7 de julio de 2025 16:35

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

PSOE, POPULISMO Y AUTOCRACIA

Con la colaboración de los representantes de menos del 4 % del censo electoral, gracias a nuestro sistema electoral, se podrá reeditar una nueva versión del Frente Popular de antaño, o del llamado actualmente Frente Frankenstein y que ahora podríamos denominar Frente Disolvente

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MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA

Corren malos tiempos para la democracia liberal. Los partidos tradicionales y las élites gobernantes no comprenden que los populismos no han surgido sólo como una reacción a la inmigración y el multiculturalismo, ni como una protesta contra los efectos de la globalización y el acelerado cambio tecnológico.

Si es cierto que, en buena parte de la población occidental, hay una reacción, más o menos fuerte, a la diversidad racial, cultural y de género, de tal manera que se detecta un cierto sentimiento de opresión ante el extendido discurso de lo políticamente correcto.

De la misma manera, no podemos negar que la velocidad del cambio tecnológico y el incremento de las desigualdades que ha acompañado a la globalización ha obligado a muchos trabajadores a olvidar sus viejos conceptos de carrera laboral y orden económico. Además, se han visto afectados por una deslocalización, frecuentemente injustificada, debiendo tener que reinventarse y formarse casi continuamente.

Buena parte de los ciudadanos de los países occidentales han perdido la estabilidad laboral de la que gozaban, se les ha esfumado la que parecía una carrera con perspectivas de futuro y que les iba a permitir una cierta movilidad social. Y mientras reciben como pueden esos golpes, ven que sus trabajos de han deslocalizado hacia países con salarios más bajos, sin derechos sindicales o los están haciendo robots.

Pero, aunque los partidos tradicionales y las élites gobernantes lo pretendan, los populismos que han surgido en la última década no son consecuencia exclusiva de los dictámenes apuntados en los párrafos anteriores. Ni siquiera son las causas principales.

El meollo está en la manera en que los partidos tradicionales, también los de izquierdas, por supuesto, y las élites que los dirigen han estado durante décadas haciendo políticas que depreciaban la dignidad del trabajo y empeoraban las condiciones económicas, sociales y culturales de los trabajadores. A lo largo de muchos años han llevado a cabo de manera equivocada y lesiva para grandes capas de la población los dictados de la globalización, enunciados por élites reunidas en foros y clubs económicos y financieros.

Esa manera errónea de aplicar la globalización conllevó una interpretación de los mercados como instrumentos esenciales para lograr el bien público, por lo que se abandonó todo debate ideológico y moral, en aras de una eficiencia económica que solo podía ser lograda por los expertos: tecnocracia, pura y dura. Llegó la libre circulación de capitales, el desprecio a las identidades nacionales, las deslocalizaciones de la industria y el incremento de las desigualdades.

Pero todo eso era progresismo, multiculturalismo, sociedad abierta, etc. Todo muy ilusionante, pero los únicos beneficiados de todo ese tinglado han sido los situados en la élite económica y financiera mundial, la cada vez menos numerosa clase media ha perdido buena parte de sus capacidades y las desigualdades han alcanzado niveles superiores a los de hace 40 años.

Claro que siempre nos queda confiar en la igualdad de oportunidades. Facilitar el acceso a la educación en igualdad de condiciones, eliminar barreras de todo tipo para poder optar a una formación de calidad, se han presentado por todo tipo de políticos como un antídoto a la desigualdad y un seguro de ascenso social. Pero la realidad es que la ni el acceso a una educación de calidad es igual para todos, ni la movilidad social compensa la desigualdad existente.

Si alguna vez se lograra una igualdad de oportunidades cercana a la ideal, podríamos hablar de la posibilidad de un ascenso social y profesional conforme al esfuerzo y al talento, es decir al mérito. Pero ahí entraríamos en otro problema moral: ¿por qué los que tienen talento merecen las altas recompensas con las que la sociedad de mercado actual les paga? ¿por qué van a merecer esas recompensas por algo que les ha venido dado, por algo sobre lo que no ha tenido control? Pero, en fin, eso lo dejaré para un día en el que tenga calentura.

