Indultos es la palabra más oída estos días. El gobierno está empeñado en hacernos comulgar con ruedas de molino y para ello está sacando toda la artillería pesada de que dispone, incluidos los medios de comunicación oficiales y los subvencionados. Se están poniendo realmente pesados, porque saben que su mensaje sobre los indultos no está calando entre los españoles y encima tienen que ver como la sociedad civil se moviliza en toda España para manifestar su oposición a esa injusta medida, tanto en las redes sociales, como en los medios disidentes o en la calle.
Tengo que confesar que llevo unos días algo ajeno a toda esa movida. Las largas jornadas de los trashumantes me facilitan un cierto aislamiento pero, de vez en cuando, la radio o el móvil me devuelven a la realidad. Así que, aprovechando el alto de la comida, además de observar a las vacas mientras comen y se sacian de agua en el pantano de Navalcán, me pongo a la tarea de escribir mis impresiones al respecto. Las condiciones que me rodean y el medio de que dispongo para escribir me van a obligar a ser más breve de lo que suelo, cosa que, a buen seguro, más de uno agradecerá.
Tengo que reconocer que no soy partidario de la aplicación de los indultos a aquellos que, siendo servidores públicos, faltan a su deber de respetar las normas juradas o prometidas, abusan de sus cargos para prevaricar o para robar y en definitiva traicionan la confianza puesta en ellos,. En el siglo XVI los Reyes Católicos instituyeron los denominados “juicios de residencia», a los que eran sometidas las autoridades que, designadas por ellos, abandonaban el cargo que hubieran ejercido en los territorios de aquellas tierras españolas al otro lado del Atlántico. Aquella era una sana costumbre con la que se pretendía, creo que con cierto éxito, asegurar el recto proceder de los servidores públicos y que no se lo llevaban puesto, como vulgarmente se podría decir. Por supuesto que hoy día pensar en algo similar es prácticamente imposible, no se iban a echar piedras en su propio tejado estos políticos tan “dignos y vocacionales» ellos. Pero 7hombre, que encima negocien los indultos para estos personajes sediciosos, malversadores y prevaricadores, que llevan años gastando el dinero de todos los españoles en una macro operación de ingeniería social con características racistas y clasistas, muy cercanas al odio irracional, me parece una vergüenza.
Puedo entender que se indulte al ladrón de gallinas, sobre todo cuando su motivación es el hambre. Admitiría que se indultara a cualquier delincuente que, por las circunstancias que concurrieran en su caso, y a juicio del tribunal que lo sentenció, pudiera ser merecedor de esa gracia. Pero no me cabe en la cabeza que se pueda indultar a nadie que haya traicionado al pueblo español, incurriendo en la comisión de delitos como los juzgados en el denominado “juicio del procès», justificándose en unos subjetivos e inexistentes derechos de un hipotético e indefinido “pueblo catalán». Sobre todo cuando nos repiten a todos nosotros, provocativamente y con descaro, que lo volverán a hacer.
No es la primera vez que un gobierno socialista o frente populista comete el error, creídos de que con paños calientes calmaran la enfermiza ansiedad nacionalista. No es la primera vez que los secesionistas tienen agarrados, por salvas sean las partes, a un gobierno necesitado de apoyo para llevar a cabo sus intenciones, sean buenas o malas.
Háganme caso, la mejor solución para salir de ese círculo vicioso a largo plazo es modificar nuestro sistema electoral, cosa para la que, hasta ahora, los partidos mayores no han estado dispuestos por las ventajas que les reportaba la ley actual y, por supuesto, tampoco los partidos nacionalistas que han estado gozando de una excesiva y nada merecida sobrerrepresentación en el Congreso de los Diputados, sede de la “SOBERANÍA NACIONAL». Si se atrevieran a modificar, como mínimo, la circunscripción electoral fijada por la Constitución para hacer una única y el tanto por ciento mínimo para obtener un escaño, seguramente nos podríamos librar del continuo chantaje nacionalista. Si, además, se reformaran la estructura, funciones y capacidades del Senado se podrían encauzar, de manera mas racional, las reivindicaciones y proposiciones de las diferentes regiones españolas en condiciones de igualdad. Pero de todo esto prometo tratar de manera específica en otros artículos.
Venta Rasquilla, 20 de junio de 2022
LUIS BAILE ROY
1 comentario en “A VUELTAS CON LOS INDULTOS”
Apreciado Luis , no sabes cuánto me alegro que estés desconectado de los agravios, insultos y traiciones de este desgobierno disfrutando de la naturaleza y la vida trashumante. Yo no espero nada de este Desgobierno y muy poco de la política en general y de la española en particular. La clase política se ha convertido en un oficio bien remunerado y con poca exigencia tanto en formación como en responsabilidad en el ejercicio de sus funciones y así nos va . Algo gordo tiene que venir para revertir la situación política que tenemos. Que nos pillen confesados. En cuanto a la reforma de la Ley electoral totalmente de acuerdo contigo : circunscripción electoral única, mínimo porcentaje , yo pondría un 5% para obtener representación y así acabaríamos con la sobrerepresentación parlamentaria autonómica y nacional de partidos nacionalistas y separatistas.
Un abrazo y sigue disfrutando de la vida que es corta. Carpe Diem a tope.