7 de julio de 2025 14:45

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

UN ANÁLISIS RESUMIDO DE LAS CAUSAS DEL PROBLEMA DEMOGRÁFICO ESPAÑOL

¿Qué encontrarás en este artículo?

ESTADO DE LA CUESTIÓN Y PREVISIONES

La tasa media mundial de fecundidad es de 2,3 hijos por mujer y en España estamos en el 1,3. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer cuatrimestre de 2023 nacieron 103.443 bebés, cifra que superó a la baja el mínimo que se alcanzó en el mismo periodo de 2021 con 104.510. A estas frías cifras hay que añadir la no menos heladora de que en 2050 el porcentaje de mayores de 65 años alcanzará el 30 % de la población española, lo que podría complicar más la situación.

El INE en su documento de “Proyecciones de Población para 2022-2072” ha vaticinado que entre 2022 y 2036 nacerán en España 5,5 millones de niños, un 14,2% menos respecto a los 15 años previos. Pero ha dejado abierta una ventana a la esperanza al prever un repunte de la natalidad a partir de 2058, eso sí, debido a la “llegada a las edades de mayor fecundidad de generaciones” cada vez más numerosas, frase que en mi opinión hace alusión a un incremento importante de la inmigración.

Por ello, en sus previsiones para los siguientes 15 años, 2036-2072, el INE cree que la población crecerá en unos 4 millones de personas más y que el saldo migratorio compensará al balance vegetativo negativo. Pero no hay que mirar mucho al futuro para ver lo que está sucediendo, en la actualidad el crecimiento de población registrado entre julio de 2022 y de 2023 es debido en su mayor parte (94,48 %) a la población de nacionalidad extranjera, según datos provisionales de la Encuesta Continua de Población (ECP) del INE.

A este estado se ha llegado por muchos motivos, casi todos ellos relacionados con un importante cambio social, en el que ha influido de manera importante un galopante relativismo y una forma de hacer política muy partidista, encerrada en visiones cortoplacistas y alejada de las verdaderas necesidades sociales actuales y futuras.

ALGUNAS CAUSAS DE LA BAJA TASA DE FECUNDIDAD

RETRASO EN EL MOMENTO DE LA MATERNIDAD

Nuestro país logró alcanzar en 2021 la segunda posición entre todos los países de la UE en lo que se refiere a la edad en la que las mujeres tienen su primer hijo (32,61 años). Pero ese mismo año superábamos a todos en el porcentaje de niños nacidos de mujeres mayores de 40 años (10,71).

El porcentaje de nacimientos de madres mayores de 40 años en los países del sur de Europa no está muy alejado del de España. Por ejemplo, en 2021, en Grecia era el 9,74 %, en Italia el 8,72 % y en Portugal el 8,49%. Algo debemos tener los países de la cuenca mediterránea y Portugal, puede que sea nuestro estado del bienestar familiarista, puede que tenga algo que ver con la calidad de nuestros políticos y las políticas que llevan, o dejan de llevar, a cabo, o vayan ustedes a saber por qué, pero el hecho es ese y nosotros estamos a la cabeza de esa que podríamos llamar anomalía. Singularidad que no se da, por ejemplo, en Rumanía (3,25 %), en Alemania (4,88 %) o en Francia (5,06%).

Estos datos pueden ser interpretados como a cada cual le dé la gana, pero no se puede negar que evidencian la existencia de algunos problemas sociales a los que no se les ha sabido dar solución, y de los cuales, en este artículo, pretendo sacar a colación los que, para mí, son capitales. Creo que la mayoría de las mujeres estarán de acuerdo en que la maternidad se lleva mejor a edades más tempranas de las que estamos hablando. Por lo tanto, se puede suponer que, aquellas mujeres que, deseando ser madres, retrasan el momento para tener su primer hijo no lo hacen por gusto, lo hacen porque se ven abocadas a ello.

