7 de julio de 2025 14:33

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

EXPLOREMOS OTROS SISTEMAS. ¿POR QUÉ NO?

¿POR QUÉ NO EXPLORAR OTROS SISTEMAS DEMOCRÁTICOS?

¿Qué encontrarás en este artículo?

EL KRAUSISMO. FOLOSOFÍA POLÍTICA

Los ideales de la Ilustración y algunos de los principios de la Revolución Francesa (1789) fueron los fundamentos del pensamiento liberal español de la primera mitad del siglo XIX. Luego, en la segunda mitad de ese siglo, otras corrientes filosóficas dieron más consistencia a las corrientes liberales españolas, entre otras se podrían mencionar: el positivismo, hegelianismo, postkantismo, evolucionismo, el positivismo y el krausismo. Con esos mimbres se alcanzó el final de siglo y se entró en la siguiente centuria, tiempos en los que el positivismo, el krausismo e, incluso, su simbiosis encontraron sitio en un importante sector de la intelectualidad relacionada con las ideas liberales y progresistas. Por supuesto, fueron despreciadas por la aristocracia, la alta burguesía dueñas del relato de entonces, como se dice ahora, y también por la izquierda. Ciertas corrientes liberales también rechazaban el positivismo[1]; ejemplo de esto fue el Partido Liberal Dinástico, más pragmático y pactista que positivista,  que seguía defendiendo los valores tradicionales católicos, reconocidos en el artículo 11 de la Constitución de 1876 “La religión católica, apostólica, romana es la del Estado”.

El positivismo no arraigó entre la intelectualidad de la época en España, apreciándose sólo algunos rasgos de las doctrinas de Comte o de Spencer en unos pocos intelectuales españoles. El sincretismo filosófico positivista no se pudo hacer un hueco en la sociedad española, seguramente debido a las deficiencias estructurales de la burguesía y al mínimo desarrollo científico experimental en la sociedad del momento.


[1] Positivismo. Corriente de la filosofía burguesa, que proclama como fuente única del conocimiento verídico, auténtico, a las ciencias concretas (empíricas) y que niega el valor cognoscitivo de la investigación filosófica. El surgimiento del positivismo fue una reacción peculiar a la incapacidad de la filosofía especulativa (por ejemplo, del idealismo clásico alemán) de resolver los problemas filosóficos que planteaba el desarrollo de las ciencias. Cayendo en el otro extremo, el positivismo rechazó en general la especulación teórica como medio de obtención de los conocimientos. Diccionario Filosófico, Ivan T. Frolov. Editorial de Literatura Política, Moscú 1980. 1984:342-343.

Karl Christian Friedrich Krause

El krausismo[1] ideado por Karl Christian Friedrich Krause, surgió en la primera mitad del siglo XIX en Alemania, con una posición filosófica a medio camino entre el idealismo y el materialismo, las dos grandes líneas de pensamiento germánico de entonces. Las doctrinas krausistas también tuvieron presencia en Bégica y Holanda, mediante los trabajos de F. Leonhardi, Röder y Tiberghien en la primera y de Nieuwenhuis en la segunda. En los países de habla hispana el Krausismo es dado a conocer por el Curso de Derecho Natural (filosofía del derecho) de Enrique Ahrens (alumno de Krause), publicado en Madrid en 1841. Poco después, en 1843, el general Espartero nombra a Julián Sanz del Rio, doctor en jurisprudencia, como catedrático de historia de la filosofía y le comisiona a Alemania durante dos años para perfeccionar sus conocimientos. El panenteísmo[2] krausista caló en Sanz del Río, que se atrevió a introducir en España esa corriente liberal para renovar el pensamiento español de la época, transmitiendo las ideas de Krause y de sus discípulos Heinrich Ahrens (1808-1874) y GillaumeTiberghien (1819-1901), alejadas del conservadurismo tan omnipresente en aquellos momentos.


