7 de julio de 2025 14:45

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

¿Qué encontrarás en este artículo?

Estamos sometidos a una avalancha de informaciones y, como no, de desinformaciones sobre la guerra de Ucrania que, en cualquier momento, podemos alcanzar el nivel de saturación en el que se puede producir una desconexión, como un corto circuito. Hace unos días, por aquello de comprobar lo que se estaba contando desde el lado ruso, puse en la tele el canal de Rusia Today (RT). La información que ofrecían era absolutamente diferente a la que se ofrecía en Euro News, la BBC o TVE 24horas, por poner algunos ejemplos. Tengo que reconocer que en algunos de los medios occidentales la manipulación de la información es palmaria, pero no en todos con la misma intensidad o descaro. Bueno, si excluyo a Ferreras, que siempre está en lo mismo, y a algún medio norteamericano. A RT le faltaba muy poco para pintar a los ucranianos de rojo (perdón), con rabo, cuernos, y ensartando con un tridente a ciudadanos de Donetsk y Lugansk o sellando la boca a aquellos que hablaran ruso.

Dejando de lado la normal desinformación que se produce en una guerra, no en balde es una parte más de la guerra psicológica que ha jugado siempre un papel importantísimo en todo conflicto, lo cierto es que la situación en Ucrania se está complicando por momentos. Putin ha sido durante muchos años un personalidad, sino previsible, considerablemente calculador y contenido. Un dirigente político al que se le podían adivinar las consecuencias de sus actos y entender cuáles eran los objetivos que buscaba. Pero ahora, con una guerra total e injustificable en Ucrania, Putin ha dejado de ser ese político, con el que podrías estar o no de acuerdo, pero al que se le veía venir, del que se podía decir que sabía el terreno que pisaba en política internacional, del que se podía esperar siempre una contención incluso en sus apuestas más arriesgadas.

Algunos pensábamos que el fracaso del protocolo de Minsk, firmado el 5 de septiembre de 2014, bajo los auspicios de la OSCE y el fallido alto el fuego en las repúblicas de Donetsk y Lugansk eran los motivos de la intervención rusa en la región de Donbas. Creíamos que la misión de las tropas rusas era anexionarse esas regiones ucranianas prorusas que, casualmente, son la zona más industrializada de Ucrania y que era, desde hacía tiempo objetivo de Moscú. Pensábamos que todo se iba a quedar ahí y que, en todo caso, Putin ordenaría ocupar una zona de terreno que uniera Donbas con Crimea. Todas regiones de gran influencia rusa, por lo que, aunque parezca una dura comparación, podría asemejarse a lo que la mayoría de las potencias occidentales hicieron en Kosovo, al segregarla de Serbia por la fuerza.

Pero no, Putin no solo desplegó fuerzas en la frontera con la región de Donbás, también lo hizo en Bielorusia, con la excusa de realizar maniobras militares con su aliado (o vasallo) y lo hizo por el sur de Ucrania, el Mar de Azov y el Mar Negro. Todo ese despliegue acabó en lo que no esperábamos, en una invasión en toda regla de Ucrania por todos los puntos cardinales menos por el oeste. Putin ha roto con su propia imagen de calculador frio y contenido, pero ¿por qué? ¿Pretende distraer la atención del pueblo ruso ante su maltrecha economía y sus malas condiciones sociales?, ¿le han entrado las prisas por reconquistar el imperio zarista o los territorios de la URRS?, o ¿ha querido plantar cara a la OTAN?, a la que acusa de haberse extendido hasta sus fronteras, incumpliendo los acuerdos que se hicieron en 1990.

Ahora ya da igual, fuera la que fuera su motivación, Putin, esta vez, ha abandonado la contención para meterse en un berenjenal que cada vez se le complica más. Está intentado ocupar y controlar un país muy extenso, para lo que no tiene suficiente capacidad. Aunque llegara a ocupar una gran parte de Ucrania empleando la fuerza brutalmente, le resultaría muy difícil llegar a ejercer un control efectivo sobre el territorio ocupado, porque la resistencia que el pueblo ucraniano está ofreciendo no se la esperaba y no parece que vayan a dejar de combatir a las fuerzas de ocupación, aunque sea mediante técnicas de guerrillas y de combate urbano. Para complicarle más la ecuación le ha aparecido otra variable con la que posiblemente no contaba: el pueblo ruso no parece estar apoyando unánimemente el órdago de Putin, están ya sintiendo las consecuencias de las sanciones económicas aplicadas por los países occidentales. Ya veremos hasta donde es capaz de aguantar el pueblo ruso por una guerra que muchos no acaban de entender. También cabe dudar de la lealtad de los magnates y oligarcas rusos que ya están sufriendo embargos, inmovilizaciones de bienes y pérdidas millonarias en negocios echados a perder.