TARDÍA EMANCIPACIÓN. PROBLEMA DE LA VIVIENDA

Cada vez se retrasa más la salida de la casa de los padres. Según datos de EUROSTAT, la edad media en la que los jóvenes españoles deciden abandonar la casa paterna es de 30,3 años, casi cuatro años más que la media europea, pero en este caso solo estamos en el quinto lugar de la UE. Con los países nórdicos nos separan casi 10 años, pero claro debemos considerar que son sociedades con costumbres muy diferentes a las nuestras, algunas imitables y otras no, porque por esas latitudes no todo el monte es orégano.

Lo que sí está claro es que la edad de emancipación de la juventud tiene una fuerte correlación con el paro juvenil y en eso volvemos a ser los campeones de la UE (32 %), a pesar de los esfuerzos (evidentemente baldíos) de Yolanda Díaz.

A parte del vergonzoso paro juvenil, de la evidente ventaja económica que supone seguir en casa de los padres incluso durante los primeros trabajos, y de la comodidad de la que se disfruta, existen otras razones que hay que tener en cuenta:

  • La temporalidad del empleo. Aunque ahora se hayan enmascarado las temporalidades con la nueva denominación de “contratos fijos discontinuos”. El problema sigue existiendo y la precariedad a la que conduce sigue presente. Según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), en el primer semestre de 2022 la temporalidad llegaba al 60% entre los menores de 25.
  • Elevados precios de la vivienda, tanto en propiedad como en alquiler. Lo que obliga a tener un salario que raramente se consigue y para sólo lograr una vivienda precaria o compartida.
  • Falta de adaptación de la enseñanza universitaria, secundaria y de la formación profesional a la realidad laboral de la sociedad actual.
  • Falta de incentivos al empleo juvenil y de becas para estudios.

En concreto, en la cuestión de la vivienda, a pesar de que existen opciones asequibles en ciertas zonas de España y en condiciones humildes, lo cierto es que en muchas poblaciones el precio del alquiler y de la venta de vivienda ha alcanzado niveles inadmisibles. La especulación desenfrenada por parte de todo tipo de personas físicas y jurídicas hace muy difícil conseguir a precios razonables una vivienda para formar un hogar.

La vivienda tampoco parece ser una de las cuestiones que motiven mucho a los responsables políticos, siendo quizá uno de los principales obstáculos para los jóvenes que quieren emanciparse y formar un hogar. Las leyes de vivienda con las que se les llena la boca a nuestros políticos, sobre todo a los populistas, no han arreglado prácticamente nada, los jóvenes y menos jóvenes siguen teniendo el mismo problema: tienen que dedicar casi la mitad de su sueldo a la vivienda.

El demógrafo y catedrático Julio Vinuesa escribió que “…adquirir una vivienda costaba, además, el 50% de la renta familiar, convirtiendo el mercado español de la vivienda en uno de los más caros del mundo. Y las viviendas públicas en alquiler representaban solo el 2%, frente al 18% de la UE”.

Una vergüenza para nuestros políticos que dedican más dinero de los presupuestos a propaganda oficial, a subvenciones a prescindibles ONG,s y a “descontrolar” la inmigración que a la verdadera vivienda social.

COSTE ECONÓMICO Y SACRIFICIO DE TENER HIJOS

Según un estudio de 2016 realizado por Paola Martí, periodista de La Vanguardia[1], que tomó como referencia el informe elaborado por la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) en el año 2006, el gasto que suponía un hijo durante los tres primeros años de vida alcanza los 14.196 Euros/año. Este estudio incluía alimentación, ropa y calzado, juguetes, accesorios (silla/coche, cuna, cambiador, silla de coche, habitación…), sanidad. Las cantidades que suponían cada uno de los conceptos fueron actualizadas según el IPC de los 11 años trascurridos desde el informe de la CEACCU.

También consideró el mencionado estudio la aparición de nuevos productos y el alza que suponía algunos gastos de servicios como la educación y la sanidad. En este último caso hay que señalar que muchos padres han optado por contratar un seguro médico complementario que, aunque pudiera considerarse innecesario, refuerza las prestaciones públicas en tiempo de crisis o recortes sanitarios y evita las largas listas de espera de médicos especialistas. Así mismo se han incluido los gatos correspondientes a vacunaciones voluntarias no sufragadas por la sanidad pública.