No obstante, sí me interesa resaltar que algunas de las actitudes que la meritocracia alimenta: la soberbia y el resentimiento, también están detrás del populismo. En primer lugar, porque el mérito que dicen tener nuestros populistas gobernantes y las élites que los sustentan, es de dudosa justificación ya que, a la luz de los resultados, su manera de gobernar evidentemente no ha sido buena para el bien común, ni éticamente admisible.

En segundo lugar, porque han mostrado una inquina enfermiza contra todo aquel que ha logrado el éxito en aquello que ha emprendido. Estos lideres de masas de tres al cuarto, que dicen hacer “cosas chulísimas”, que se pasean con prendas progres de modisto de renombre y van regalando cheques de 400 € a los nuevos votantes, son los que se permiten demonizar a todo aquel que haya alcanzado el éxito, sin entrar en consideraciones racionales y libres de ese resentimiento injustificable que llevan dentro.

EL PSOE TRADICIONAL DEL SIGLO XX

Desde el 2 de mayo 1879 este partido ha seguido rumbos frecuentemente cambiantes, dejando atrás un largo camino pleno de errores, aciertos e incertidumbres. Es el partido político más antiguo de España y el segundo partido socialista del mundo después del SPD alemán.

En las primeras décadas del siglo XX convivieron en ese partido dos almas, a veces con dificultad. Una, la reformista, perteneciente a la II Internacional, que aceptaba las reglas de la democracia liberal, aunque frecuentemente sacaría los pies del tiesto. La otra, llamada tercerista por su preferencia por la III Internacional, estaba encarnada inicialmente por las Juventudes Socialistas, parte de las cuales crearon el Partido Comunista Español que se integró en la revolucionaria III Internacional.

Inmediatamente después del tercer Congreso Extraordinario del PSOE, el 13 de abril de 1921, en el que se decidió la permanencia en la II Internacional, los terceristas abandonaron el PSOE y fundaron el Partido Comunista Obrero Español, que más tarde se fusionaría con el Partido Comunista Español. Ambos devinieron en el Partido Comunista de España, el PCE que todos conocemos.

Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera surgieron nuevas divisiones, pero esta vez entre los llamados reformistas, por aceptar la colaboración con el dictador o no. El enfrentamiento se personalizó en la figura de Largo Caballero que aceptó un puesto en el Consejo de Estado e Indalecio Prieto. Este último finalmente dimitió como miembro de la ejecutiva del partido dado el apoyo recibido por su oponente desde el partido y la UGT.

LARGO CABALLERO

Durante la II República, en el primer bienio, el PSOE participó en varios gobiernos presididos por Manuel Azaña y en coalición con los republicanos de izquierda. Empezaron ya entonces algunas de las tropelías con el estado de derecho, como Ley de Defesa de la República, que permitía al ejecutivo saltarse al poder judicial en el momento que quisiera.

En 1933 el prestigio del gobierno de izquierdas había caído en parte como consecuencia de su incapacidad para controlar los numerosos incidentes violentos que se fueron produciendo a lo largo de ese primer bienio republicano (sucesos de Casas Viejas, por ejemplo). La coalición de republicanos de izquierdas y socialistas se rompió y el gobierno de Azaña dejó de tener los apoyos necesarios, en consecuencia el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, decidió la disolución de las Cortes elegidas en junio de 1931 y convocar elecciones generales para el 19 de noviembre de 1933.

El triunfo esta vez fue para el centro y la derecha, de una manera igual de aplastante al triunfo de la izquierda en 1931. El centro derecha obtuvo más de cinco millones de votos, mientras la izquierda recibía tres. A partir de ahí el PSOE volvió a tener una de esas transformaciones que le son tan características, pero esta vez su radicalización fue mayor. Valga como ejemplo la reacción de Largo Caballero poco después de perder las elecciones:

  «La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución«.

Aquel personaje, que el mismo Sánchez ha reconocido como su modelo, también cambió “de opinión” respecto a cuando colaboraba con la dictadura de Primo de Rivera. Durante el bienio de gobiernos de centro-derecha el PSOE dio el golpe de estado de 1934 junto a habituales compañeros de viaje y después puso todo de su parte para llegar a una situación revolucionaria.