En un artículo anterior hice mención a la posibilidad que se abrió en 1990, cuando Gorbachov propuso acabar con el Pacto de Varsovia (que terminó desmoronándose solo) y con la OTAN, para dejar la seguridad de Europa en manos de una más potenciada OSCE y alcanzar acuerdos de cooperación y asociación con Europa Occidental. Si aquella propuesta hubiera salido adelante, por encima de los intereses norteamericanos, creo que hoy no estaríamos viendo las barbaridades que están ocurriendo en Ucrania. Por lo que vi en el programa Espejo Público de Antena 3, no es de la misma opinión mi amigo el ex JEMAD Fernando Alejandre. Él piensa que entonces fue necesario mantener la OTAN, porque ahora vemos de lo que es capaz Putin. Puede que no le falte razón, él sabe mucho más que yo de todo eso, por algo ha pasado unos cuantos años en cargos de alta responsabilidad en la Alianza. Pero yo pongo en duda que Putin hubiera podido seguir la misma trayectoria que le ha llevado a ser el autócrata deshumanizado que es ahora. Entonces, en el año 1990, Putin dejó su trabajo como agente de la KGB, destinado en la Stasi de la ciudad alemana de Dresde, para incorporarse como ayudante del rector de la universidad de San Petersburgo y posteriormente, en 1991, como vicealcalde del Ayuntamiento de esa ciudad hasta 1996. A partir de ahí dio el salto a la política nacional de la mano de Viktor Chernomirdin y Boris Yeltsin. Sin embargo, es muy probable que esa progresión en la carrera política de Putin no hubiera sido la misma en la hipotética situación de una Rusia asociada a la entonces CEE (hoy UE). En fin, son conjeturas que no pueden arreglar el desastre que ha provocado el dirigente ruso, pero que pueden ser tomadas como lecciones aprendidas para el futuro.

Como deben ser tomadas en consideración, y guardadas en la memoria, las actitudes de los políticos españoles que se han puesto de perfil ante la invasión de Ucrania por Rusia. Una invasión que está provocando la destrucción de muchas poblaciones, la muerte de miles de personas y el desplazamiento de millones de ucranianos hacia sus fronteras occidentales. ¿Cómo han sido capaces de negar el envío de armamento a Ucrania? Pues lo han sido, hasta que alguien, desde fuera, puede que desde Bruselas, les han llamado a capítulo. Son realmente penosos y ridículos, estaban satisfechos con envíos de material militar “defensivo” (¿sacos terreros, cascos y palas?), como decía Sanchez. Debía ser por aquello de no ofender al amigo de sus socios en gobierno y en el Congreso. Una vergüenza más que nos hacen pasar estos, que llegaron a la política muy jovencitos para convertirse en payasos con el paso de los años y de las poltronas.

Esperemos que la guerra acabe lo más pronto posible, con el menor daño para Ucrania y que el pueblo ruso le haga pagar pronto a Putin la locura que está cometiendo. Esperemos también que todos los países europeos hayan tomado nota y se empiecen a tomar en serio la necesidad de contar con una Defensa adecuada y de rápida respuesta. Y en nuestro caso que empiecen a considerar, no solo la imprescindible necesidad de dotar como es debido a nuestras FAS, si no, también, la posibilidad de renegociar nuestros acuerdos con la Alianza Atlántica y con la UE para que los apoyos de ambas abarquen operaciones en “todos” nuestros territorios, porque en nuestra frontera sur tenemos a otro autócrata capaz de cualquier locura si le aprieta el zapato, que le apretará. Señores, a ver si se enteran de que a los carros de combate, helicópteros, aviones y barcos no se les para con tirachinas, vendas,  mercromina, flores y bomberos. 

Frías, Burgos, 6 de marzo 2022

LUIS BAILE ROY

 

 

 

 

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Luis Baile Roy

1 comentario en “PUTIN, LA INCOGNITA”

  1. La guerra siempre aparece como un cisne negro. Siempre incierta e imprevisible desde que empieza hasta que acaba. La guerra la inician los que ostentan el poder no el pueblo. Y a pesar de que debemos aprender de los errores parece que no es así. Veo muchas similitudes del comienzo de la segunda guerra mundial con esta, tanto en la excusa de la invasión como del personaje que la lidera. Confío en que no dure ni se extienda como aquella, si bien,las consecuencias para todo el mundo de este conflicto van a ser duraderas y replanteará un nuevo orden mundial que ya estaba haciéndose pero vía política,diplomática y comercial. Quizás como decía Clausewitz, no queda otra, y la guerra es la continuación de la política por otros medios.🤔
    Un fuerte abrazo Luis.

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