7 de julio de 2025 16:10

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

LOS FASCES DEL LATÍN FASCIS

¿Qué encontrarás en este artículo?

 A José Luis Campuzano Sherpa, del grupo Los Barones, antes de Barón Rojo le acusan de que, «de manera reiterada, ha solicitado que se reciba a los inmigrantes con metralletas y que se bombardeen los cayucos con nuestros F18. Sí es literal«, y por ello la “plataforma Rock contra el fascismo” le está montando un boicot en toda regla al concierto (conjunto con Obús) que tienen previsto dar en la Sala Riviera de Madrid. Libertad Digital le entrevistó para conocer su versión de los hechos. La entrevista no tiene desperdicio por la claridad con que se expresa Campuzano y por cómo pone en evidencia a esa pandilla de “perroflautas ignorantes”. Transcribo la entrevista tal cual y después haré unas consideraciones.

ENTREVISTA:

P: Sherpa, ¿es usted fascista?

R: No. Soy una persona normal que cumple su palabra, que paga sus deudas, que intenta ser un buen vecino y un buen compañero. ¿Eso es fascismo? Pues entonces, sí: sería fascista, claro.

P: ¿Se vende barata la palabra «fascismo»?

R: Es la muletilla de todo ignorante y de todo fanático. Además, si ser fascista es querer a tu país y creer en la dignidad de tu país, que no quieras que te invadan por las buenas ni que arrinconen tus costumbres y tus ideales los que vengan de fuera, pues entonces, también soy fascista, claro.

P: Los firmantes del manifiesto «Rock contra el fascismo» le acusan de normalizar «un discurso rancio, profundamente racista, xenófobo y homófobo».

R: Cuando alguien tiene mala fe, tergiversa todo lo que tú escribes. Yo soy muy chistoso, tengo un sentido del humor, a veces, ácido, y en las redes, concretamente, en Twitter, porque Facebook lo chapé, critico a los personajes públicos a los que les pagamos el sueldo. Y tenemos todo el derecho a criticarles, primero, por la libertad de expresión; segundo, porque están a nuestro servicio y, si no cumplen bien, tenemos todo el derecho a criticarles. De la manera más suave a la manera más ácida. Entonces, si yo, por ejemplo, pongo un chiste sobre la ley enloquecida de la ministra Irene Mantero, una ley absurda en la que un tipo se levanta por la mañana y dice «pues yo me siento mujer», y va al registro y dice: «Oiga, soy una mujer y me llamo Pepa», si yo ridiculizo eso diciendo «un tío se levanta y, de la noche a la mañana, se declara mujer, y entonces va a los JJOO, participa en una prueba de vóley playa, ¿cómo hará para que, cuando salte, no se le salgan los huevos por el bikini?», por ejemplo. «¡Buaaah, tránsfobo!». ¿Eso es tránsfobo o es una coña sobre esa ley absurda? Si digo: «Vamos a ver, si estamos completamente invadidos en las Canarias, pobres hermanos canarios, pobres compatriotas, ¿para qué tenemos nuestro Ejército? Lo pagamos para que nos defienda de invasiones, y eso es una invasión en toda regla. ¿Por qué no bombardean los miles y miles de cayucos que se ven en las fotos de satélite, esperando a ser usados por las mafias, trayendo a unos inmigrantes que son tíos como castillos, bien nutridos, con su móvil, su relojito y su hostia?». Y me acusan de querer bombardear a los inmigrantes.

P: Señalan que usted ha solicitado «que se reciba a los inmigrantes con metralletas».

R: Cuando desembocaron como 5.000 inmigrantes en las Canarias, hace ya meses, dije: «Si los franceses tuvieran este problema en Córcega, les faltaría tiempo para ametrallarlos». Estoy comparando el celo que ponen los franceses al defender su nación con la cobardía que hemos tenido nosotros siempre. Como el suceso del Alakrana: nos llenó de vergüenza absoluta con este JEMAD traidor, que cuando los piratas somalíes estaban huyendo con cinco millones de euros nuestros, de los españoles, les tenían a tiro y les dejaron marchar. Para que encima, fomenten más el terrorismo y fomenten más armas. ¿Sabes qué hicieron los franceses en la misma situación? Ametrallarles. Entonces, estaba haciendo esa comparación. ¿Quiere eso decir que yo estaba diciendo que ametrallen a los inmigrantes? En absoluto. Simplemente, estoy reclamando que nuestro Ejército nos defienda. Porque si no, disolvamos el Ejército. Nos ahorramos una pasta, tío. Lo que decía el Muñeco de la Moncloa (Sánchez): «El Ministerio de Defensa no vale para nada». ¿Será posible? Que un presidente del Gobierno te diga eso… En fin, eso es lo que tenemos: una patulea de ignorantes, de indocumentados, de hooligans. Aparte, tienen la misión de machacarme porque es la consigna de Podemos.

P: ¿A qué cree se debe esta llamada al boicot? ¿Hay envidias previas, odio ideológico…?

