Alcanzamos los 4 millones de parados registrados, algo menos a finales del mes de marzo (3.949.640) tal y como refleja el gráfico del SEPE presentado más abajo. A esa triste cifra debemos sumar, a pesar de lo que diga la ministra de trabajo, los más de setecientos mil trabajadores en situación de ERTE y los autónomos que han tenido que cesar en su actividad, que suman casi quinientos mil. Tampoco podemos olvidarnos de aquellos que no estando ocupados son demandantes de empleo, categoría que es tomada en cuenta en las estadísticas de la EPA del INE, pero no en las del paro registrado del Ministerio de Trabajo, lo que supone añadir a la cuenta algo más de setecientos mil personas. En definitiva nos acercamos a los 6.000.000, si no la superamos, de personas que no tienen trabajo.
La situación no es tan grave como la que soportábamos entre los años 2010 y 2015, pero camino llevamos de lograrlo. Además, seguimos arrastrando tres graves problemas: un mayor paro femenino, un exagerado paro juvenil que ha superado el 40% y la consabida alta tasa de temporalidad.
El paro es el problema que más preocupa a los españoles y, según las encuestas de los medios de comunicación, le siguen la economía, la sanidad, la política y, por supuesto, la corrupción, entre otros.
No se si cuando el público entrevistado por esos medios se manifiesta preocupado por la economía está al tanto del déficit público y de la deuda del Estado. En 2020 el déficit público llegó al 10,97% del PIB, lo que nos coloca en el puesto 175, de 190 países, del ranking de déficitrespecto al PIB. La subida del déficit ha sido espectacular, en el año 2019 no íbamos bien, pero teníamos un déficit del 2,86% del PIB. En cuanto a la deuda del Estado, en 2020 fue de 1.345.570 millones de euros,cuando en 2019 fue de 1.188.820 millones de euros. La deuda actual alcanza, por lo tanto, el 120% del PIB, situándonos entre los países más endeudados del mundo. Ciertamente es para preocuparse, pero más aún me inquieta el hecho de que la gente del actual gobierno no tiene ningún tipo de contención. Incrementan el gasto sin ninguna vergüenza y lo peor es que la mayor parte de ese incremento no va encaminado a solucionar los problemas de las personas que están ya con serias dificultades para pasar el mes. Ni tampoco lo invierten en potenciar, en la medida necesaria, la investigación y el desarrollo, ni en una reindustrialización justamente distribuida por el territorio nacional. Todo ello es realmente preocupante y es la principal causa del nivel de paro que sufrimos.
Lógicamente la preocupación por la sanidad ocupa un lugar alto en las encuestas, algunas incluso sitúan la preocupación por el coronavirus en el primer lugar. No me extraña en absoluto esa preocupación, porque estábamos creídos de que teníamos casi el mejor sistema del mundo mundial, pero nos hemos dado cuenta de que, a parte de su universalidad y gratuidad, con todo lo importantes que son, la verdad es que tenemos 17 sistemas de salud autonómicos, más los restos del SNS, que además atiende a Ceuta y Melilla, con carencias importantes. Hemos sufrido y aún arrostramos las consecuencias de la imprevisión, de la falta reservas del más básico materia sanitario, de la gestión deficiente, por no pensar mal, de las adquisiciones y de algunos defectos más, en los que no insistiré pues ya los he enumerado en otros artículos.
En el cuarto y quinto lugar de la preocupación de los españoles, los medios sitúan a la política (incluyendo a los partidos), así en general, y a la corrupción respectivamente, así juntitos. ¿Casualidad o asociación de ideas? Vaya usted a saber. En este caso, aunque no me sorprende ese lugar en la clasificación de los males nacionales, yo hubiera puesto la política (incluidos los partidos) en el primer lugar, porque es el origen del resto de los problemas. Es más, por afinar la puntería, no le echaría la culpa a la política que, al fin y al cabo, es la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. La política es una actividad necesaria, por sí sola no tiene culpa de nada, en nuestro caso el problema está en quienes rigen o aspiran a regir esos asuntos. La falta de una preparación intelectual concienzuda hace de nuestros políticossuculentos bocados para una legión de avispados asesores que, escudados en su práctico anonimato muy bien remunerado, intentan compensar las deficiencias de sus asesorados, la mayoría de las veces inútilmente. Todo ese mastodóntico cuerpo de asesores existe por el propósito de esos políticos por rodearse de personas de su entorno o sensibilidad política, dejando de lado al personal perteneciente a los altos cuerpos de funcionarios del Estado, que han alcanzado su puesto por méritos y están perfectamente preparados para asesorar el político de turno. La cuestión es que la mayoría de nuestros políticos actuales quieren oír solo lo que les gusta oír, no están dispuestos a escuchar alternativas que se salgan de su idea prefijada, aunque sean las más adecuadas. A eso se le podría llamar también soberbia, además de ignorancia.
