7 de julio de 2025 14:36

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

CUANDO LAS LEYES DEJAN DE SER SOBERANAS

¿Qué encontrarás en este artículo?

 Simplificando y resumiendo, las formas de gobierno que contempla Platón para ordenar el caos social son la monarquía, la aristocracia y la democracia. También refiere la degradación de cada una de ellas resultando respectivamente la tiranía, la oligarquía y la demagogia que acabará igualmente en tiranía.

 Mas tarde Aristóteles, miembro de la Academia de Platón, detalló cuatro formas de democracia. De todas ellas señaló como la más degradada la que se da cuando todos pueden acceder a los cargos públicos, pero no es soberana la ley, sino el pueblo:

 Donde las leyes no son soberanas, allí surgen los demagogos. El pueblo se convierte en monarca, uno solo compuesto de muchos, ya que muchos ejercen la soberanía no individualmente, sino en conjunto” (La Política, Libro IV).

 Mas tarde Roma tuvo un régimen republicano en el que se instauró la separación de poderes y el control de las instituciones, alcanzándose también un cierto nivel de igualdad de derechos. Luego, hasta la revolución norteamericana, salvo casos muy concretos y en sociedades muy reducidas, no se volvió a saber de la democracia. Pero desde 1789, realmente sólo se habló de ella, no se practicó. La democracia liberal, o representativa, ha sido siempre una forma de gobierno pensada para el gobierno de las oligarquías, bajo la apariencia de una democracia. Es cierto que, si se respetan la separación de poderes y el ordenamiento jurídico que emane de una constitución, puede ser el menos malo de los sistemas políticos.

 El problema es que, en ciertas ocasiones, el que ha alcanzado el poder no se conforme con su parcela de poder y quiera, además, ser juez y parte, legislador y controlador. También puede que pretenda perpetuarse en el poder utilizando las añagazas que sean necesarias, incluso trasgrediendo las normas constitucionales. Y en algunos casos puede que intente ambas cosas.

 

 Para ello estos personajes, normalmente colocados convenientemente por las oligarquías de turno, utilizan la demagogia y sortean las leyes de la manera más descarada, poniendo en riesgo de acabar en una tiranía al debilitado sistema político .

 Creo, sin exagerar, que España está en ese camino. No es que piense que estemos disfrutando de una democracia en el sentido estricto, lo dejaría en que disfrutamos de un sistema de gobierno representativo, con serias dudas sobre la representatividad del mismo, pero el camino emprendido desde el año 2019, que no es sino el desarrollo de la obra teatral que se inició con el periodo de Zapatero, parece conducir a ello.

 Uno de los núcleos de esa obra teatral se centra en el ataque a la independencia del Poder Judicial, tema sobre el que ya he tratado en otras ocasiones en este blog. Por no insistir en los aspectos más técnicos, solo voy a repasar los últimos acontecimientos y a enumerar algunos futuribles. En primer lugar, debo recordar el, más que cuestionable, nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado. Tampoco debo olvidar la sucia pelea que llevan tiempo protagonizando los partidos políticos por conseguir situar a sus peones en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cuando, si este poder debe ser independiente, sus miembros no deberían ser elegidos por ninguno de los otros dos poderes. Se podrá debatir sobre el procedimiento más adecuado para su elección, pero en ella nunca deberían meter la mano ni el ejecutivo ni el legislativo, ni mucho menos los partidos políticos.

 Objeto de esta pelea también ha resultado ser objetivo el Tribunal Constitucional (TC), cuestionado por el viciado procedimiento de elección de sus miembros, por su ejecutoria extraordinariamente lenta e, incluso, por la dudosa necesidad de su existencia, pero que está siendo objeto del deseo del aspirante a tirano.

 En el ámbito de la justicia, se observan también maniobras para que la instrucción de los procedimientos judiciales pase a ser responsabilidad de los fiscales, cosa que no tendría nada de particular si la fiscalía no fuera una institución jerárquicamente dependiente del ministerio de Justicia, es decir del gobierno, con el peligro que ello podría suponer para cualquiera, pero sobre todo para aquellos no fueran bien vistos desde el poder por la razón que fuera. 

 Vista la trayectoria de los gobiernos de Sánchez, entre los que incluso se contó con un ministro de Justicia que declaró alegre y unilateralmente abierto un “periodo constituyente”, podemos esperar cualquier maniobra, legal o no, para tomar el control del Poder Judicial, cuya independencia es vital para poder considerar a un sistema político como democrático. Pero es evidente que Sánchez y su partido, sea el PSOE o el que sea, consideran a ese poder un objetivo a conquistar para lograr su perpetuidad en el poder. Tienen claro que, mientras las reglas del juego para obtener escaños en el Congreso sean las que son, necesitan cobrar esa pieza para poder tener las manos libres y hacer lo que les exijan los golpistas de 2017, los malversadores del “proceso”, los filoterroristas de BILDU o los corruptos del PNV. 