R: Hay de todo un poco. Sobre todo, es ideológico. Ni siquiera ideológico: es fanático. La ideología que estos tienen es puro fanatismo. De ideología, nada. La ideología tiene algo de digno, de empaque. La ideología de estos es: «La derecha tiene que ser eliminada». Y en la derecha meten a todo el mundo que no está de acuerdo con ellos. Yo nunca me he considerado de derechas. Con el tiempo, a medida que he ido creciendo, he ido cambiando. Con quince años, era un comunistilla de estos que decía «ay, Cuba, Fidel Castro, fíjate». Vas creciendo, y votas al PSOE, «yo soy socialdemócrata», pero vas leyendo y, al final, te conviertes, políticamente hablando, en liberal. Yo soy liberal humanista. ¿Me consideran derecha porque quiero que mi país sea tratado dignamente en el mundo y viva en paz? En ese caso, pues sí, soy de derechas y a mucha honra.

P: ¿Hay algún firmante que le haya sorprendido? ¿Algún et tu, Brute?

R: Mariano Muniesa y Óscar Sancho. Nuestra relación era buenísima. Los consideraba amigos, de toda la vida. ¿Qué pasa? A raíz de la pandemia y de que todo se ha enconado mucho y de que ha habido mucha mierda metida por parte de ese personaje tan malvado y tan peligrosísimo como es Pablo Iglesias, se han envenenado las relaciones entre todos. Ya empezó con Zapatero, con ese personaje diabólico. Entonces, gente a la que apreciabas de verdad, como Óscar Sancho y Mariano Muniesa, van a por ti, a degüello, como fieras salvajes. Y dices: es una consigna que les han dado. Están en Podemos porque quieren pillar. De hecho, Mariano Muniesa se ha presentado varias veces como concejal y no ha salido. La verdad es que sí, me he sentido muy sorprendido. Pero también te digo una cosa: ya, casi a mis 71 años, los traidores y los desagradecidos no me pillan de sorpresa.

P: ¿Ha pensado en defenderse en los tribunales?

R: Lo he pensado. Me acusan de cosas que son delito. Ahora, tengo una discusión con Óscar Sancho. Me han pasado una grabación en la que suelta una serie de mentiras y revela datos clínicos míos. Eso es un delito flagrante. Por la forma que hablaba, yo creo que no estaba normal. Iba ciego de algo. Tío, te estás jugando que vaya a Plaza de Castilla y presente una querella criminal contra ti. Pero mira: yo me considero cristiano, no católico, sino seguidor de Cristo, y es muy difícil seguirle, pero tengo esperanza en Él, creo en Él…

P: Es jodido poner la otra mejilla.

R: Eso lo dijo hace 2.000 años. Si viniera otra vez, diría: «Chavales, esto era hace 2.000 años. Ahora, nada: si te dan un golpe en la mejilla, patada en los cojones. Automáticamente» (risas).

P: ¿Había vivido, previamente, alguna situación similar?

R: No, pero todos son experiencias en la vida. Yo me considero un guerrero. Soy muy seguidor de Carlos Castaneda. Las enseñanzas de don Juan me enseñaron mucho. Y he aprendido que somos guerreros en esta vida, y que combatimos contra nosotros mismos. Lo digo en una canción mía, «Tu revolución»: estamos combatiendo contra nuestras mierdas interiores, que luego se proyectan al exterior». Me considero un guerrero y, bueno, todos los combates que me mande el cielo, que me mande el espíritu, como dice Castaneda, los acepto con honor e intento hacer lo impecable. Hay que hacer lo correcto siempre, aunque no haya nadie viéndote.

P: Por cierto, sus compañeros de Obús, con quienes comparte cartel, ¿qué le dicen?

R: Con Fortu no he tenido ocasión de hablar; con Paco, sí. Les aprecio mucho y con Paco siempre he tenido una relación excelente. Yo lo siento por ellos, de verdad. Se han visto metidos en un marrón… pero también te digo una cosa: están teniendo publicidad gratis con esto (risas). ¿Qué quieres que te diga? Aquí estamos dispuestos para la batalla.

Hace unos años, uno de esos veranos en los que he tenido el acierto de pasar unos días en Galicia, estuve en un concierto de Barón Rojo en Cedeira. Desde luego no me parecieron fascistas ni el grupo de rock, ni Campuzano, ni su animada audiencia, más bien todo lo contrario. Puede que con el paso de los años el Sherpa haya cambiado sus opiniones sobre algunos aspectos de la vida, está en su derecho, pero de ahí uniformarse con una camisa negra va un trecho muy largo y este rockero no lo ha recorrido. Lo que puede haber ocurrido en este caso es que a los perroflautas ignorantes” se les están dando demasiadas alas y pocas lecturas.

Hoy día la utilización del término “fascismo” o “fascista”, además de ir habitualmente acompañada de desprecio, es muy simplista y confusa, o mejor, errónea. Los que suelen utilizarla para insultar, menospreciar, estigmatizar, o adoctrinar la emplean en alusión a todo tipo de sistema que esté fuera de sus estrechos parámetros políticos, si los tienen. Deberían saber, por ejemplo, que no se debe confundir al fascismo italiano de Mussolini con el nacionalsocialismo del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, similares en varios aspectos, pero diferentes en otros. En su esfuerzo por mantener su pereza intelectual también meten en el mismo saco todo tipo de sistema, desde las dictaduras más totalitarias, hasta los sistemas políticamente conservadores, pasando por las diversas graduaciones y variaciones de los regímenes autoritarios.