[1] Krausismo. Sistema filosófico conocido con el nombre de panenteísmo o racionalismo armónico, según el cual el mundo es un ser finito que se desarrolla en el seno del Dios infinito, siendo Dios el fundamento personal del mundo. El mundo está diversificado en la Naturaleza y el Espíritu, que confluyendo en la Humanidad tienden a una armonía perfecta en el seno de Dios, mediante la racionalización progresiva de las instituciones humanas. Con lo que el krausismo, más que en la metafísica, hace hincapié en la ética y el derecho. Enciclopedia de la Cultura Española. Tomo 3, pags. 825, 826. Editora Nacional. Madrid 1966

[2] Panenteísmo. Según esta corriente filosófica y espiritual, se afirma la existencia de una divinidad (a la que se denomina Dios) separada pero no distante del mundo. Esta filosofía (de implicaciones espirituales) lleva aparejada la responsabilidad por el futuro del planeta, la sensibilidad social, la empatía y la dimensión social y política de la vida. https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=6411

Sanz del Río logró iniciar una reforma profunda de la enseñanza, y presentar una moralidad alternativa, basada en un espíritu humanista, tolerante y nada oscurantista. Algo absolutamente opuesto al tradicionalismo dominante en la España de la segunda mitad del s. XIX. A menudo, el krausismo español es considerado una vía intermedia entre la que fue corriente de pensamiento idealista (alemana) y el positivismo, dando como resultado el llamado ‘krausopositivismo’ de la segunda mitad del siglo XIX. Los krausistas fueron los primeros constructores de la Ciencia Política de principios del siglo XX, de hecho el primer Manual de Ciencia Política fue escrito por krausista Adolfo González Posada y otro destacado miembro de esa corriente filosófica, Gumersindo de Azcárate,  escribió uno de los primeros textos de Teoría Política. El krausismo español fue ocupando un lugar importante en el pensamiento de la época y fue una referencia ideológica. Los llamados krausistas tuvieron un papel muy importante en el proceso que llevó a la revolución de 1868 y la promulgación de la Constitución de 1869, muy influida por las ideas krausistas, en la abolición de la reaparecida esclavitud en la América española y en la instauración de la I República. En definitiva el krausismo español supuso un impulso de renovación y crítica social, un movimiento filosófico que pretendíaencontrar un sistema político y social más ético y más justo.

Julián Sanz del Río

La difusión del krausismo español se efectuó a través de autores como Fernando de Castro y Pajares, Francisco de Paula Canalejas, Manuel de la Revilla, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Manuel Sales y Ferré y, especialmente, Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), un personaje muy reconocido por haber sido el que fundó la Institución Libre de la Enseñanza, un órgano académico, en principio de carácter universitario y después abierto a otros niveles educativos, que tuvo una gran influencia en todos los órdenes de la cultura y la ciencia. Fue una escuela de orientación racionalista e ilustrada, inspirada en las grandes ideas de la filosofía europea de su época, que en sus estatutos se declaraba ajena a todo interés religioso, ideología o partido político, proclamando el derecho a la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la ciencia y el respeto a la conciencia individual

Los krausistas españoles fundamentaban la nueva política que propugnaban sobre la ciencia y la razón. Su liberalismo giró desde el individualismo a lo social, a lo solidario, considerando al individuo como un ser esencialmente social, pues creían que era en el seno de la sociedad donde se deben desarrollar los fines humanos de la vida, en perfecta libertad de asociación. Fundamentaban la política sobre la ciencia y la razón, estando sus ideas políticas basadas en dos pilares: la libertad y el derecho. La libertad la llevaban a todos los ámbitos de la vida, no sólo tenían en cuenta la libertad política y del derecho de sufragio universal, para ellos la libertad de asociación, de expresión, de pensamiento, la económica, en el arte, en la ciencia, de religión son igualmente esenciales. Para ellos la libertad no es un fin, es un medio para que el individuo consiga sus fines racionales para la vida. El hilo conductor para ello es la sociabilidad, la libertad de asociación, base de su liberalismo social, en el que es el concurso entre los individuos, la sociedad, la que debe vertebrar la vida, más allá del Estado y del individuo, construyendo la sociedad desde abajo.

