7 de julio de 2025 13:31

Blog sobre demografía y política

 «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los  remedios equivocados.»  Groucho Marx

Visión de unas costumbres anglosajonas que han penetrado en nuestra sociedad para bien o para mal y la partida de póker que está jugando Sánchez con nuestros capitales.

¿Qué encontrarás en este artículo?

LAS COSTUMBRES ANGLOSAJONAS

El viernes pasado oí de refilón una noticia a la que no sé si debería darle crédito. Puede que fuera simplemente una de esas informaciones que tienen que emitir los medios de desinformación, para ir conformando nuestra manera “correcta” de pensar y actuar. Para mí, inicialmente, no se trataba de nada trascendental, teniendo en cuenta la que nos está cayendo, pero después, poco a poco, fui dándole algo más de importancia al asunto porque, de ser cierta la noticia dejaba, en mi opinión, en muy mal lugar a nuestra sociedad.

Al grano, un locutor de informativos de una emisora de radio nos informaba, con cierta alegría y desparpajo, de que ya había llegado el “black fryday” y de que según un estudio sociológico ocho de cada diez españoles iba a comprar algo en estas fechas. Como es de suponer, ese denominado “viernes negro”, que con tanta facilidad se ha instalado entre nosotros, es una costumbre anglosajona de cuyo origen, en EE.UU., existen un par o tres versiones que no vienen al caso.

Siempre me ha llamado la atención la facilidad que tenemos en esta tierra nuestra de adoptar costumbres anglosajonas, buenas o malas, agudas o estúpidas, pero sobre todo extrañas a nosotros. Nos llegó el “Halloween” y lo adoptamos como si tal cosa, sustituyendo a nuestro tradicional “día de todos los Santos”, fecha en la que se recuerda y homenajea a todos los santos conocidos y desconocidos. Fue el papa Gregorio IV, en el año 835, el que eligió ese día con un mucha vista, porque casualmente coincidía con una fiesta pagana de los germanos. Es una fiesta que, independientemente de las ceremonias religiosas cristianas, también es muy popular y bulliciosa, sobre todo en Iberoamérica. Aquí, en España, también quedan algunas localidades que mantienen sus tradicionales festejos, pero se ha ido imponiendo el dichoso Halloween.

Todos los santos en Máxico

Lo del “black fryday”, además de ser otra costumbre anglosajona importada de carácter eminente comercial, es una burda incitación al consumo irracional. Las imágenes de gente amontonada en las entradas de los centros comerciales, dispuestas a pasar por encima de quien sea con tal de llegar primero a su objetivo, es penosa. Dice muy poco de ellos y de los que, a conciencia, les convocan a tal desenfreno consumista. No sé si realmente las ofertas serán tan interesantes y verdaderas como dicen, aunque más bien pienso que es un viernes, o unos días, promovidos para hacer caja y mejorar los balances de comercios y fabricantes, convirtiendo los números rojos en negros. Posiblemente sea, además, la ocasión adecuada para darle salida a los productos que van teniendo ya próxima la fecha de su obsolescencia programada, esa planificada muerte anunciada tan poco ecológica. En fin, una idea muy propia del típico capitalista de chistera y puro cubano, que verá con regocijo como excita los deseos consumistas del pueblo.

Lo más grave de todo esto es que ese ochenta por ciento de gente parece sucumbir a la tentación de “comprar algo”, sea lo que sea, porque está rebajado, lo necesites o no. Es la increíble cretinización de la sociedad, como la que vienen practicando buena parte de nuestros políticos, fielmente auxiliados por unos medios de adoctrinamiento social debidamente subvencionados con nuestro dinero, claro.

LA MAYORÍA Y LA RAZÓN

Por eso, cada vez me reafirmo más en que la razón y la mayoría son dos conceptos que tienen una correlación infrecuente. Se nos ha contado insistentemente, que nuestra “presunta democracia representativa” supone contar con un “gobierno del pueblo y por el pueblo”, un paso indudable que superó al ilustrado “gobierno para el pueblo, pero sin el pueblo”. También se nos vende, como si estuviéramos en el “black fryday”, que “la opinión de la mayoría”, en el caso de que la mayoría pueda tener opinión, coincide con la “opinión de la mayoría parlamentaria”, si es que la mayoría parlamentaria tiene una opinión, más allá del pensamiento oficial del partido dominante. Pero nada de eso es cierto, ni siquiera por aproximación.

La “razón” definida como “verdad o acierto en lo que una persona dice o hace”, no la tiene siempre la mayoría, sea parlamentaria o social. Por lo tanto, de la misma manera que me resisto a la tentación de comprar por que sí, cuando nos machacan con las insistentes y vulgares campañas de “black fryday”, me resisto a aceptar como razonable lo que creo que no lo es, por mucho que la mayoría social o parlamentaria diga lo contrario. Seguramente no me quedará otra que cumplir la norma promulgada de la que discrepe, pero no dejaré de manifestar mi oposición a ella, incluso me resistiré a su cumplimiento dentro de los límites que me permita la ley. No hay nada peor que claudicar al propósito de uniformar la opinión y dejarse alinear con la razón elegida desde el poder. Nada peor que dejar de pensar por sí mismo y contraponer civilizadamente puntos de vista y razones con otros.

