El asunto de la guerra de Ucrania (¡uy! perdón, igual debería decir “Operación Militar Especial” en terminología de Putin) es tan serio que podría ocupar toda mi atención, pero nuestra tierra también tiene su gancho. Por supuesto que nunca podrá ser comparable el lio que ha montado Putin con nuestra cuitas nacionales, no obstante no conviene olvidarse por mucho tiempo de lo que acontece por aquí. No debemos olvidar que mantenernos distraídos el mayor tiempo posible, con cualquier excusa, es lo que viene procurando este gobierno “tan representativo” que tenemos que soportar cual pesada losa. De ahí que este domingo, por llevar la contraria, haya decidido olvidarme por un rato de esa injustificable guerra y salir al ruedo nacional y participar en la lidia de los difíciles morlacos de la ganadería “Díaz y Sanchez”. En un principio, la corrida estaba prevista con esa ganadería y la de “Casado”, pero la falta de bravura, trapío y casta han dejado a esta última en la más absoluta irrelevancia y no valía la pena perder ni un capotazo con un individuo de tan poco astado.
Andan los individuos de Sanchez y de Díaz, incluidos los compañeros díscolos de esta última socia, soliviantados con el acuerdo de gobierno al que se ha llegado en Castilla y León. No se quedan a la zaga en espasmos y temblores los periféricos anexos del Frente Frankenstein. Todos se han escandalizado, se tiran de los pelos, algunos incluso de tiran al suelo y patalean. El caso es dejar meridianamente claro que la democracia son ellos y que a la derecha del Sanchismo solo hay “extrema derecha”, como se ha esforzado en recordarnos Adriana Lastra. No voy a perder el tiempo con la envestida fallida que ha intentado Casado desde la UE, ya he dicho antes que lo suyo es irrelevante, lo lleva siendo desde hace tiempo, a pesar de los esfuerzos de su escudero murciano.
¡Extrema derecha!, ¡ultraderecha! ¿Sabrán de que están hablando? Movimientos de este tipo los he visto en Alemania, Bélgica, Austria y algunos países europeos, incluso por allá en extremo oriente, aunque por allí adoptaron formas más vetustas. En unos lugares son más minoritarios que en otros aunque, cuando se ponen a hacer ruido, hacen mucho y con una violencia de cierta consideración. Aquí, en nuestra piel de toro, esos movimientos no son ni siquiera minoritarios, son simplemente testimoniales y siempre lo han sido, digan lo que digan. Tanto la labor educativa, que en ese aspecto si ha sido eficaz, como la poca represión que han necesitado dirigir hacia ellos han logrado reducirlos a la mínima expresión. Cuando la gente de la izquierda del espectro político se llenan la boca pronunciando “extrema derecha” creo que, en el fondo, saben que están haciendo el ridículo, hoy día casi nadie en sus cabales les toma en consideración semejantes exabruptos. Pero bueno, últimamente, el ridículo es algo que los acompaña, como lo hace su sombra.
Lo curioso de esta esperpéntica pose de la izquierda, es que no se fijan bien en las verdaderas y explicitadas posiciones políticas de ese partido, al que califican de “extrema derecha”. Como siempre recurren a la simplificación, a la descalificación gratuita y a esa falsa superioridad ética de la izquierda. Ni se han leído los papeles, ni se los van a leer. Yo tampoco les voy a hacer el trabajo, para eso se supone que se gastan tanto dinero en esa inmensa cantidad de asesores que les rodean. Que se lo cuenten ellos, si saben.
Como si fuera un papagayo, en su caso “papagallina”, Adriana Lastra, con cara de inmensa preocupación, casi llorando, en una declaración televisada, repetía que en Castilla y León se había pactado con un partido de “extrema derecha”, anti autonomista y antieuropeísta. Al escucharla pensaba que se olvidaba de muchos “anti”, que se estaba quedando corta pero que, por muchas que sean las posturas contrarias al pensamiento único decretado por la progresía, eso no sitúa a nadie en la verdadera extrema derecha, en todo caso los coloca en la disidencia. Y bendita sea la disidencia, cualquier disidencia, mientras se disienta en el terreno de las ideas y de la palabra.
Nadie debe llevarse las manos a la cabeza, ni invocar al ángel redentor, sea a Lucifer o a San Gabriel, porque VOX haya llegado a un pacto de gobierno en Castilla y León. Es ahora cuando ese partido, que aún no había entrado en labores de gobierno en ningún nivel institucional, va a tener que demostrar su capacidad de gestión y de colaboración dentro de un gobierno de coalición. Tal y como están distribuidas las preferencias ciudadanas entre los múltiples partidos políticos actuales, la coalición va ha ser el pan nuestro de cada día, mientras no cambien las circunstancias, sobre todo mientras no se modifique el sistema electoral. Y dentro de ese esquema general se debería considerar normal “cualquier” pacto entre fuerzas políticas más o menos próximas, aunque con sus lógicas diferencias, sobre todo cuando se produce entre aquellas que están situadas en uno de los lados del continuum ideológico.