El krausismo no considera al Estado-Nación la célula básica de la sociedad, para ellos ésta se vertebra por una escala que parte del individuo y pasa por la familia, municipio, provincia, región, la nación, la federación de naciones y la humanidad. Ello los llevó a plantear para España un modelo de vertebración desde el municipalismo, la vida de las provincias y la descentralización y, a su vez, apostar por un iberismo, que superando el Estado-Nación, fuera hacia una alianza entre Portugal y España, para llegar posteriormente a la construcción de una Europa moderna y unida y de la liga de las naciones.

Si la libertad es para los krausistas el medio, el derecho es el fin, la democracia moderna debe vertebrarse principalmente en torno al Estado de Derecho, incluso por delante de la soberanía nacional, puesto que, por ejemplo, aunque pudiera darse el caso de que una mayoría votase por legalizar la esclavitud, ello sería inadmisible pues iría en contra de los derechos inalienables del individuo. Los derechos del individuo no pueden ser establecidos o condicionados por ninguna Ley o Constitución al pertenecer al individuo. Sin embargo, al considerar al individuo como un ser imperfecto, los krausistas creen que las condiciones que necesita para desarrollar sus fines tienen que ser prestadas por el Estado, que debe ser el garante de los derechos de los individuos y el que debe darles las condiciones para desarrollarse en sociedad, sin llegar a invadir la vida de los individuos ni de las asociaciones constituidas por ellos.

KRAUSISMO, REPRESENTACIÓN Y DEMOCRACIA ORGÁNICA

El Krausismo, no se conformó sólo con ser un escuela filosófica, se presentó también con una doctrina política y practicó una acción política clara, diferenciada de los partidos tradicionales, en otras cosas, porque aquellos defendían las libertades en el sentido más radical. En definitiva, los krausistas defendían un modelo de democracia en la que lo esencial era la defensa de todas las libertadas, un sistema vertebrado alrededor de un Estado de Derecho. No admitía el modelo estatalista, ni el liberalismo clásico, abogando por un liberalismo social.

Quizás fue Enrique Ahrens el primero de los krausistas que bajaron a la arena de la política cuando, al tratar de la representación de intereses y de la democracia orgánica, y aplicando el modelo organicista de la sociedad, propio de los krausistas, señalaba:

El derecho de voto, sería ejercido por cada persona a la vez en dos géneros de grupos, porque, por un lado, pertenece a una familia, a una municipalidad, a una provincia, y ejerce en cada una de estas esferas, el derecho de elección para la constitución de los consejos correspondientes, y por otro lado, forma o debe naturalmente formar parte de un orden de trabajo o de cultura social, y cooperar con su voto a la constitución de los consejos o asambleas . . . , consejos que existen . . . en el orden económico, como cámara de agricultura, cámara de industria y comercio«.

En su concepción orgánica Ahrens contemplaba dos Asambleas o Cámaras de representación, la primera sería elegida por los representantes provinciales que, a su vez eran designados por los municipales y la segunda Cámara estaría compuesta de los representantes de cada sector cultural o de intereses. De esta manera Ahrens anteponía el voto plural e indirecto de la democracia orgánica al voto único y directo de las democracias liberales centrado exclusivamente en los partidos políticos.

Los krausistas españoles tuvieron gran influencia en la redacción del anteproyecto de la Constitución de la II República, según el cual el Senado iba arepresentar “los intereses sociales organizados”. De haber salido adelante aquel anteproyecto, esta segunda cámara iba a tener una estructura que hubiera sido la aplicación de la ideología corporativista, que propugnaba una democracia orgánica:

«…El Senado se compondrá de 250 Senadores: 50 elegidos por las Provincias o Regiones con sus Municipios; 50 por las representaciones obreras de los grupos de Agricultura, Industria y Comercio; 50 por las representaciones patronales; 50 por las Asociaciones de profesionales liberales, y otros 50 por las Universidades, Instituciones culturales y confesiones religiosas…»