Don Niceto Alcalá Zamora, en connivencia con presidente del consejo de ministros, Portela Valladares, en un intento por conseguir un gobierno republicano moderado que pusiera fin a la radicalización existente, convocó elecciones para el 16 de febrero. Del resultado de esas elecciones, que se desarrollaron en dos jornadas, el 16 de febrero y 1 de marzo, salió triunfante el denominado Frente Popular, surgido de un pacto entre Izquierda Republicana, el Partido Comunista, el Partido Obrero Unitario Marxista (POUM), Izquierda Republicana de Cataluña y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). ¿Les suena verdad?

Aquellas elecciones quedaron marcadas con la fundada sospecha de fraude electoral, cuestión de la que se ha escrito mucho. Después vino todo aquello de la amnistía para los condenados por el golpe de 1934, incluidos los independentistas catalanes, violencia política, invasión en todas las instituciones del Estado…¿Les suena de algo?

Todo aquello acabó como acabó y después llegaron casi 40 años de silencio sepulcral. El PSOE desaparecido hasta que, por arte de magia o por intereses políticos y económicos de dentro y de fuera, resucitó en Suresnes, entrando en una nueva etapa, esta vez socialdemócrata, de la mano de Felipe González y Alfonso Guerra.

Los gobiernos de Felipe González cumplieron con lo que se esperaba de ellos por parte de las élites que auparon a los socialistas españoles hasta el gobierno de España. La mal llamada y peor gestionada reconversión industrial, el control de los sindicatos, la aceptación total de las reglas de juego de la democracia liberal y del mercado libre, la entrada en la OTAN, etc. fueron algunos de sus “logros”.

Pero los “tics” autocráticos del partido no dejaron de aparecer, la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 fue prueba de ello, como lo fue retomar la mala costumbre de colocar a sus peones, buenos o malos, en los puestos clave de las instituciones y empresas estatales, con la finalidad de reforzar su acción de gobierno y, en su caso, entorpecer la del siguiente, si fuera de diferente color político.

De todas formas, aquel PSOE mantuvo las formas en lo que a la unidad de España se refiere y se enfrentó con decisión, e incluso con la sangre de algunos de sus militantes, al problema del terrorismo de ETA. También hay que reconocer que en aquellos años España creció, aunque basándose sobre todo en el sector servicios, y la clase media, que se desarrolló durante el franquismo y principio de la transición, se mantuvo.

EL PSOE POPULISTA EN EL SIGLO XXI

Después de aquellos años de socialdemocracia domesticada, llegó la era del binomio Zapatero-Sánchez. El primero empezó a jugar peligrosamente con el déficit presupuestario y la deuda pública, dio alas al independentismo catalán y al mundo filo etarra, e introdujo fuertes sesgos ideológicos en la enseñanza, el control de la natalidad y las identidades de género, mientras ya se empezaba a observar un cierto deterioro en nuestro, hasta entonces envidiado, sistema sanitario y se disparaban los precios de la vivienda.

A Zapatero le pilló de refilón la revuelta populista del 15 M de 2011. Un movimiento que en otros países se llevó por delante a los partidos liberal-progresistas y de centro-izquierda. Al PSOE lo dejó tocado, pero no hundido. Partidos como el SPD alemán, el Partido Demócrata de EE.UU., el Laborista británico, el partido Socialista Francés y el Demócrata italiano vieron reducido a la mínima expresión el apoyo de sus respectivos pueblos.

Cuando Sánchez logró entrar en La Moncloa, marcando un gol por la escuadra a un portero cansado y cansino, debió pensar que era mejor subirse al carro del populismo, antes que desaparecer y así comenzó el ciclo de los gobiernos de Pedro Sánchez. Ante la alternativa de pactar con Ciudadanos o hacerlo con Podemos, eligió la segunda opción. El teatrillo de sus escasas bases pidiéndole que no pactara con Rivera fue muy oportuno, pero todos sabemos que, cómo casi todo lo que hace la exigua militancia, está preparado por el entorno próximo del líder.

