DESDE AQUÍ ARRIBA

Hoy, desde un lugar suficientemente alto como para que la nieve haga el intento de permanecer y en el que aún no se notan demasiado los efectos de la estupidez propia de nuestra partitocracia, sin ordenador, casi a capela, escribiré el artículo de este domingo. Hoy será corto, eso de escribir directamente en el teléfono inteligente no se me da bien. Será muy inteligente el aparato, pero es condenadamente pequeño para mis dedos y mis ojos.

LOS NERVIOS DEL EJECUTIVO

Hoy será solo una reflexión a propósito de lo nervioso que parece estar el gobierno, o los dos gobiernos, porque parece haber más de uno bajo el cetro de don Pedro. Entre los globos que sueltan para distraer la atención de los silentes ciudadanos y los escándalos que se hacen públicos, a pesar de su control, directo o indirecto, de los medios de desinformación, parece que están perdiendo las formas.

Cómo ya no tienen nada que achacarle a Camps, tienen que recurrir al pasado. Pero aún en eso saben que se tienen que ir con cuidado porque el suyo tiene poco de inmaculado. Por eso se les ve aparecer a todos repitiendo la «consigna del día» marcada por don Pedro. Todos, uno tras otro, desfilan delante de los micrófonos repitiendo «tolerancia cero», «jueces del PP» y demás idioteces sin sentido y sin sentirlas, como verdaderos autómatas, no vayan a salirse del guión y metan la pata.

NO SE PUEDE SER MÁS CÍNICO

La última fantochada que se les ha ocurrido es echar la culpa de todo lo que les está pasando a esa justicia tan infiltrada por el PP. Hombre, no se puede ser más cínico. Cualquiera se ha podido dar cuenta de que, durante los últimos 38 años, ambos partidos mayoritarios (PSOE y PP) se han repartido los cromos del control del Poder Judicial. Entre ambos han logrado que sonados y graves casos de corrupción, cómo el del clan de los Pujol por ejemplo, quedarán impunes, mientras apretaban más y más las tuercas fiscales a los callados ciudadanos, a esa clase media trabajadora pronto inexistente.

Ambos han tenido que oír de las autoridades europeas afearles la conducta, pero ninguno de los dos quiere dar el brazo a torcer y ceder el privilegio de controlar al CGPJ. Flaco favor hizo el gobierno de Felipe González con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985. Mal camino eligió Aznar al no corregir ese error cuando tuvo ocasión. Los demás no han hecho más que aprovecharse arteramente de la maniobra de sus predecesores y en esas estamos: sexo, droga y Rock and Roll, como decía aquel.

El caso es que, entre aquel golpe del 85 al estado de derecho y la infumable Ley Electoral, este simulacro de democracia del que venimos disfrutando se ha convertido en una estúpida partitocracia, en la que cunde la ignorancia, la prepotencia, el descaro y el servilismo más infame

HASTA CUANDO LO VAMOS A SOPORTAR?

Hasta cuándo vamos a soportar la desfachatez y el desaliño de estos que dicen ser nuestros representantes, estos que nos agobian con un exceso de leyes y normas, en muchos casos tan innecesarias como absurdas, tan defectuosas como inmorales, mientras nos obsequian con una deuda pública que hipotecará a las siguientes generaciones, nos regalan las condiciones más adecuadas para que cierren miles de PYMES y autónomos, las mismas que logran mantener a los españoles con un salario medio cada vez más alejado de la media europea.

De verdad creen que nadie se da cuenta de lo que están haciendo con nuestro país. Se creen que no sabemos interpretar la presión fiscal en un entorno de más de 3 millones de parados. Piensan que el ostracismo al que someten al sector primario va a pasar desapercibido. Confían en que las modificaciones del Código Penal hechas con la intención de sacar de la cárcel a sus amigos los políticos golpistas y para que sus propios malversadores no entren en ella se nos van a olvidar.

Están muy confiados, pero no deberían estarlo porque su desastrosa gestión de lo público y el descarado despilfarro que están cometiendo no se lo van a perdonar los españoles. Ni Feijóo mirando para otro lado, ni vuestros amigos de la Agenda 2030 os van a librar de nuestro desprecio y ojalá de pasar por el juzgado.