A pesar de la estafa del recibo de la luz, del dichoso virus chino y de la diversidad de normas y ocurrencias de las CCAA y del supuesto gobierno nacional, he podido salir de vacaciones. Pero esta vez he tenido que ir con más documentos que nunca y eso que no he salido de territorio nacional. Otros años he recorrido casi toda Europa solo con el DNI y la Tarjeta Sanitaria Europea, en pocos países de nuestro continente he precisado el pasaporte. En Marruecos con algún papelito para el vehículo y el pasaporte que te llenan de sellos ya estabas listo para disfrutar de su extraordinaria variedad de climas, paisajes, personajes y de los habituales controles, poco molestos por otra parte.
Por estas tierras y en estos tiempos se ha puesto de moda controlar nuestra vida, nuestros movimientos y, ya de paso nuestra manera de pensar. En estos extraños tiempos parece que hay una única forma tolerable de pensar y de expresarse. Si te sales del esquema la práctica totalidad de los medios de comunicación, incluso de la gente normal (previamente adoctrinada), te harán el vacío, sino te envían a galeras.
Aunque esté de vacaciones y sigo erre que erre, no me trago la patraña de la ley trans, no me convencen de la necesidad de proselitismo LGTBI en las escuelas, dejen ustedes en paz a los niños, den les balones y tirachinas, o muñecas y cocinas, a mi me da igual, pero dejen que el sol salga por peteneras, que saldrá, no se preocupen. Lo natural saldrá por si solo, como les ha salido a muchos de nuestros políticos, con toda naturalidad, la afición por vivir del erario, de forma permanente, sin haber dado palo al agua en su puñetera vida anterior, como les surgió su tendencia a la mentira y al gasto superfluo.
De vacaciones también se ve y se oye lo mal que lo ha pasado, y lo está pasando, el personal que está intentando mantener abierto su negocio o conservar su puesto de trabajo. Este verano, como en el anterior, también se ven las persianas echadas de todos esos negocios que no han podido aguantar el golpe de la crisis y a los que las exiguas ayudas de los múltiples gobiernos no les han llegado, o no les han solucionado nada en tiempo oportuno. Casi me da vergüenza estar de vacaciones, pero por otro lado pienso que, en alguna medida, estoy ayudando a salir a flote a los que aún no se han ahogado.
Dudo que tenga la misma sensación el presidente de algunos, en su retiro estival allende los mares, en semejante palacio, regalado al emérito por algún amigo árabe de abolengo y, que a su vez entregó a Patrimonio Nacional. Parece ser que no todo lo hizo mal el emérito. Parece, más bien, que el presidente prefiere no ver, ni en vacaciones, el desastre que ha organizado desde que en unión con los de Pablo, se ha dedicado a hacer que gobierna, cuando realmente lo que han hecho es descomponer lo que muy difícilmente habíamos levantado el resto de los españoles, los que nunca hemos vivido de la política como forma de vida, los que, en todo caso, habíamos creído que la política era un servicio al prójimo. Esos políticos de pasarela nunca sabrán que significa eso de “Vale quien sirve», ellos no valen un carajo.
Palma de Mallorca, 15 de agosto 2021
LUIS BAILE ROY