Salvador de Madariaga, liberal y krausista,quetambién contribuyó de manera importante a contemplar la posibilidad de ensayar un Estado corporativo “para un mejor desarrollo de las libertades ciudadanas”, dejó escrito que nuestra psicología nacional tendía a un apasionamiento demagógico exagerado, por lo que recomendaba sustituir el multipartidismo por un sistema que calificó de “Democracia Orgánica”. Parece como si don Salvador tuviera dotes adivinatorias, porque describió certeramente, hace casi un siglo, la situación que llevamos sufriendo desde, al menos cuarenta y cinco años. Entonces no le hicieron caso, ahora parece que, a pesar de que muchas personas se sienten insatisfechas con nuestro sistema de gobierno representativo, las ideas de Salvador de Madariaga, Sanz del Rio, Salmerón y Giner de los Ríos, entre otros, no logran hacerse un hueco, por lo menos de momento, en esta España tomada por una partitocracia de cariz muy duro.

A pesar de todo, estos pensadores, europeos y españoles, se dieron cuenta de que, en el momento que les había tocado vivir, en un contexto general de agitación y con una sociedad europea fuertemente dividida, “era muy difícil llevar a la práctica el modelo organicista, sin una ardua labor que, desde los órganos de poder, lograra la necesaria desideologización”. Reconocieron que el pluralismo ideológico creciente y el galopante relativismo, que había traído la Revolución Francesa al acabar con el Antiguo Régimen, era un obstáculo demasiado difícil de superar en esos momentos, por lo que, apostaron por estudiar fórmulas más adaptables al signo de los tiempos, pero sin renunciar a futuras mejoras.

LA POSIBILIDAD DE UNA DEMOCRACIA BASADA EN EL MODELO ORGANIZISTA DE LA SOCIEDAD

Pero, el futuro no ha permitido recuperar un debate sosegado sobre la posibilidad de poner en práctica el modelo organicista para nuestro sistema político. Más bien al contrario, por lo menos en nuestro país el fraccionamiento político, con el añadido de una gran radicalización de las posturas ideológicas; los partidos secesionistas cada vez más levantiscos, que han olvidado “la política” para dedicarse en exclusividad a su racista ensoñación; un sistema educativo y universitario deficiente en cuanto a la mejora de la capacidad de análisis crítico de los educandos y el conocimiento de la historia y de nuestra sociedad; y una intensa propaganda bien financiada, en manos de unos cuantos medios de comunicación cada vez más dependientes del poder político y económico; han conducido a la ausencia de cualquier propuesta valiente y novedosa encaminada a superar la crisis de nuestro sistema político. Y, si alguna vez ha intentado asomar alguna idea de ese tipo y con esa finalidad, por encima de la mediocridad reinante, ha sido enterrada concienzudamente por la casta política encaramada en su torre de falso marfil.

Ahora, ante la crisis de esta democracia representativa en España, ya no podemos taparnos los ojos y la boca, debemos proponer soluciones innovadoras. En ese sentido, podríamos plantear la posibilidad de una reforma encaminada a asegurar la verdadera participación de los ciudadanos en las decisiones políticas, mediante los cauces de participación que se podrían abrir desde las unidades naturales de la sociedad: el municipio, la provincia, los organismos del ámbito laboral y empresarial, las asociaciones profesionales (colegios profesionales) y culturales.

¿Por qué no? Esa posibilidad es debatible, por supuesto. Es más, debería de debatirse, a pesar de la resistencia de esos políticos bien sujetos a sus prebendas. Todo por intentar mejorar nuestro sistema político y aproximarlo a una verdadera democracia, que corrija los defectos que ha ido acumulando este Sistema de Gobierno Representativo, esta Democracia Liberal , esta partitocracia, cada vez más alejada del pueblo titular de la soberanía y del Estado de Derecho.