De la cifra de gastos anuales entre los 0 y 3 años del niño facilitada por CEACCU, que aplicando el IPC de los últimos años hoy sería 16.297 €, se deduce un gasto medio mensual de 1.358 € que, si lo comparamos con el salario neto mensual medio de 1822 €, puede producir vértigo a cualquier pareja joven, a menos que trabajen ambos miembros y su salario sea dos veces el Salario Mínimo Interprofesional neto(1080 €). El resto de los años, hasta los 18, el gasto anual aproximado, partiendo de los datos ofrecidos por la citada periodista, aplicándoles el IPC hasta el año 2023,  supone una media anual de entre 8700 y 27.000 €, dependiendo del tipo de educación y sanidad por la que se optara y de los hábitos de alimentación, ocio y consumo familiares.

Nuestros gobiernos ayudan muy poco a bajar estos gastos, porque no han tomado en consideración la rebaja del tipo de IVA para los productos de higiene infantil, como si lo han hecho con los productos de higiene íntima de la mujer. En cuanto a la extensión del sistema de educación a los menores de tres años, hasta hace bien poco ni se mencionaba y aún ahora está costando llevarlo a cabo de manera eficaz.

Al final las parejas se encuentran con la triste realidad de tener que enfrentarse con esos gastos directos, para los cuales, solo a veces, pueden contar con la ayuda de la familia, además de sufrir los efectos indirectos que la paternidad les puede acarrear en su carrera profesional.

Pero además de la cuestión económica hay otras consideraciones que los jóvenes se plantean a la hora de tomar la decisión de ser o no padres, y éstas tienen que ver con la tranquilidad y libertad que pueden perder. Sus hábitos de vida social, su forma de viajar, su manera de descansar, sus horarios de ocio y deportes…todo, o casi todo, se les alteraría.


[1] Martí Paola, ¿España es un país para tener hijos?, https://reportajes.lavanguardia.com/cuanto-cuesta-tener-un-hijo/espana-pais-hijos/

CAMBIO DEL MODELO DE FAMILIA

El concepto de vida familiar está cambiando, se orienta hacia la idea de una pareja en la que el reparto de las labores del hogar es igualitario y ambos trabajan fuera del hogar y colaboran en la economía familiar. La institución del matrimonio está perdiendo importancia en nuestra sociedad, siendo sustituida por otro tipo de uniones de convivencia estable. Paralelamente algunas mujeres optan por una maternidad en soltería, opción mayoritariamente aceptada por las mujeres.

La diferenciación drástica de los roles de las mujeres y los hombres en la vida familiar que se daba en el pasado se ha ido diluyendo, la evolución de las condiciones socio-económicas ha hecho cambiar estos roles, de tal manera que actualmente la mujer tiene que dividir su tiempo de actividad entre el trabajo remunerado y el doméstico, no solo por deseo de tener su propia carrera profesional, sino también por la necesidad de colaborar en la economía familiar y de ayudar a sus hijos a salir adelante. Esta realidad afecta en mayor medida a la mujer porque, aunque se está en ello, aún no se ha alcanzado el ideal del reparto equitativo de labores del hogar, siendo esto una causa importante de la ruptura de parejas.

Todavía es objetivamente innegable, y está confirmado por la opinión mayoritaria de las mujeres, que el reparto de tiempo que tiene que hacer una mujer entre lo doméstico y lo laboral, redunda en detrimento de su promoción y oportunidades laborales.

Por supuesto que estos hechos disminuyen el número de mujeres que se deciden tener hijos. En pocos casos el deseo y la posibilidad de tener hijos se corresponden y eso siempre y cuando el salario aportado por la pareja sea suficiente. Y así seguirá siendo si no cambian las condiciones laborales para los padres de ambos sexos, ni se logre un apoyo público decidido a la familia en materia fiscal, de vivienda, sanidad y educación.

VALORES POLÍTICOS Y RELIGIOSOS

La familia en España sigue aun siendo un ámbito de solidaridad intergeneracional. Y ésta es un valor que trasciende a los valores materialistas y a los posmaterialistas manejados por políticos y generadores de opinión.