Para ser más claro, no nos debimos extrañar del pacto entre el PSOE y los de Unidas Podemos (UP). Que nadie piense que aquello le iba a quitar el sueño al candidato socialista, eso era postureo del que tanto le gusta abusar. Sanchez, después de ser defenestrado por los incautos y acomodados varones del partido, se recorrió la geografía española, visitó todas las agrupaciones y contactó con las bases por toda España. No sé quién o quiénes le costearon la gira, eso ya es casi irrelevante (o no). El caso es que concitó los apoyos de una militancia que lo llevó a la secretaría general del partido. Si la militancia estaba realmente en sintonía con sus ideas o simplemente había sido llevada al huerto y abducida no lo sé, el caso es que la escasa militancia del partido lo colocó en la cúpula de este. No solo eso, también le indicó con quién debía pactar después de las elecciones del 10 N de 2019. Aunque quizás aquella manifestación, ante la sede de la calle Ferraz, en la que los militantes gritaban ¡con Rivera no! no era tan espontánea como se nos hizo creer. La cuestión es que, tanto el pacto con el Ciudadanos de entonces, que evidentemente hubiera sido mucho mejor para España, como el pacto que se llevó a cabo con UP, estaban dentro de lo previsible y normal. No estoy hablando de lo mejor, estoy solo refiriéndome a las opciones más probables, porque ni en aquellos momento, ni ahora, una gran coalición a lo germano es factible en nuestro país. No voy a entrar ahora en el espinoso tema del excesivo poder de la escasísima militancia de los partidos y del desprecio que se suele hacer de la opinión de sus simpatizantes y votantes una vez que estos han tenido su minuto de gloria democrática introduciendo la papeleta en la urna. Es una cuestión de difícil tratamiento y habrá que dejarla para otro momento.
No se espanten señores de la izquierda, nacionalistas, separatistas y centristas varios. Ni siquiera se deberían espantar los de la extrema izquierda, que la hay. VOX es un partido legal, que ha “jurado” fidelidad a la Constitución (no como otros), que no tiene el recurso a la violencia como una de sus formas de actuación. Además, fijándome en los dos calificativos empleados por la señora Lastra (anti autonomista y antieuropeísta) para definir a VOX, no veo pecado en nada de ello. Nada del otro mundo tiene cuestionar el actual Estado de las Autonomías como forma de Estado en sí, o bien cuestionar el funcionamiento y resultado de la actual forma de descentralización del Estado. La democracia, a pesar del restrictivo concepto que de ella tiene nuestra izquierda, permite cuestionar casi todo, siempre y cuando se respeten las reglas de juego fijadas por las generales de la ley y de la buena educación. Yo mismo cuestiono muchos aspectos de la forma de descentración que se fija en la Constitución y no por ello dejo de respetarla, en todo caso manifestaré mi disconformidad e intentaré convencer de ello al que se me ponga a tiro (pobre de él). Con la cuestión del europeísmo pasa algo parecido, porque me da la sensación de que VOX no se opone a la deseable unidad de Europa, otro gallo nos cantaría hoy si realmente estuviéramos más unidos, visto lo visto. Pero eso no está reñido con tener un cierto reparo ante la manera de gobernar la UE por parte de las instituciones europeas actuales, disentir de la manera de proceder en ciertas políticas, del derecho a denunciar la falta de democracia y de objetar de la actual forma de relacionarse con los Estados miembros.
Las declaraciones de la señora Adriana Lastra al respecto del referido pacto entran dentro lo que se puede esperar de ella, es decir una vacuidad. Más grave me parecen las palabras del Picapiedra huérfano, pues se trata del presidente del gobierno, personalidad que debería estar adornada con una serie de cualidades, entre las que jamás debería contarse la chulería. Pues con tal se ha despachado al decir literalmente que “esta decisión la van a pagar caro en términos políticos” refiriéndose al PP. Todos podemos deducir de sus palabras que van a apretar (como decía Quim Torra a sus violentas huestes). Parece que va a seguir la hoja de ruta de su superado maestro Zapatero que, con ocasión de una campaña electoral, le confesaba a su incondicional Gabilondo: “lo que nos conviene es que haya tensión”.
Déjese de carajadas señor Sanchez, déjese de generar tensión, deje de permitir que la extrema izquierda que tiene a su servicio reviente los actos de otros partidos políticos, deje de mentirnos justificándose con la pandemia antes y con la guerra ahora. Usted ha gobernado muy mal hasta ahora, ha hecho la peor gestión de la pandemia permitiendo malversaciones, escapándose ilegítimamente del control parlamentario, legislando de manera subrepticia y tendenciosa, disparando de manera totalmente irresponsable el déficit presupuestario y la deuda pública y hundiendo a los españoles en un nivel de pobreza y desigualdad desconocido por lo menos en 50 años, al menos. Todos sus logros no son propios de un país con un gobierno de derechas, de izquierda o de centro, son logros de países con gobiernos de extrema izquierda. Dejen de llevarse las manos a la cabeza por un pacto regional y pónganse a trabajar por los españoles y no por la pandilla de vagos a los que están manteniendo con esas millonadas que reparten, con las que podrían estar sacando de la pobreza a muchas familias y evitando que bajaran la persiana miles de PYMES y autónomos, a los que, sin embargo, les incrementan los impuestos y contribuciones. VERGÜENZA LE DEBERÍA DE DAR.
Zaragoza, 13 de marzo de 2022
LUIS BAILE ROY
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1 comentario en “¿EXTREMISMOS?”
Enhorabuena Luis. Suscribo totalmente lo dicho en tu artículo.Nada que añadir ni quitar.👏👏👏🇪🇦🇪🇦🇪🇦