Se nos han plantado aquí los jefes de Estado y primeros ministros de los países miembros de la OTAN y de unos cuantos invitados, para asistir a una cumbre que, según las palabras del exagerado Albares, marcará un hito semejante a la caída del Muro de Berlín. No estoy muy seguro de que la comparación sea acertada, de lo que sí estoy convencido es de que esta cumbre ha reforzado el vínculo transatlántico sólo con la finalidad de aislar y debilitar a Rusia, porque donde EE. UU. seguirá echando el resto será en el área de Asia-Pacífico y no le viene nada mal mantener a su rival ruso cuanto más debilitado mejor y, si es a costa de los de este lado del Atlántico, la jugada le sale redonda .
También estoy seguro de que Biden se ha ido satisfecho del compromiso adquirido por los tacaños europeos de hacer propósito de enmienda e invertir más en Defensa. Ese era, sin duda, un cambio de actitud necesario en la mayor parte de los países europeos y no digamos en una España no totalmente cubierta por el paraguas del artículo 5 del Tratado atlántico. Pero deben tener en cuenta que el objetivo de ese cambio no tiene porque ser totalmente coincidente con los intereses geoestratégicos norteamericanos. O quizás por no serlo el cambio estaría más justificado.
Biden también ha logrado que el conflicto en Ucrania se mantenga activo de la manera apropiada para seguir desgastando poco a poco a Rusia, mientras la OTAN despliega algunas fuerzas más en los países fronterizos con ese país, obligando a los rusos a acometer un esfuerzo añadido en esas fronteras. También ha logrado que las importaciones europeas de gas ruso se reduzcan muy considerablemente mientras, vía marítima, nos envía su gas a precios bastante superiores.
Es decir, a EE. UU. le está saliendo la jugada de cine, como siempre pasa cuando se trata de los primos europeos. La prueba es que el dólar ha logrado la paridad con el euro, si no lo supera ya hoy.
En España esta cumbre le ha permitido a Pedro Sánchez volver a demostrar su dominio de la pasarela y mantener distraído a un pueblo cada vez más narcotizado por el continuado falseamiento de la realidad, mediante la inestimable ayuda de unos medios de desinformación cada vez más chabacanos y menos útiles socialmente.
A Sánchez, pero también a nuestros políticos en general, estos eventos les vienen muy bien. Con estas exhibiciones desvían la atención de lo que se nos viene encima, que no es precisamente por culpa de guerra de Ucrania, la cuestión venía de lejos. Toda Europa va a sufrir un retroceso económico considerable, porque todos, o casi todos los países, han descuidado los deberes y se han olvidado de ajustar las cuentas para evitar el exceso de déficit presupuestario y la consiguiente deuda pública. Pero el pecado ha sido más grave en España, Italia, Portugal y Grecia. Irlanda hace años que logró salir de ese grupo de países mal gestionados, gracias a importantes cambios estructurales.
El caso español va a ser especialmente doloroso porque nuestra deuda es inmensa y no parece que el actual gobierno tenga intención de controlar el déficit público, más bien al contrario parece que por mantenerse en el poder es capaz de conceder lo que no tiene a cualquier destripaterrones que le tenga agarrado por donde más le duele. Pero, aunque se produjera próximamente un cambio de responsables (o irresponsables) políticos, no lograríamos salir del bache que nos espera para muchos años. Hemos estado pecando durante mucho tiempo sin pasar por el confesionario, ni hacer el más mínimo acto de contrición. No se modernizó la estructura productiva con la que contábamos al final de los años 70, cuando el camino hacia la convergencia con el PIB per cápita europeo era esperanzador, simplemente nos la hemos cargado casi por completo, incluso en el caso del sector primario. Ni se modernizó suficientemente aquella estructura productiva, ni se invirtió en I+D+i, solo nos dedicamos a deslocalizar industrias y a potenciar el sector servicios, mientras sacrificábamos nuestro sector primario siguiendo los dictados de una UE no que parecía querer admitir nuestra competencia.
Paralelamente se ha ido montado una estructura estatal desmesurada, en parte corrompida e insostenible. Con lo que les gusta a nuestros políticos, sobre todo a los perroflautas, hablar de sostenibilidad, ¿por qué no se cuestionan de una vez por todas la del Estado de las Autonomías?, causa de gran parte de nuestro déficit y una estructura actualmente cuestionada incluso por la UE.
No es posible mantener un Estado con exceso de peso y arterioesclerosis con una población activa tan reducida porque, a pesar de los cantos de la sirena Yolanda Díaz, en cuestión de paro, temporalidad y precariedad laboral todo sigue igual, excepto por el incremento del empleo público, que no es precisamente el que necesita España. Esa señora trata de engañarnos cambiando el nombre de los empleos temporales por el de fijos discontinuos, pero la realidad es la que es: son gente que deja de producir durante algunos periodos más o menos largos, la diferencia es que ahora no los cuentan como parados. Muy lista la señora ministra.
En España, pero también en la UE, llevamos tantos años gobernados por mediocres, hemos estado tantas veces entregando el poder decisorio a unos representantes tan ineficaces, cuando no ignorantes, que ahora es difícil corregir el rumbo y lo vamos a pagar con unos cuantos años de escaseces. Ya da igual que los echemos con cajas destempladas, los que les sustituyeran, por muy buenos que fueran, por sabios, honrados y eficientes que demostraran ser, no podrían evitar tenernos un tiempo en el purgatorio. Pero la esperanza es lo último que se pierde, quizás con ese nuevo tipo de gobernantes, con el tiempo, podríamos salir de la zona de penitencia.
Por todo esto, la cumbre de la OTAN, la tan manoseada nueva normalidad (o más bien anormalidad), la mal entendida globalización y todas esas zarandajas me la traen al pairo. Me preocupan más esas veleidades ideológicas de nuestro gobierno y sus indecentes y abyectos socios que les tienen tan absorbidos sus escasos sesos como para llevarnos, como nos están llevando, a la ruina.
LUIS BAILE ROY