Fascismo y nacionalsocialismo comparten la preponderancia de la acción sobre la ideología. Mussolini decía en 1919 que “nuestra doctrina es el hecho”. Por su lado Hitler en la campaña electoral de 1933 se negó a presentar un programa alegando que “todos los programas son inútiles, lo que importa es la voluntad humana”. Ambos hacen de la política casi algo mitológico, uno soñaba con un imperio romano y el otro se aferraba a los mitos del romanticismo alemán y, dentro de esa mitología, tanto en un caso como el otro, aparece el “jefe carismático” que mantiene con su pueblo una comunicación tan extraordinariamente estrecha que puede llegar incluso al éxtasis. Tanto fascismo como nacionalsocialismo siguen la concepción soreliana[1] del mito, que ofrece un futuro mítico, una esperanza de lo que puede ser el hombre y la nación. Los dos movimientos coinciden también en su oposición a los principios de la democracia igualitaria y en una concepción anti-igualitaria de la sociedad.

Fascismo y nacionalsocialismo difieren en que, aunque ninguno de los dos se preocupan por el origen y formación de las élites, simplemente aceptan su existencia, Mussolini piensa en la superioridad de los gobernantes, mientras Hitler lo hace en la superioridad de la raza aria. Tampoco coinciden en su concepción del Estado, para el fascismo el Estado lo es todo y los individuos deben estar subordinados a él, “todo en el Estado, nada fuera del estado”, es una realidad anterior y superior a la nación que da al pueblo una voluntad y una existencia efectiva. Para el nacionalsocialismo, aunque evidentemente la máquina estatal era omnipresente, el Estado nacionalsocialista era un simple instrumento del pueblo alemán (Volk) considerado como realidad histórica y biológica, un organismo viviente (parecido al significado que le dan los nacionalistas vascos y catalanes en España) . Un rasgo distintivo del fascismo italiano fue su particular corporativismo, basado en unas corporaciones que estaban al servicio del Estado y que, en lugar de constituir una sistema autorregulador de los intereses corporativos, eran un vía de penetración del poder político para ejercer su dictadura sobre la economía y el pensamiento. Otra notoria diferencia entre ambos movimientos se encuentra en el tema de la raza, pues las ideas políticas de Hitler se basan en parte en el darwinismo, ya que coloca a la raza junto a los otros dos principios fundamentales de su política: la desigualdad y la lucha, mientras que en el fascismo italiano no se da la exaltación de la raza, solo se busca la expansión del poder italiano, utilizando la ilusión por un imperialismo fascista emulador de antiguas glorias.

Tanto el fascismo como el nacionalsocialismo se incluyen en lo que se denomina “totalitarismo”. Por ello sería conveniente que estos “perroflautas ignorantes”, entre los que, en algunos momentos, hemos tenido hasta ministros (incluidas ellas), tuvieran en cuenta los criterios, generalmente aceptados, que caracterizan al totalitarismo, según lo expuesto por Friedrich y Brzezinski en su libro “Totalitarian dictatorship and autocracy”:

          Una ideología oficial, es decir, un cuerpo oficial de doctrina que cubre todos los aspectos de la vida humana.

          Un sistema de partido único dirigido por un dictador.

          Un sistema de control policiaco.

          La concentración de todos los medios de propaganda.

          La concentración de todos los medios militares.

          El control central y la dirección de toda la economía.

Lógicamente esos vociferantes podrían deducir que, además del fascismo y del nacionalsocialismo, se dan esos criterios en otros sistemas políticos del pasado y del presente. Se dan, en mayor o menor grado, en sistemas autoritarios en los que, en algunos casos, tampoco cumplen con algunos de esos criterios. Y, por supuesto, se han dado y se dan en países que están gobernados por las opciones políticas que adoctrinan, lanzan y amparan a esos que rezuman odio mientras le gritan a cualquiera “fascista”. Por ello, aunque solo fuera por un elemental sentido de la prudencia, ante tal evidencia, deberían medir sus palabras y enseñar a medirlas.

 Dicho esto, tengo que admitir que no espero ningún comedimiento de los “perroflautas ignorantes”, ni de los políticos que les jalean, sean de alta escuela como el doctor Sanchez, o de baja como la señorita Adriana Lastra o Irene Montero. Y lo peor es que, poco a poco, van cumpliendo etapas y aproximando nuestro sistema político, evidentemente mejorable, a algunos de los criterios que Friedrich y Brzezinski fijaban para distinguir al totalitarismo.

Palma de Mallorca, 8 de agosto de 2021

LUIS BAILE ROY

 

 



[1] Esta concepción «porvenirista» del mito de Sorel será esgrimida por José Carlos Mariátegui (1894-1930), marxista y soreliano: «El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza súper-humana; los demás hombres son el coro anónimo del drama». https://studylib.es/doc/7517710/crítica-de-la-concepción-soreliana-del-mito-resumen.

 

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