 Sánchez y su partido no tendrán la mayoría pero, con el apoyo y compañía de toda esa tropa y de algún espontáneo más, pueden intentar dejar expedito el camino para cambiar las reglas del juego pasando por encima de las leyes o cambiándolas si lo consideran necesario.

 El otro poder, el legislativo, está ya prácticamente subordinado al ejecutivo. Debido a la ilegal disciplina de voto que han impuesto los partidos los diputados han perdido su valor como verdaderos representantes de los ciudadanos que les han votado, se han convertido en una cohorte de palmeros obedientes, para poder entrar en el reparto de asientos en inútiles comisiones con tal de incrementar un poco su sueldecito. Además, la presidencia del Congreso está empleando técnicas propias de regímenes allende el Atlántico en la aplicación del reglamento de la cámara, es decir lo interpreta y aplica como le viene en gana y a quién le apetece, dependiendo del color del pelo del interviniente o de la buena o mala digestión de la presidente. A esta señora y sus sustitutos, se les está notando que han entrado en el juego de demonizar a los parlamentarios más molestos para el señor Sánchez y para sus apoyos y han asumido la consigna de retirar la palabra o expulsar del hemiciclo a todo aquel opositor que diga algo que les incomode, aunque sea verdad, con la excusa de que han utilizado expresiones inaceptables en los debates parlamentarios. Por lo visto la señora Meritxell no ha debido atender a los escandalosos parlamentos de los parlamentarios de Bildu, ERC, la CUP, UP o, incluso, del propio PSOE, por no hablar de las lindezas que suelen salir de la boca de la ministra Irene Montero y alguna otra que, por cierto, suelen ser bastante más groseras, insultantes y amenazantes que las proferidas por los parlamentarios de la oposición.

 Este proceder en el Congreso es solo una parte de la operación de deslegitimación de todo aquel que se les ponga por delante, basándose en una falsa superioridad moral de la izquierda dominante y en la atribución, a aquellos que osen enfrentárseles, de una serie de “San Benitos” rancios y muy alejados de la realidad, pero que a los demagogos oficiales les sirven para inducir al desprecio y al odio hacia formaciones políticas de signo contrario, con la finalidad de justificar, llegado el caso, un proceso de ilegalización.

 Volviendo a las palabras de Aristóteles: “Donde las leyes no son soberanas, allí surgen los demagogos…..”,debo recordar que después de la demagogia lo más probable es que aparezca la tiranía. Ese es el peligro en el que nos vemos en estos momentos, en los que un psicópata narcisista que llegó al poder, fuera como fuese, eso ya no importa, está siendo capaz de cambiar, por métodos poco ortodoxos, el Código Penal a la medida de las necesidades de sus socios, los golpistas del 2017; de mirar para otro lado, incumpliendo la ley, ante los homenajes a los etarras que vuelven a sus pueblos, una vez puestos en libertad o por la aplicación, más que generosa, de los beneficios penitenciarios ahora controlados por otro sus socios, el PNV recolector de nueces; de cambiar las leyes orgánicas del CGPJ y del TC para poder designar de forma irregular a los magistrados que le permitan superar los posibles recursos de inconstitucionalidad que se espera, e ir situando en la magistratura a sus peones más leales para asegurar su futuro y de paso acabar con el de los opositores más molestos.

 Sin querer entrar ahora en disquisiciones sobre las leyes traídas por los voceros de las ideologías identitarias o de los furibundos animalistas, porque al final se han de encontrar con la tozudez de la realidad, biología y la dura contestación de las gentes del campo, sí voy a llamar la atención del peligro que corre nuestro país de entrar en un círculo vicioso por el que, a base de incumplir las leyes o de modificarlas ilegítimamente para adaptarlas al capricho del delincuente, acabemos sometidos a un tirano que, por permanecer en el poder, haya vendido nuestra soberanía nacional y parte de nuestra tierra y haya dañado de manera irremediable nuestro ya debilitado prestigio internacional.

  Creo que, en las circunstancias actuales, una moción de censura al presidente Sánchez no es la solución, creo que la situación podría tener otras salidas aunque no soy quien para revelarlas, para eso ya hay quienes tienen la «autoritas» y los resortes. Pero en esta situación, en la que nadie pone pie en pared y aunque solo sea por intentar impedir la tramitación parlamentaria de la modificación exprés de algunas de las leyes que tanto importan a Sánchez y a sus socios, podría valer la pena presentar una moción de censura. Al parecer, en ello andan VOX y Ciudadanos, extraños compañeros de aventura. Lo de la prevista negativa del PP a colaborar resulta intranscendente porque, aunque no se lo crean, no son imprescindibles, ni con ellos darían los números si el bloque que apoyó la investidura de Sánchez siguiera manteniendo su respaldo.


Así que el señor Feijoó se podrá librar de nuevo de tener que retratarse ante sus potenciales electores. No sé yo si lo va a poder seguir haciendo por mucho tiempo, alguna vez deberá contarnos si está bajando o subiendo las escaleras. No siempre vale el «depende» que tanto le gusta.

 Barcelona, 11 de diciembre 2022

 LUIS BAILE ROY 

 

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Luis Baile Roy

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