UNA PETICIÓN AL NACIONALISMO VASCO
Llevo unos días fuera de casa, sin televisión, casi sin radio, no he visto ni oído informativos y menos los habituales desinformativos. El Mediterráneo atempera casi todo, incluso mi humor últimamente algo alterado. Los paseos por la playa, la bicicleta y algo de lectura es suficiente para mantenerme ocupado y entretenido entre comida y comida. Pero los amigos, siempre con buena voluntad y, normalmente con acierto, me envían algunos artículos que me devuelven momentáneamente a la realidad.
Esta vez el artículo que me ha decidido a escribir estas líneas me lo ha pasado mi amigo José Luis, el autor es nuestro común amigo, Fernando . La cabecera del artículo reza así:
“Bien estará que el nacionalismo imperante y por ello mismo asfixiante en la sociedad vasca asuma esta realidad y haga posible la vida de todos los ciudadanos de la Comunidad en auténtica libertad en el respeto al que piensa diferente».
A lo largo del artículo describe sin ambages la realidad que se vive en Vascongadas ahora que ETA no mata, pero que se homenajea a los presos condenados por asesinato, secuestro o extorsión, ahora que muchos ayuntamientos siguen sin poner la bardera nacional en sus balcones, como está legalmente dispuesto, o que no se puede oír el himno nacional español más allá de los muros de los pocos cuarteles que quedan por allí.
Fernando, que es una buena persona, un hombre cabal donde los haya pide al nacionalismo, a todos ellos, a los que movieron el nogal y a los que recogieron las nueces que hagan posible la vida de todos los ciudadanos de esa Comunidad “en autentica libertad y en el respeto al que piensa diferente”. Lo pide porque él sabe, como lo sé yo, que allí no se respira verdadera libertad. Ese aire de espontaneidad y confianza, no se ha respirado allí, por unos u otros motivos, prácticamente nunca y especialmente desde que el xenófobo Sabino Arana empezó a envenenar las mentes de muchos de sus vecinos vizcaínos.
No hay más que viajar por esas bellas tierras y observar atentamente todo lo que se pueda ver, oír y sentir y también lo que no se puede, para entender que allí no se vive en libertad. ETA ya no mata, no hay muerte física, pero hay desprecio, aislamiento, imposición y presión, mucha presión sobre todo aquel que no comulgue con el credo nacionalista. No hay muerte física, hay muerte civil. Claro que ahora los nacionalistas tienen menos trabajo para controlar a los díscolos, porque entre 1977 y 2022 salieron de allí unos 180.000 españoles nativos de aquellas tierras por razones políticas. Todos ellos y sus posibles descendientes son votos de los que no se tienen que preocupar porque no pueden votar en la que fue su casa. Si pudieran hacerlo, posiblemente el nacionalismo no tendría las cosas tan fáciles.
Supongo que Fernando hace esa petición al nacionalismo con la intención de dar una oportunidad para volver al camino de la cordura. No sé si confía realmente en que vaya a ser atendida, posiblemente en su fuero interno lo dude, pero su carácter bonachón siempre le lleva a dar otra oportunidad. Yo no soy ni tan bueno, ni tan optimista, yo ya no me molesto en intentarlo, creo que la sociedad vasca está enferma y posiblemente ni se hayan enterado. Pero la realidad es tozuda y en el futuro, no muy lejano, se les caerá la venda de los ojos y tendrán que rectificar.
Hace bien Fernando en dar todo su apoyo al candidato del Partido Popular a Lehendakari, pero ya sabe lo que se cuece por allí. No me cabe duda de que Javier de Andrés vaya a “contribuir a sacar al País Vasco del desequilibrio y hacerle recuperar la normalidad de la que nunca debió salir”, lo malo es que no le van a hacer el más mínimo caso, en el caso de que le dejen intentarlo. También hace bien en reclamar más atención a las elecciones autonómicas vascas porque, aunque las catalanas llegarán después, parece como que fueran lo único a lo que prestan atención los medios de desinformación. Como dice Fernando en su artículo, “lo primero es lo primero”.
LA CATARSIS
Entre los antiguos griegos, el significado de catarsis era el de una purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza, es decir se podía entender como sinónimo de purificación, limpieza o purga y como antónimo de corrupción.
Una catarsis es lo que necesitan el País Vasco español y buena parte de Navarra, tanto como lo precisa Cataluña. Sus males no se resuelven con más paños calientes y con sucesivas y cada vez mayores claudicaciones políticas. En ese juego estamos desde 1977, desde que se empezó a pergeñar la Constitución y cada vez vamos a peor. Es algo consustancial al nacionalismo.
CATALUÑA DESPUÉS DE TARRADELLAS
Lo primero era lo primero. Ya he dado mi opinión sobre la realidad en las Vascongadas. Pero no voy a omitir lo que me sugiere la de Cataluña, la Comunidad que, después de la vasca, va a celebrar sus elecciones próximamente. Cataluña, después de Tarradellas, inició la ruta trazada por Jordi Pujol, un camino con unos hitos perfectamente colocados a lo largo del mismo, un camino por los que se ha hecho caminar a todos los españoles, quisieran o no, por la miopía política de unos dirigentes más preocupados de su futuro próximo que por el de todos los españoles a largo plazo. El permitido y jaleado desembarco nacionalista en la educación, la televisión y el funcionariado, con el visto bueno y la financiación del Estado, tanto con gobiernos del PSOE como del PP, fueron los primeros mojones del camino. Luego llegó un Pascual Maragall que resultó ser más un irredento nacionalista que un militante socialista del PSC y con él un Estatuto, otro mojón más del camino, que sabía que era inconstitucional, pero que iba a ser aceptado por el iluminado Zapatero, aquel que pronunciaba frases tan sabias como la de que “La tierra no pertenece a nadie. Solo al viento”. Llegó el rechazo de algunas partes de aquel Estatuto por el Tribunal Constitucional (año 2010) y sintieron la necesidad de acelerar el paso para recorrer el camino trazado por Pujol, uno de los mayores políticos ladrones hasta entonces.
