permitido hasta ahora muchas alegrías y a este paso no creo que las encuentren, a menos que tengan un extraño golpe de suerte.
Curiosamente, ninguno hizo alusión alguna a que en su círculo de amistades y contactos existiera una irrenunciable reivindicación de la necesidad de financiación de la ingente cantidad de asociaciones parásitas de nuestra sociedad, a la que curiosamente están ayudando a fenecer tal y como la conocemos, sin consultar a los que verdaderamente la sostienen.
Sin entrar en las preferencias ideológicas de cada cual, había un cierto consenso en que la dirección política de nuestro país está en las manos más ineptas posible, o quizás entregadas o otros intereses. No digamos respecto a la situación económica.
En mi opinión, esto viene gestándose desde hace tiempo. El primer síntoma claro se produjo con los gobiernos de Zapatero, aunque ya antes olía a chamusquina. Pero, en la actualidad, parece que las cosas van tomando forma y, pese a algunas resistencias, los organismos internacionales empeñados en imponer las agendas globalistas, están forzando la máquina, poniendo en juego todas sus armas.
A nosotros nos está afectando de manera muy dura la forma de dirigirse de Pedro Sanchez y sus secuaces, empleados distinguidos de las Agendas 2030 y 2050, y de sus globalistas promotores. Nuestro gobierno y gran parte de la clase política y dirigente de nuestro país parecen haber asumido el objetivo de que lo mejor y más conveniente para la población mundial es «no poseer nada para ser verdaderamente feliz». Claro que esa máxima reza para el resto de los mortales, no para ellos.
Lo curioso es que esta sarta de estupideces que nos intentan colar, por medio la ideología de genero, el cambio climático aciclico, el relativismo y el abandono del humanismo están dirigidas desde unos centros de poder globalistas, nada democráticos, que han dejado de considerar al hombre como el centro de toda política.
Nuestros políticos se ha dejado abducir por personajes como Bill Gates, fundador de Microsoft, al que su gran fortuna le ha permitido ser el mayor propietario de tierras agrícolas en EE. UU. y en otras latitudes, financiar unas cuantas causas humanitarias y compañías farmacéuticas a través de las que trata de hacer realidad sus particulares ideas sobre control poblacional. Tampoco escatima esfuerzos en favor de los alimentos alterados genéticamente, o contra la ganadería, tanto intensiva como extensiva. Posee una gran cantidad de acciones en empresas dedicadas a la producción de carne vegetal, como son Beyond Meat e Impossible Foods, que ya se nos han plantado en España. Su obsesión por el control de la natalidad le ha llevado a financiar programas de anticoncepción que han provocado graves efectos secundarios según la Agencia Americana del Medicamento.
Otro curioso multimillonario filántropo, es George Soros que no le llega a la altura de los talones a Gates, pero hace y deshace a su voluntad y cuando el quiere, de hecho fue una de las primeras visitas a Sánchez en la Moncloa. Hombre de oscuro pasado, sospecho de lucrarse por la delación de judíos en Hungría, su país, durante la invasión nazi. Se enriqueció mediante extrañas operaciones financieras que, en 1992, provocaron incluso la quiebra de Banco de Inglaterra. Desde hace años posee, al igual que Gates, un Red de fundaciones (Open Society) que promueven la inmigración irregular, el control de la natalidad y apoyan a movimientos de extrema izquierda, separatístas u otros como las primaveras árabes o las revoluciones de los colores, con la finalidad de desastibizar a los Estados objetivo de sus felonías.
No son los únicos, ellos actúan junto a los Rockefeller, Buffett, Rothschild, etc, personajes todos ellos interesados en un gobernación global, al margen del control de los gobiernos nacionales e incluso de organizaciones supranacionales. Como lo está el club Bilderberg en el que Kissinger presentó un informe en el que no acultaba que los EE. UU se proponían el control poblacional de los países menos desarrollados con recursos minerales esenciales para ellos, para asegurarse el acceso a los mismos.
De todo esto mucha juventud es consciente, como lo es de que nuestro actual presidente del gobierno actúa de la manera más cínica e impasible obedeciendo los dictados de sus amos. Dicen que, para cuando los españoles lo echen de la Moncloa y cambien de títere, puede que lo coloquen en la presidencia de Consejo de Europa o de la Comisión, dependiendo del nivel de obediencia y servilismo que haya alcanzado.
No obstante, que una buena parte de la juventud sea consciente de todo esto da lugar a la esperanza. Ya se verá.
Barcelona, 24 de julio 2022
LUIS BAILE ROY