El PSOE se entregó dócilmente a un líder trilero y pernicioso que, salvando las distancias, cada vez lo acerca más al PSOE de los años 1934-39, el de Largo Caballero e Indalecio Prieto. A aquel que no pudo soportar el triunfo de las derechas, aquel que amnistió a los golpistas del 34 y aquel que, ya en 1939, fletó el barco “Fita” cargado de tesoros robados, para asegurar una vida “digna” en México a Prieto y sus más próximos colaboradores.

EL PSOE Y LA AUTOCRACIA

Estos últimos cinco años el PSOE no ha dejado de colocar, en instituciones que deberían mantener la independencia respecto del ejecutivo y en empresas estatales o participadas, a sus peones sin consideración de mérito o valía, sólo y exclusivamente por su docilidad para obedecer los mandatos del líder, tanto si son o no legales y éticos.

Pedro Sánchez, para lograr SU objetivo de permanecer en La Moncloa, ha protegido su posición situando en puestos clave a sus más fieles. De esa manera, toda posible reacción de otros poderes del Estado, o de cualquier otro órgano de control, ante sus desmanes podrá ser anulada sin demasiado esfuerzo.

Pedro Sánchez se ha preparado concienzudamente el terreno en el que quiere maniobrar, para su mayor gloria y proyección (quizás internacional). Ya veremos a dónde nos llevará esta nueva etapa, después de su más que probable investidura. Es capaz de vender la piel de toro a los partidos que han estado años chantajeando en el Congreso y a los herederos de ETA. Puede que ya le estén preparando una ley de amnistía, puede que se la estén cocinando algunos de los vocales recién nombrados para el TC. No sería de extrañar, para eso los ha colocado.

Pero lo peor de todo es que habiendo gobernado como lo ha hecho, habiendo gestionado tan desastrosamente la pandemia, malversando, mintiendo y decretando ilegalmente; habiendo promulgado leyes manifiestamente contrarias al sentir general de los silentes españoles; habiendo cometido errores imperdonables y vergonzosos en política exterior; habiendo generado una tremenda radicalización en la sociedad, por la aplicación de leyes ideológicas y habiendo empobrecido a las clases medias y bajas, muchos españoles le han vuelto a votar.

Y con esos votos, insuficientes por sí solos, negociará con los de ERC y JuntsxCat una antidemocrática amnistía y un ilegal referéndum. Con los retrógrados y presuntuosos del PNV (recolector de nueces) y con los herederos de ETA (agitador del árbol) vaya a usted a saber qué pactarán, de momento Ortuzar y Otegi sonríen tranquilamente, a ver como acaba el sainete catalán, luego entrarán ellos en juego.

Con todos ellos, con los representantes de menos del 4 % del censo electoral, gracias a nuestro sistema electoral, podrá reeditar una nueva versión del Frente Popular de antaño, o del llamado actualmente Frente Frankenstein y que ahora podríamos denominar Frente Disolvente, porque para eso está naciendo, para disolver la nación española como un azucarillo, mientras él podrá seguir en el poder, burlando y mintiendo a los españoles, para su beneficio personal y el de unas minorías que no se sienten españolas pero, aunque respetables, son minorías. El paso de la demogogia a la autocracia está llegando.

Lo triste es que esto no hay quien lo pare, o si, no lo sé. Y hoy empiezan a celebrarlo los de “Ho tornarem a fer”.

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Luis Baile Roy

1 comentario en “PSOE, POPULISMO Y AUTOCRACIA”

  1. Juan Fuentes Opacua

    Pues a mí me duele España y no quiero de manera ninguna su balcanización. Como nos ha descubierto Jorge Buxadé, al menos a mí, nuestra Constitución es diferente a otras, no comienza como la de USA, «we the people», sino que, tras el preámbulo, dice » España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, …». No dice, los españoles, o la gente que vive en España, … Porque España nos antecede …
    No me parece que la investidura fallida de Feijoo haya sido inútil. Muchos hemos descubierto a un líder formidable de la derecha. Esperemos que su camarilla de sorayos y soplagaitas no se lo lleven al huerto del contemporizar, de «dejarlo todo como está», como hizo don Vagancio, que malbarató una mayoría absoluta …
    El gobierno Frankestein no puede durar mucho.

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