7 de julio de 2025 15:48

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

¿Qué encontrarás en este artículo?

 

A finales del siglo XIX, un niño de 8 años nacido en una pequeña población del noreste de un lejano país, segundo de los diez hermanos de una familia campesina acomodada, fue enviado a estudiar a una gran ciudad. Era lo normal que el mayor heredara toda la hacienda para no partir el patrimonio familiar en pequeñas partes. Los demás iban corriendo diferente suerte, el o los más capacitados, a criterio de los padres y según las posibilidades económicas, eran enviados a estudiar a la ciudad, otros iban al seminario y bien o mal terminaban ejerciendo el sacerdocio, o salían con algunos estudios, otros ingresaban en el ejército o en algún cuerpo de orden público y los demás aprendían un oficio y salían adelante por cuenta propia o ajena.

A ese niño de 8 años le toco salir a la ciudad y aprovecho el tiempo, así que a los 21 años ya se había licenciado en derecho, aunque sin demasiada brillantez. No es que ejerciera mucho su carrera, pues más bien se inclinó por la política y el periodismo beligerantes. Entre tanto se casó con una señorita de la ciudad, hija de otro abogado de ideas próximas a las del joven novio. Pasaron 6 años y, por fin, se colegió para ejercer mayormente como abogado laboralista, muy cercano a los ambientes anarquistas de aquella ciudad que le acogió hacía ya 26 años. Entre su actividad laboralista y su cambiante, y cada vez más radicalizada actividad política pasaron los siguientes 15 años con más pena que gloria, pero sembrando y esperando la oportunidad de situarse como él creía merecer. En esos años le había entrado el impertinente gusanillo del poder. Junto con otros compañeros de correrías políticas de cortas miras se lanzó a un desafío que le iba a venir grande, querían crear un nuevo reino a su imagen y semejanza, para ellos y por ellos. Fracasaron en los sucesivos intentos y muchos se retiraron de la escena prudentemente, pero él perseveró y se vio encumbrado finalmente en su particular reino. Por entonces ya había perdido la cabeza por otra joven, que también era deseada por uno de sus acólitos. El asunto acabó como en un culebrón de celos con venganzas y varias muertes, pero de eso nunca se supo, para eso era ya rey.

Sintiéndose ya monarca desafió a su antiguo reino, declaró la independencia del nuevo tras propiciar y participar en revoluciones y revueltas. No le duró mucho la euforia, unos pocos fieles del viejo reino consiguieron poner en fuga a las huestes poco convencidas del efímero rey e hicieron presos a los pocos traidores del viejo reino, que los hubo. Él fue apresado y condenado a prisión, junto con todos sus válidos. Pero le duró poco aquel calvario.

En el viejo reino se produjeron unos confusos acontecimientos por los que el rey fue derrocado, pasando a gobernar aquellos que habían apoyado a nuestro protagonista. Los cuales no tardaron en indultarlo, a él y a el resto de los condenados, restituyéndoles en sus cargos. Con ello el viejo reino estaba implícitamente reconociendo al nuevo como una entidad independiente, sin que se pudiera concluir la faena porque otros acontecimientos iban a alterar el curso de las cosas.

Algunos notables y fuerzas leales al viejo rey derrocado se levantaron en armas comenzando una contienda que duro hasta que, por fin, lograron recomponer el viejo reino y devolver el trono a su rey. Durante ese largo periodo de enfrentamiento, el aprendiz de rey permitió o propició en su imaginario y pequeño reino una violencia que costo la vida a más de 10.800 personas por motivos políticos o religiosos en la mayoría de los casos y también se aprovechó aquel desorden para llevar a cabo todo tipo de venganzas personales y ajustes de cuentas. Cuando la contienda acabó el presunto nuevo rey fue enjuiciado, condenado por varios crímenes y ajusticiado.

Pero la historia no acaba ahí, fueran justas o no la sentencia y la ejecución del susodicho, el caso es que, durante su corto y convulso reinado se cometieron cientos de tropelías, asesinatos, robos y todo tipo de desmanes. Eso sería suficiente como para que por lo menos, lo hubieran tenido en un permanente estado de revisión histórica. Pero bien al contrario, pasados los años, la constancia de los que recogieron la antorcha de aquel siniestro personaje y la dejadez, o estúpida timidez de los sucesivos reyes del viejo reino lograron que el recuerdo del vergonzoso pequeño rey fuera ensalzado y encumbrado de forma exagerada. Tan es así que, cuando se celebraron unas Olimpiadas en aquella ciudad a la que fue a estudiar a los 8 años, se inauguró el estadio olímpico con su nombre. Y el viejo reino, al que pertenecía la ciudad olímpica, consintió ese insulto a la historia y todos los que se sucedieron durante muchos años,  hasta que la historia se repitió con otros protagonistas.

Moraleja:

Nunca dejes de recordar a tus oponentes sus errores del pasado, vigila su forma de proceder y mantenlos en su sitio, siempre con justicia y respeto, pero en su sitio.

Nunca les des la oportunidad de retorcer la historia y exige siempre el respeto a la objetividad en la revisión de los hechos del pasado.

Nunca permitas que tu cultura, tus señas de identidad y costumbres, los símbolos de tu patria y tu gente sean insultados, agredidos o excluidos por aquellos que pretenden repetir los errores del pasado.

MIRA BIEN A QUIEN VOTAS

 

27 de junio de 2021

LUIS BAILE ROY

 

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Luis Baile Roy

4 comentarios en “UNA HISTORIA INTERMINABLE”

  1. El problema Luis es que en esta España de hoy en día la Verdad vende muy poco o, dicho de otra manera, cotiza muy a la baja, mientras que la Mentira y la Manipulación cotizan cada vez más al alza, porque de otra manera no entiendo cómo tantos se dejan embaucar y engañar por políticuchos de tan bajo nivel intelectual.

  2. El problema no fue indultar. El auténtico error fue el de cancelar su inhabilitación. Piensa que la mayor parte de estas 10.800 personas asesinadas no lo fueron por su decisión o por su inhibición, sino porque su impotencia era evidente frente a quienes le habían restituido en su cargo.

  3. Has descrito muy bien a Lluís Companys.
    Un Sánchez de aquella época.
    La moraleja excelente. Solo recordar a Sun Tzu en el Arte de la Guerra:
    Si te conoces a ti mismo y al enemigo no tengas miedo que ganarás todas las batallas. Si te conoces a ti mismo y no al enemigo por cada batalla ganada perderás otra. Si no te conoces a ti mismo ni al enemigo perderás todas las batallas.
    Al nacionalismo hay que combatirlo sabiendo lo que son y buscan y no teniendo reparos en hacer lo necesario acorde a la legalidad nacional e internacional en derrotarlo sin titubeos.

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