UNA ACLARACIÓN
El domingo pasado acabé escribiendo del sueldo y la vivienda, dos problemas que afectan a una gran parte de los españoles y, sobre todo, a esa juventud a la que los demagogos de guardia solo reparten migajas cuando se trata de conseguir su voto. Luego, si te he visto no me acuerdo.
Es cierto que, al tratar de los sueldos, es conveniente examinar en paralelo el tema de las cotizaciones a la Seguridad Social, cuestión muy crítica para las empresas, sobre las que recae la responsabilidad de decidir el sueldo que asignan a sus trabajadores y, a veces, simplemente la de pensar a cuántos empleados puede contratar cuando se ven obligadas a pagar un determinado salario mínimo y sus correspondientes cotizaciones. Estas difíciles decisiones pesan de manera muy especial en las pequeñas empresas (entre 1 y 49 asalariados), que suponen el 44,36 % del total de las existentes en España; pero también sobre muchos autónomos sin trabajadores a su cargo (54,46 %), para los que decidir que tipo de cotización pagar supone una decisión importante para poder respirar en el presente, sin asfixiarse mucho cuando llegue su jubilación; por supuesto, sin olvidar lo que supone tomar esas decisiones en las medianas empresas (entre 50 y 249 asalariados) que totalizan un 0,97 % del total. Todo ese tejido empresarial constituye casi el 99,8 % de los 2.944.407 de empresas registradas, según los datos mensuales publicados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones sobre las empresas inscritas en la Seguridad Social.
Del problema de las cotizaciones a la Seguridad Social, de los impuestos y del esfuerzo fiscal al que están sometidas actualmente las empresas y, en general, los españoles escribiré más pronto que tarde, porque siempre es conveniente desenmascarar a los mentirosos lo antes posible. Sobre todo, porque las cifras que suponen ese esfuerzo de todos los ciudadanos no se corresponden con la situación económica de la debería estar gozando España, si los gobiernos y especialmente los ocho o diez últimos hubieran sido eficientes y honestos.
LOS EXCESOS
Como digo, de eso escribiré más adelante. Hoy me voy a centrar en otro asunto que nos lleva por la calle de la amargura: dos de los muchos excesos que vienen cometiendo los gobernantes elegidos por nosotros. Excesos en la cantidad de empleados de las Administraciones Públicas, entre los que cuento a personal funcionario de carrera, funcionario interino, personal laboral y personal eventual. Y exceso de la presión fiscal.
Según un informe del Instituto Juan de Mariana, desde mediados de 2017 se viene produciendo un continuo incremento del número de empleados públicos. Pero, desde el segundo trimestre de 2020 el aumento del empleo público en proporción al privado ha sido descomunal (véase gráfico adjunto). De tal manera que antes de que Sánchez «conquistará» el poder había 1 empleado público por cada 7 ocupados del sector privado, mientras que a finales de 2023 había 1 por cada 6. Además de ser esta un manera falsear los resultados de su reforma laboral, están tejiendo otra vez redes clientelares a costa del erario y aumentando el gasto público muy significativamente.
Este problema viene de lejos, al menos desde 2014, año en el que el incremento de empleo público y privado eran muy similares, situación que tampoco era muy conveniente para una economía que debía aspirar a ser saneada, ni para un Estado que debería buscar la eficiencia, por el bien común de sus ciudadanos.
Pero, como he mencionado antes, desde mediados de 2017 el problema se agrava, porque desde esa fecha, hasta febrero de 2020 el número de empleados por Administraciones Públicas creció un 7,1%, duplicando el aumento del 3,7% del empleo en el ámbito privado. Obviando el desmadre producido por los primeros momentos de la pandemia, desde el primer trimestre de 2021 hasta mayo de 2023, el empleo público siguió aumentando, ya sin razón alguna. Pero para agravar aún más la situación desde el segundo trimestre de 2023, el empleo público ha crecido todavía más rápidamente que el privado, como puede observarse en el gráfico adjunto, en el que se compara el empleo público frente al privado, asignándole a 2014 el nivel 100.
CORROBORANDO LOS EXCESOS
Por si a alguien le han parecido exagerados los datos que ofrece el Instituto Juan de Mariana que, según dicen, están extraídos de la Seguridad Social, otro estudio sobre los mismos aspectos, este elaborado por el CEU-CEFAS, asegura que hay 1 asalariado público por cada 4,9 ocupados en la economía privada. Considera, además que 1,5 de los 3,6 millones de empleados públicos son excedentes. Indica también que el coste laboral más los gastos asociados a las actividades desarrolladas por ese exceso de empleados públicos puede llegar a suponer unos 70.000 millones de euros.
El informe de esa universidad compara los datos del cuarto trimestre de 2023 con los del tercero de 1976. Entonces había 1 empleado público por cada 8,4 ocupados en la economía privada, y señala que si se hubiera mantenido «el nivel de austeridad» de hace cuarenta y siete años, habría ahora 1,5 millones empleados públicos menos. El cuadro 1 resume el exceso de empleo público que se ha producido entre 1976 y 2023 y su coste.
Este informe, como el anterior, también incide en el incremento presión fiscal, paralelo al del empleo público, incremento que delata a un Estado que ha abandonado la senda de la austeridad llegando, como consecuencia a aplicar unos impuestos cuasi confiscatorios. Un Estado que además no logra bajar la inaceptable tasa de paro, a pesar del excesivo incremento del empleo público.
Como resumen de la evolución de la presión fiscal en España durante los últimos años, el informe hace referencia a que “a mediados de los años 70 los españoles pagaban, entre impuestos directos e indirectos, en torno al 20% o poco más de lo que ganaban. Ahora, acaban pagando una media del 40% al 45%, incluyendo impuestos a su patrimonio acumulado después de pagar impuestos por las rentas obtenidas para poderlo acrecentar, de forma inmediata cada año, o bien al fallecer e ir a disponer de ese patrimonio sus legítimos herederos”.
Va siendo hora de ir revirtiendo esta situación, no queda otra que volver a la senda de la austeridad, del ajuste del gasto y al crecimiento económico real, como el que disfrutábamos antes de la falaz reconversión industrial y de la salvaje deslocalización de empresas. Es el momento para fomentar el talento, la iniciativa empresarial y la innovación, sobre todo entre la juventud, en lugar de ponerles palos en las ruedas. Es hora de ofrecer un entorno de seguridad jurídica que no ahuyente o coarte a los posibles emprendedores e inversores. Es hora de que los políticos trabajen por y para la eficiencia económica, dejando de acumular injustificables déficit y una imperdonable deuda pública.
Pero me temo que, con esta pandilla de patéticos palmeros del enamorado de las tristes epístolas, no creo que vayamos a lograrlo. Así que a aplicarse el cuento.
1 comentario en “EXCESOS IMPERDONABLES”
Muy bueno Luis, nos aclaras muchas cosas.
Lo paso.