UNA CONVERSACIÓN SIN TRASCENDENCIA
No hace mucho, a colación de la demora en la renovación del Tribunal Constitucional, alguien cercano me reconoció que «su ideología le hacía posicionarse del lado de las tesis del gobierno«. Así, sin más, sin atender a las circunstancias que rodeaban al caso, ni a las condiciones legales exigibles para proceder al relevo de la tercera parte de los magistrados. Aquella conversación que no llegó a ser debate en ningún momento, que ni siquiera acabó en una enriquecedora discusión, paso entonces sin trascendencia para mí.
Aquella conversación resultó ser superficial debido, por un lado, a la escasa información de mi interlocutor al respecto. Y, por otro lado, porque con el paso de los días no he logrado estar convencido de que tuviera clara la ideología a la que hacía referencia intrínseca, considerando sus posicionamientos ante la vida.
AFERRARSE A LA IDEOLOGÍA
No obstante me resultó curioso o, mejor dicho preocupante, que se aferra a su supuesta ideología para adoptar una postura inequívoca, teniendo en cuenta la exposición de los motivos legales del retraso de la renovación, así como de la imperiosa necesidad de un Poder Judicial independiente, el otro caballo de batalla del actual gobierno y de otros anteriores en sus intentos por acabar con la democrática separación de poderes. La ideología le hacía adoptar una postura determinada, sin el más mínimo atisbo de análisis y justificación.
MUERTO MOSTESQUIEU, SE ACABÓ LA RABIA
Ya sabemos que desde que Alfonso Guerra, en 1985, declarara la muerte de Montesquieu en España, los dos partidos mayoritarios, los separatistas y algún despistado advenedizo han estado colocando en el CGPJ y en el TC a sus peones togados. Han pasado ya 38 años y puede que por eso nos hayamos acostumbrado a oír hablar de magistrados «progresistas» y «conservadores». Los primeros relacionados con la izquierda, aunque a veces también con lo más retrógrado del independentismo. Una relación esa que, a mi entender no es nada acertada por lo que conocemos de la izquierda por estas latitudes, una izquierda trasnochada, desnortada y entregada a los caprichos de unos cuantos multimillonarios con ocurrencias globalizadoras. Quizás por eso hemos empezado a dejar de creer en la independencia del Poder Judicial y del TC.
A VUELTAS CON LA IDEOLOGÍA
Con el tiempo, aquella intrascendente conversación me ha hecho repensar el significado de «ideología», su influencia en nuestra sociedad y en el comportamiento de las personas. Me ha llevado también a considerar su relación con las «ideas», con ese mundo en el que deberíamos pasar mucho más tiempo y del que tendríamos que saber extraer la nuestras propias.
Según la RAE la ideología es «el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.«. En principio todo puede parecer normal, incluso positivo. Lo malo empieza cuando, como ocurre en la realidad, una ideología pretende imponerse por los procedimientos que sean, incluidos los ilegales y hasta los que atropellan la libertad y la vida de las personas.
A menudo las ideologías alienan y alejan a las personas de la sana costumbre de pensar, analizar con sentido crítico y mantenerse intelectualmente libres. Frecuentemente ofrecen sus seguidores un paquete de ideas simples y de respuestas regladas, con las que transitar por la vida sin la más mínima necesidad de contraste o de falsación. Resultan poco dinámicas, con escasa capacidad de mutación ante circunstancias cambiantes.
Por eso recordando aquella absurda conversación, he llegado a la conclusión de que es más importante tener ideas que una ideología. Sin querer decir con ello que todas las ideologías sean intrínsecamente algo negativo. Las hacen así los políticos que las utilizan con zafiedad.
LAS IDEAS
En cambio las ideas surgen del razonamiento, de la reflexión, de la búsqueda y adquisición del conocimiento. Las ideas evolucionan dinámicamente al contratarse con la realidad. Son la verdadera fuente de soluciones a los problemas de nuestra sociedad.
Nuestros políticos están faltos de ideas, por lo menos de buenas ideas, y sobrados de ideologías encasilladas. Se les oye repetir como papagayos las consignas dadas por su amado lider, sin la más mínima variación, sin ninguna vergüenza y con el estúpido aparente convencimiento de que la ocurrencia de turno es el no va más.
Pero, desde cuándo no han tenido una sola idea que haya resuelto, por ejemplo, el problema de la vivienda en España. Y eso ya no es cuestión de ideologías, es un problema social de primer orden que ningún partido ha abordado con rigor y menos se ha acercado a la solución.
En lugar de dedicar sus esfuerzos a intentar lograr tener ideas con las que poder solucionar los verdaderos problemas de los españoles, nuestros políticos se dedican a aplicar medidas ideológicas a una infinidad de asuntos que nos enfrentan, nos distraen y sobre todo nos la traen al pairo. Pero, eso sí, siempre procurando entorpecer la iniciativa privada y convirtiendo la administración en un Castillo de Kafka impenetrable e incomprensible.
Y ya que estoy por Extremadura me preguntó: cómo es posible que no haya llegado el AVE hasta aquí?. No sólo eso, cómo es posible que lleguen los trenes en las condiciones que lo hacen actualmente? Seguramente con el presupuesto de tres o cuatro ministerios, de los considerados prescindibles, y con un mínimo de contención en gastos injustificables este problema estaría resuelto desde hace años.
1 comentario en “IDEAS E IDEOLOGÍAS”
Como cada domingo artículo oportuno claro y muy fácil de leer
Por desgracia es fácil adoctrinar controlando los medios de comunicación masivos y procurando que los ciudadanos tengan la menor formación y educación posible cuando se termina la enseñanza obligatoria
Juan Muñoz Ajo