A partir de ahí el independentismo catalán, en su necesidad de tapar la corrupción, inicia una huida hacia adelante, se dan los primeros pasos hacia el denominado “procès”. Un proceso ideado, dirigido y controlado por las élites de Cataluña para intentar salvar sus dineros y sus muebles de las consecuencias que la crisis de 2008 pudiera causar en España, con la que nada querían compartir. Pero la burguesía catalana que metió en ese camino a tanto indocumentado infeliz, no ha sabido gobernar con honradez y eficiencia, no han querido atender a los problemas reales de los catalanes y han llevado a esa Comunidad a una decadencia reflejada en a bajos niveles de educación y sanidad y a una falta importante de competitividad e inseguridad jurídica.
Siempre se habla de la mitad no nacionalista de la sociedad catalana. Me da la sensación de que se equivocan en la proporción, creo sinceramente que la gente que dice ser separatista no llega al 40%, otra cosa son los resultados logrados por los partidos independentistas que, por arte de la magia inoculada en la ley electoral, no suelen reflejar la realidad de las preferencias políticas de los votantes. A pesar, de los efectos que haya podido producir el permanente adoctrinamiento nacionalista en los medios de comunicación y en los centros escolares y universitarios y la presión política sobre el funcionariado y el empresariado. De todas formas, sea cual sea la proporción, la parte no nacionalista de la sociedad catalana ha permanecido generalmente callada incluso, podríamos decir, acomplejada, temerosa de ser tachada de malos catalanes, fachas, nacionalistas españoles, etc. En escasas ocasiones esa parte de la sociedad catalana se ha hecho notar, una de esas ocasiones se produjo en octubre de 2017, después de la esperpéntica y fugaz declaración de independencia, cuando un millón de personas dejaron patente su rechazo a la ruta separatista.
Otra muestra de que no todo el monte es orégano para el nacionalismo fue el triunfo de Ciudadanos en las elecciones del 21 de diciembre de 2017. Ese triunfo no se tradujo en un gobierno porque no contaba con los apoyos necesarios porque, como suele ser habitual, el PSC iba a lo suyo que es lo de los nacionalistas, no nos engañemos, y con el PP no salían las cuentas. No obstante, aquello fue un espejismo porque Ciudadanos se dispersó, quizás embriagado por su éxito en Cataluña se lanzó a intentarlo a nivel nacional, dejando en parte abandonado su territorio y huérfanos a sus votantes. Puede que, si se hubiera centrado en la batalla por Cataluña, en las siguientes elecciones hubiera podido gobernar e intentar cambiar el curso de la historia escrita por Pujol. Quien sabe.
Y LLEGÓ EL ESPERPENTO
Después de aquel fallido golpe de Estado llegó la fuga del presidente Puigdemont, una fuga digna de historieta de Mortadelo y Filemón y de la TIA, es decir indigna, siguió el juicio a los políticos que cometieron el delito de rebelión, que luego fue de sedición, la sentencia y los graves disturbios, perfectamente organizados e instrumentados de octubre de 2019 en protesta por la sentencia del Tribunal Supremo. Más tarde, por otro milagro, esta vez obrado por el guapo de la pasarela (don Pedro), resultó que ya no iba existir el delito de sedición, que el de malversación se adecuaba a las necesidades de los delincuentes y por fin el indulto.
En fin, con esas y otras vergonzosas historietas más hemos llegado hasta hoy. Momento en que nos encontramos con un gobierno presidido por un psicópata, enganchado al poder cual drogodependiente capaz de arruinar a la familia por satisfacer su vicio. Él y sus sirvientes, adecuadamente colocados en todas las instituciones y organismos estatales, excepto en el CGPJ (de momento) van a seguir cediendo a las exigencias de los separatistas, como se ha estado cediendo desde hace 40 años, pero ahora lo van a hacer de una manera muy peligrosa, porque están jugando con el Estado de Derecho, con la igualdad entre los españoles y con la soberanía e integridad del territorio nacional.
Por eso Cataluña, pero ahora también España, necesitan una catarsis que limpie tanta suciedad política, que purifique el aire que respiramos los sufridos e intoxicados españoles y que haga purgar sus faltas y delitos a los que han traicionando la confianza de los esquilmados ciudadanos, que estamos pagando la orgía de unos políticos fatuos, chulos e irresponsables que dicen gobernar, cuando no hacen más que gastar sin conocimiento ni fundamento, mientras van destruyendo España cada vez más rápido. Algunos confían en que la UE parará este desmadre, yo no lo creo, sino de que iba a haber estado Tocomocho campando a sus anchas desde que salió huyendo de la justicia de un país miembro de la UE. Este problema lo tendremos que resolver nosotros.
1 comentario en “CATARSIS”
Totalmente de acuerdo, Luis. Lo malo es que no sé cómo puede solucionarse esta situación… si tenemos en cuenta la caradura moral de los gobernantes actuales.