Me pregunto que puede ser eso de la “cogobernanza”. Para empezar esta palabra no está contemplada en el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), por lo que ya empezamos mal. Ni he encontrado en internet alguna definición válida de esa palabra, en todo caso siempre me remite al concepto de gobernanza.
Gobernanza, en un sentido amplio, se refiere a las diversas formas en que se coordina la vida social[1]. Andrew Heywood cree que son dos los cambios que se han venido produciendo en la sociedad y, en particular, en el gobierno contemporáneo, y que han promovido el interés por la “gobernanza”.
El primero, según él, es que los límites entre el Estado y la Sociedad Civil se han difuminado, debido sobre todo al empleo de técnicas de gestión del sector privado en los organismos públicos e instituciones estatales y por la importancia alcanzada por la redes de políticas públicas. Estoy de acuerdo en que se han introducido las referidas técnicas de gestión, que se han venido llamando la Nueva Gestión Pública (NGP), pero no siempre se han introducido con acierto, ni siempre han obtenido resultados eficientes. Todo es revisable y discutible, pero en lo que no estoy de acuerdo es en que por ello, se hayan difuminado los límites entre el Estado y la Sociedad Civil. Por lo menos con algunas de las instituciones que conforman el Estado español, como son los Partidos Políticos, el Parlamento y la mayoría de los gobiernos en sus diferentes niveles. Es más, si reconocemos que la independencia de la Sociedad Civil es uno de los tres caminos, junto a la Constitución y la división de poderes, para garantizar los límites de un gobierno, creo que vamos por mal camino y cada vez más rápido.
El segundo cambio al que hace referencia Heywood es la complejidad actual de la gestión de la sociedad moderna. En la actualidad un gobierno tiene importantes condicionantes por la existencia de gobiernos de nivel supranacional y subnacional, que indudablemente introducen, en mayor o menor grado, algunas tensiones competenciales. Por otro lado, también se encuentran con una gran cantidad de actores no estatales, instituciones y organizaciones mundiales, medios de comunicación, grupos de presión, sindicatos, empresas, etc. Tampoco un gobierno puede estar enrocado ni empecinarse en llevar adelante decisiones tomadas en solitario, o en compañía de inexistentes grupos de expertos.
En definitiva Heywood conviene en que la imagen tradicional de un gobierno de “ordeno y mando” ha sido tornada por otra que concede máxima importancia a la negociación, la consulta y la colaboración. Y eso es lo que él entiende como “gobernanza”.
En los años noventa la ONU ya empezó a utilizar el concepto de gobernanza en un sentido descriptivo y en un documento del PNUD se definió la gobernanza como “… el ejercicio de autoridad política, económica y administrativa para manejar los asuntos de la nación. Es un complejo de mecanismos, procesos, relaciones e instituciones por medio de los cuales los ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos y obligaciones y median sus diferencias”[2].
En esos mismo años también empezaron a surgir acepciones prescriptivas o normativas del concepto de gobernanza. Acepciones que trataban de la manera eficiente y correcta, de gobernar una sociedad, asociando el concepto de gobernanza a nociones tales como las de “buen gobierno”, “mejores prácticas de gobierno”, “nueva gestión pública”, etc. puestas en valor y detalladas por gran parte del mundo académico de las Ciencias Políticas y por organismos internacionales tales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), o la Unión Europea (UE).
Se me ha ocurrido que, como por estas tierras zaragozanas se emplea a veces la interjección “co”, en lugar de decir “chico” o “colega”, para llamar a alguien, pudiera ser que, en alguna visita de nuestro presidente autonómico a la Moncloa, se le escapara tan fina expresión al hablar de la necesidad de una mayor gobernanza. Algo así como: ¡COO! ¡Gobernanza es lo que hace falta!Y, siendo tan fino el oído y entendederas de Ivan Redondo, el actual Fouché español, introdujera la expresión “co-gobernanza” como nuevo concepto a utilizar en la jerga gubernamental, para cuando conviene crear la duda y confusión necesarias al objeto de mantener o recuperar la iniciativa.
No sé si la ocurrencia de Ivan ha dado, o dará, sus frutos, pero de lo que estoy convencido es de que lo están intentando desde que comenzó la llamada segunda ola de la pandemia. El “doctorcito” monclovita harto de ser criticado con malicia por la gestión de su “mando único” durante la primera parte de la pandemia, cansado de escuchar que estaba instalado en la mentira, el engaño y la continua contradicción, ha puesto en circulación el concepto de la “cogobernanza” para echarse a un lado y abandonar el pesado “mando único”.