Muestra de esa solidaridad es el valor que se le da al trabajo remunerado de la mujer, al considerarlo no solo como una aportación a la economía y al bienestar de la familia. Además, el trabajo remunerado de la mujer tiene un valor inmaterial añadido, al ser considerado como una parte fundamental de la trayectoria vital de las mujeres y como un factor decisivo para su libertad y autonomía personal, por encima del valor económico del mismo.

La competencia entre el tiempo dedicado al trabajo remunerado y el trabajo doméstico es el problema al que se enfrenta la mujer en la mayor parte de los casos. La solución a ese problema suele pasar por la reducción del tiempo dedicado a ambas actividades, y para lograrlo son necesarios cambios en un mercado laboral que actualmente es muy rígido, unos equipamientos sociales más adecuados y una igual responsabilización de los cónyuges en las labores domésticas y el cuidado de los hijos.

Esto supone, también, dar una menor preponderancia a nivel institucional y en el ámbito familiar a los valores materialistas y un mayor valor a aspectos relativos a la libertad personal, a las condiciones de vida digna, a una mayor y cercana participación en las decisiones sobre políticas sociales que afecten al tipo de vida que los individuos eligen.

Pienso que estos cambios podrían tener una incidencia positiva en el cambio de la tendencia descendente actual del índice de fecundidad y seguramente aportarían satisfacción a esa mayoría de mujeres que manifiestan tener menos hijos de los que realmente habían deseado.

En España en las últimas décadas se ha producido una profunda secularización de la sociedad y un distanciamiento de los principios mantenidos que la Iglesia Católica ha mantenido inalterables sobre el matrimonio, los métodos anticonceptivos. Ese distanciamiento ha sido consecuencia de que algunos movimientos ideológicos y políticos que, en uso de su libertad, han contrapuesto sus puntos de vista y sus principios a los de la Iglesia Católica y han logrado que buena parte de los católicos dejaran de considerar inalterables aquellos. Como ejemplo valga mencionar que la aparición de “la píldora” hace 50 años fue un gran impacto social que cambió sustancialmente las relaciones de pareja.

Lógicamente el dejar de seguir los principios de la doctrina de la Iglesia Católica ha redundado, entre otras cosas, en dejar de considerar la procreación como el principal fin del matrimonio, en la aceptación social de los métodos anticonceptivos y en considerar el papel de la mujer en el hogar de diferente manera. No me cabe duda de que esa evolución social ha jugado un papel importante en el descenso de la fecundidad de la mujer española.

LA CUESTIÓN DEL ABORTO

En el año 2022 se practicaron 330.000 abortos, por supuesto no todos de mujeres españolas. Los expertos demógrafos consideran necesario que, para un adecuado relevo generacional, tuviéramos unos 600.000 nacimientos/año. Deberíamos tener unos 270.000 niños más al año, pero no se han aplicado las precisas políticas que incentivaran la natalidad y corrigieran ese déficit, además las sucesivas leyes de interrupción voluntaria del embarazo, sobre todo la última, han supuesto que desde 2006 el número de abortos anual supere la cifra de 100.000. Con lo cual resulta muy difícil superar el déficit de nacimientos que tenemos.

No tengo intención de polemizar ahora sobre este tema, solo dejo ahí la triste realidad de que necesitando 270.000 niños más al año, estemos dando facilidades para realizar 100.000 abortos, en lugar de volcar los esfuerzos en una labor social eficaz en apoyo a las mujeres que se ven en esa difícil tesitura. Esto dice mucho de la categoría de muchos de nuestros políticos, que ahora se plantean incluir el aborto en la lista de Derechos Humanos.

AUSENCIA DEL PROBLEMA EN LA AGENDA POLÍTICA

La cuestión demográfica no ha sido una cuestión prioritaria para los partidos políticos, ni ha sido tratada en grandes debates parlamentarios, sólo ha sido objeto de atención en alguna comisión parlamentaria y sin que se lograra que trascendiera demasiado a pesar de la importancia de la cuestión.

Los responsables políticos han podido tener en sus manos, incluso puede que los hayan leído con mayor atención, artículos y trabajos que quitaban hierro a la situación demográfica y tranquilizaban a aquellas conciencias que pudieran haberse preocupado. Algunos de esos estudios eran consecuentes con las tesis ecologistas que propugnaban el control de la natalidad a nivel mundial, en base a que se estaba llegando una superpoblación extrema y consideraban que los recursos del planeta no iban a ser suficientes para mantenerla.