Las instituciones o “unidades naturales de la sociedad” son su base y la mantienen viva. Son, por ello, los cauces a través de los que podría discurrir la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas desde los niveles más básicos a los más altos. Una participación que comenzaría en los distritos, los barrios, los municipios, las comarcas, en las Diputaciones Provinciales, y en otros organismos como sindicatos, Consejos y Colegios Profesionales, hasta llegar al Parlamento. De esta manera, mediante sucesivas elecciones/selecciones, llegaría al Parlamento y, en su caso al Senado, una selección de personas, elegidas mediante un cuidado y sucesivo proceso, iniciado desde la base de la sociedad, para producir legislación y, en su caso, otorgar la confianza a un gobierno y ejercer el control sobre él.

En todas estas instituciones no debería existir el mandato imperativo, ni la disciplina de voto, sino el mandato representativo. En este esquema los partidos políticos perderían su actual protagonismo, pero no tendrían por qué abandonar la arena política, podrían seguir interviniendo para el positivo debate de ideas que se debe producir en la sociedad.

Con este sistema se daría valor a un ser humano diferente y más completo que el del concepto liberal más individualista, un individuo en sociedad, un ser humano que estaría más próximo al concepto que del hombre tenía Ortega y Gasset: «El hombre es él y sus circunstancias». Porque, al admitir esa «diferencia de circunstancias», se le da a la igualdad un significado superior al del principio liberal y socialista de igualdad.

Hasta aquí solo he expuesto, de manera somera, una forma diferente a la actual para constituir las cámaras, consejos o Diputaciones de los representantes. Pero con ello no queda resuelta la necesidad de constituir gobierno. En este aspecto podrían volver a entrar en juego los partidos políticos, aunque no exclusivamente ellos. Para asegurar la separación del ejecutivo respecto de los órganos legislativos sería conveniente recurrir a la elección directa del Presidente de Gobierno, de los presidentes de la CCAA, de las Diputaciones y de los alcaldes de los Ayuntamientos. Los candidatos a esos cargos podrían ser propuestos por los partidos políticos o por otras organizaciones sociales que tuvieran la capacidad para organizar una campaña electoral.

Evidentemente, el cambio propuesto aquí puede verse como ilusorio, como algo inalcanzable en esta sociedad tan acostumbrada a dejar campar a sus anchas a los partidos políticos, tan acomodada en su consumismo y tan acostumbrada a la mentira permanente y los imposibles cambios de opinión. Pero, alguna vez los desmanes de nuestros políticos la pueden llevar (camino van de ello) a un callejón de difícil salida y entonces, quizás, se piense en esos remedios que no se tomaron a tiempo y en si es aún es posible dar el paso. De momento obsérvese con atención la deuda pública que con tanta alegría va aumentando nuestro aclamado y entregado gobierno, inmensa deuda que tenemos con acreedores externos en su gran mayoría. Deuda que nos hace cada vez más dependientes de oscuros personajes, deuda que España solo podría pagar si todos los españoles entregáramos a esos acreedores el fruto de, al menos, un año de nuestro trabajo. Es lo que hay y encima nos vienen con eso de que “no tendrás nada y serás feliz”.

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Luis Baile Roy

2 comentarios en “EXPLOREMOS OTROS SISTEMAS. ¿POR QUÉ NO?”

  1. Juan de la Lastra Díaz

    Los sistemas políticos de orden natural son: el municipio y el Estado.
    El primero porque está basado en la vecindad para resolver los asuntos de la comunidad próxima. El segundo por constituir la vertebración de la Nación, ente que, tras una historia y aspiración común, ensalza los valores de la sociedad de un pais.
    La provincia y la CA no son naturales, pues la primera no es más que una organización administrativa para articular la acción de un gobierno. La segunda por ser una mera ficción el ethos identitario nacionsl que, por sus regidores y grupos de interés, intenta o consigue sustituir los valores superiores de un pueblo por una definición falsa de vocación conjunta basada en unas características, muchas veces no, de territorio, idioma, e idiosincrasia representada falsamente para la satisfacción de ciertas élites nunca nacionales.

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