Después de aquellas costosísimas vacaciones de verano, ya iniciada la segunda ola de la pandemia, el doctor volvió con renovadas fuerzas y abandonando, con gran sacrificio, su vocación por las pasarelas prácticamente desapareció de la escena pública, para concentrarse en su labor redentora y transformadora. Dejó la gestión de la lucha contra la pandemia en manos de las CCAA, pero se reservó los hilos y la cruz de los títeres.
Dejó de prodigarse en los “Aló Presidente”, logró una prórroga ilegal de seis meses del estado de alarma, pasando los trastos de torear a las CCAA y reduciendo al mínimo sus comparecencias en el Congreso de los Diputados, porque allí últimamente le afeaban demasiado sus acciones. Ya solo se prodiga en aquellas ocasiones de las que puede sacar rédito propagandístico, por pequeño que sea. Supongo que seguirá concentrado en la actividad legislativa, en su mayoría vía decreto por supuesto, dada la situación anómala del Congreso. Una actividad legislativa y dispositiva muy creativa que nos puede llevar, a corto y medio plazo, por la calle de la amargura si nos atenemos a las últimas creaciones apoyadas por el “Frente Frankenstein”.
Tan concentrado ha debido de estar en la labor de sacar a la Patria del medievo, que no ha reparado en controlar las puertas y ventanas de nuestra casa común, por donde se le han estado colado inmigrantes ilegales a miles, con y sin virus. Tan absorto está en dar forma a esas leyes tan vanguardistas, que no ha advertido como le entran por los tragaluces las nuevas cepas del virus, mientras la clase media, es decir la inmensa mayoría de los españoles, el principal muro de carga de la casa, se le está yendo al carajo.
En poco tiempo se cumplirá un año desde que la OMS declaró tardíamente la pandemia, una vez pasado el 8M, y aquí seguimos, en un tira y afloja de confinamientos y toques de queda insoportable, pero eso sí, con una cogobernanza que nos convierte en pioneros de una innovadora manera de gobernar. La cogobernanza, inventada casualmente, no es otra cosa que una mala copia de la gobernanza y, además, con truco. No es más que una manera de repartir trabajo y responsabilidades cuando algo se pone feo, pero sin llegar a entregar completa la caja de herramientas. Con esta forma de proceder esperan poder demostrar que los demás cometen los mismos errores y aguardan con cinismo a que acudan mansamente a ellos a pedirles su intervención.
No es que muchos de nuestros gobernantes más próximos, cada uno en su Comunidad Autónoma o Municipio, estén efectivamente cubriéndose de gloria en la gestión de esta larga crisis. Tampoco es que se les facilite mucho la labor ni desde el gobierno, ni por parte de algunos ciudadanos empeñados en jugar a la ruleta rusa. Pero el gobierno de la Nación mediante la dichosa cogobernanza está haciendo mutis por el foro, tanto en lo que se refiere a sus exclusivas competencias, como en las necesarias medidas de coordinación entre los supuestos “cogobernados”.
Puede que me equivoque, pero me da la sensación de que esta maldita palabra inventada, la cogobernanza, define el nuevo procedimiento de colocar el marrón al primero que pasa, mientras que, sin hacer ruido y distrayendo al personal con los errores de los demás, se legisla de manera revanchista y sin el consenso deseable y se demoniza a todo aquel que disiente o simplemente recuerda lo estipulado en la Constitución y las leyes de ella derivadas. Aunque, por lo visto estos últimos días, la dichosa cogobernanza también resulta ser el método adecuado para evitar un mayor desgaste político del candidato del PSC a la presidencia de la Generalidad de Cataluña, señor Illa, a la vez que se aprovecha la ocasión para incrementar el deterioro de imagen de los que han tenido que pringar con el marrón.
Por favor que no retrasen las elecciones en esa comunidad, a ver si se va de una vez ese señor tan poco fiable para todos menos para sus amigos. Menos mal que Don Simón ya ve el pico de esta tercera ola, como un experto surfista ya lo ve llegar. Ojalá pueda ponerse en pie en la tabla y se deje llevar….. y que no vuelva ni de la mano de D. Manuel Romay Beccaria, ni de Ana Pastor o Ana Mato.
LUIS BAILE ROY
[1] Andrew Heywood. Introducción a la Teoría Política. Tirant Lo Blanch. Valencia 2010. Pag. 95.,
[2] UNDP, Reconceptualising Governance, Discussion Paper núm. 2, Management Development and Governance Division, Bureau for Policy and Programme Support, UNDP, Nueva York, enero de 1997
1 comentario en “COOO….GOBERNANZA”
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