Los dirigentes políticos españoles actuales, a los que no quiero llamar líderes porque no llegan a ese título ni de cerca, llegan a la dirección de los partidos demasiado rápidamente, y me da la sensación de que alcanzan esas posiciones más bien medrando y llevando la cartera de otros, a los que sirven sin plantear problemas, mientras reparten codazos o inmundicias entre sus oponentes internos. Por lo que me parece son de escasos méritos, de corta memoria y listos, más que inteligentes. Con esas prebendas alcanzan el poder cuando erróneamente les dejamos y, entonces, en poco tiempo, suman a sus defectos los de altanería, engreimiento, jactancia, fatuidad y en algún señalado caso chulería de pasarela barata.
El asunto de la corrupción ya la traté en ocasiones anteriores, ya saben que di la mágica cifra de 90.000 millones de Euros detraídos de nuestro PIB, perdidos en actividades corruptas. Por supuesto que no todas esas actividades se pueden achacar a los políticos, aunque sí podrían ser más diligentes en su persecución. Sin embargo, aunque la corrupción de los políticos sea de menudeo es, si cabe, más despreciable al estar cometida por personas que deberían tener como máxima de su actuación el “servicio a los ciudadanos”. Me da igual que se corrompan por unos cuantos cientos de miles de euros, por coches, por hipotecas imposibles, por dar empleo a sus mujeres o por un ministerio para su pareja sentimental y compañera de chalé. Me resulta igualmente despreciable. Aquí vale quien sirve y el que no que coja el portante y se largue lo más lejos posible.
El verdadero y gran problema de España es la falta de calidad de sus políticos. Habrá que buscar una solución a ese problema porque si seguimos así el resto de los problemas, estén donde estén situados en las encuestas, no van a encontrar solución. No les voy a decir que todos los que se vayan a sentar en el consejo de ministros deberían tener un sello de calidad, conseguido en algo así como una Escuela Nacional de Administración Pública, a semejanza de la existente en Francia, porque es una institución más bien adecuada, aunque no en exclusiva, para los funcionarios de alto nivel, pero algo así se les debería exigir. Nos ahorraríamos penosos espectáculos, como el protagonizado por la ministra de igualdad en un mitin en apoyo a su compañero de partido y de chalé, hablando en un extraño lenguaje que llaman inclusivo, que no es más que otra manera de ofender a la lengua española, la segunda más hablada en el mundo. Yo la invitaría a dar ese discurso en algunas plaza pública de Teherán o de Riad. También la invito a dimitir y dejar de gastar esas ingentes cantidades de dinero en gilipolleces que maldita falta hacen, sobre todo cuando hay mucha gente con sus negocios cerrados, en paro o en ERTE si tienen suerte de cobrarlo.
25 de abril de 2021, XLVII aniversario de la revolución de los claveles en Portugal.
LUIS BAILE ROY
2 comentarios en “LA CAUSA DE LAS PREOCUPACIONES DE LOS ESPAÑOLES”
Muy de acuerdo con lo que dices sobre los políticos españoles Luis, aunque creo que de difícil solución mientras quién accede a la política, como dices, son los menos preparados , los más demagogos y en gran parte sin oficio ni beneficio. Si el destino de España está en manos de ignorantes ambiciosos poco podemos esperar. O se dignifica la política exigiendo preparación y honestidad o acabaremos como casiempre hemos sido un país de pícaros. Un abrazo
Se pueden contar con los dedos de la mano los políticos que, al terminar su cargo (o perderlo, que es más normal) son capaces de desarrollar un trabajo acorde con las que debieron haber sido sus capacidades cuando desempeñaban su función política.
Si esto ocurre a nivel de gobierno central, donde aún se puede creer que la dignidad del cargo compensa el menor ingreso económico, es fácil imaginar lo que ocurre a niveles inferiores, en donde esta dignidad brilla por su ausencia.
Por lo menos, Gerardo Iglesias tuvo la honradez de volver a la mina…