Otros, sin esa visión catastrofista, consideraban que la despoblación, la baja tasa de natalidad y el déficit de población activa se podrían solucionar con la inmigración, así, a secas. Supongo que éstos últimos no tuvieron en cuenta el comportamiento de los inmigrantes en tiempos de crisis económicas, cuando el tejido empresarial de la nación no tiene la capacidad necesaria de generación de empleos y se quedan sin trabajo durante largas temporadas. Tampoco contaron con el ejercicio de la picaresca que ponían en práctica algunos empresarios (y particulares) que, incumpliendo la legislación laboral, ofrecían “trabajo negro” a inmigrantes, con la correspondiente merma de los ingresos de la seguridad social y la hacienda. Imagino que tampoco repararon en las cualificaciones que demandaba el mercado laboral en cada momento, ni en las que se requerirán en un futuro no muy lejano, cuando la robotización esté aún más extendida.

Por otro lado, las posturas feministas han influido evidentemente en el ánimo de los responsables políticos a la hora de introducir en la agenda política algunas cuestiones relativas a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), a los métodos anticonceptivos y a los métodos abortivos de carácter químico. Sin entrar a valorar estas reivindicaciones feministas, lo que me parece evidente es que, al entrar estas cuestiones, que si están en la agenda política, no se facilitaba la entrada en la misma de políticas de ayuda a la familia para incentivar de la natalidad. No obstante, gracias al empeño feminista entre otras cosas, si se han logrado medidas de apoyo a familias monoparentales y a madres solteras que resultan positivas como incentivo a la natalidad.

Estos mensajes ecologistas, pro inmigración y feministas han calado y consiguieron que muchos ciudadanos y políticos considerasen el control de la natalidad una medida normal y conveniente, y que las políticas de ayuda a la familia no eran tan necesarias u oportunas. Algunos pensaron, que la inmigración era la forma de lograr la globalización de la redistribución de la riqueza y el bienestar, al producirse hacia los países del “primer mundo” flujos de personas desde zonas que están entre 10 y 37 veces por debajo de nuestro nivel de vida.

Sea como sea, el hecho es que no se ha introducido en la agenda política de ningún gobierno, de forma seria y formal, un conjunto coordinado de políticas públicas determinantes para dar solución a un problema demográfico cada vez más importante. Puede que, los intelectuales, líderes de opinión y nuestros representantes y responsables políticos no sean conscientes de la realidad y seriedad del problema que se nos viene encima, aunque me cueste creerlo. De todas formas, es necesario remover sus conciencias, insistir en que aún es tiempo de tomar medidas con visión de estado y a largo plazo, por encima de consideraciones partidistas, para evitar lo que antes del año 2060 será incorregible.

AVISO DE LA UE. A BUENAS HORAS

La vicepresidenta de la Comisión Europea, en una reciente visita a España, nos alertó del acuciante problema de la despoblación y del descenso de la natalidad en España, aunque también extendió el aviso a toda Europa, de la que dijo que en el año 2070 previsiblemente solo tenga el 4 % de la población mundial, complicando su objetivo de liderazgo mundial. Alertó de que las consecuencias económicas en toda Europa y en España en particular pueden ser muy duras si no se toman ya medidas para fomentar la natalidad y el desarrollo de las zonas rurales. La vicepresidenta de la Comisión dijo que ´´la UE busca ser atractiva no solo para ellos sino también para gente nueva que venga a vivir en zonas rurales».

Es necesario invertir la tendencia a la disminución de la población en edad de trabajar, en superar la baja proporción de personas con título de educación superior, en mejorar la calidad y adaptación de la enseñanza secundaria y de la Formación Profesional. Es imprescindible invertir en innovación e investigación, en la adecuada cualificación de los trabajadores y en lograr una inmigración regulada, a la que se le dé o se le pida la cualificación necesaria para ocupar los puestos de trabajo que precisamos.

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Luis Baile Roy

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