El que la sana diversidad de opiniones, que debería existir en una sociedad no uniformada ni cretinizada, se mueva dentro los límites del respeto y del razonamiento lógico depende de una instrucción pública de calidad. Instrucción pública, como se llamaba en la II República a esa enseñanza, que debería lograr la capacitación adecuada del pueblo, para que todos podamos no solo saber cómo obtener información, que la tenemos a raudales, también saber analizar, contrastar, discriminar y sacar nuestras propias conclusiones. En definitiva, saber conformar “nuestra razón”, distinguirla de la mayoría social o parlamentaria y saber defenderla.

LA DEMOCRACIA Y SUS PROBLEMAS

De la misma manera, el que una democracia sea más o menos perfecta descansa, sobre todo, en la instrucción de los votantes. Mientras eso no se logre, por pereza institucional o por el interés de las élites, la democracia será solo nominal, no llegará a ser más que un sistema imperfecto de representación de un pueblo que votará cuando le digan que lo haga y lo que indiquen. En definitiva, no será una democracia, será una aburrida y tozuda partitocracia, un sistema demagógico. Por eso, en las actuales circunstancias, con el sistema educativo que tenemos y no nos merecemos y con unas élites que hacen y deshacen a capricho, estoy convencido de que ya navegamos en una demagogia y a la deriva.

Votar un día y dejar en manos ajenas todo lo referente la vida política de nuestra nación hasta dentro de cuatro años, es firmar un cheque en blanco a alguien de quien realmente desconocemos sus verdaderas intenciones y sus capacidades. Es lo que está ocurriendo actualmente en España, donde la mentira se ha convertido en un método de hacer política, donde el cinismo más macarra se ha instalado entre los políticos y donde el interesado y falso cambio de opinión se hace razón de Estado y debe ser tragado con ruedas de molino. Los políticos que dicen gobernarnos hoy se han distanciado de los verdaderos problemas de los ciudadanos en general y hasta de sus votantes, además se han instalado en los diversos centros de poder con desvergonzada vocación de permanencia. Su mayor deseo es evitar todo tipo de controles cuando gobiernan ellos y para eso no dudan en invadir o filtrar toda aquella institución u organismo que pueda significar un freno a su insaciable voracidad de poder, cuando no de riqueza.

En realidad, la deseable separación de poderes, tan necesaria en una democracia liberal como la nuestra (otro invento anglosajón), hace tiempo que era una entelequia. El ejecutivo es designado por el legislativo que, a su vez, es designado por los partidos a través de listas cerradas, que salen de los órganos directivos de unos partidos férreamente controlados por el líder que, además, es el jefe del ejecutivo. Es decir, un círculo de dependencia perfecto que se empieza a trazar desde el jefe del ejecutivo (líder del partido), un círculo que deja fuera de él casi cualquier control del ejecutivo. Solo cabría la posibilidad del control del Poder Judicial, pero éste ya fue relativizado desde que se promulgó la Ley del Poder Judicial de 1985, y ahora ha sido declarado objetivo prioritario del ejecutivo y la mayoría parlamentaria que lo mantiene. El otro control, independiente de los tres poderes anteriormente citados, el del Tribunal Constitucional, no les preocupa, ya ha sido prostituido de la manera más descarada.

UNA PARTIDA DE PÓKER RUINOSA

Una actitud políticamente pasiva de los ciudadanos, unida a la inexistencia de los controles al poder o la infiltración sistemática y sibilina en ellos, conducen a un verdadero suicidio social, a la demagogia y después a la tiranía. En esas estamos y se puede ver venir, con solo observar las actitudes cada vez más chulescas y prepotentes de los componentes del consejo de ministros y de sus más próximos colaboradores. ¿Esta situación es la que desearon los ciudadanos cuando votaron el 23 J? No lo sé, lo dudo sinceramente. Pero una vez emitido el voto no hay vuelta atrás en este sistema que admite la mentira y el fraude postelectoral. Un sistema que permite que un presidente de gobierno se mantenga en el cargo a costa de vulnerar torticeramente la Constitución, poner en serio riesgo la integridad territorial de la Nación y negar la igualdad de todos los españoles, para contentar los insaciables deseos de abyectos personajes que odian a España.

Pedro Sánchez está jugando una partida de póker con los peores villanos del casino y  está apostando con lo que no es suyo, algo que es de los españoles, a los que ha mentido en campaña electoral, porque nunca dijo que iba a amnistiar a los delincuentes que perpetraron un golpe de Estado, que iba a poner a los pies de los caballos a los jueces y fiscales que intervinieron en aquellas causas y a los que están llevando las aún pendientes, nunca dijo que su programa contenía el control de los jueces mediante comisiones parlamentarias, nunca hablo de la posibilidad de referéndum de autodeterminación.

Y ahora, a los que denunciamos todo esto, nos han convertido por arte de magia en fascistas furibundos, en unos rebeldes a los que tanto el ministro mejor despeinado, Bolaños, como el incalificable Marlaska, se han empeñado en silenciar con democrática censura, porra y gas lacrimógeno. Ver para creer.

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Luis Baile Roy

1 comentario en “VER PARA CREER”

  1. JOSE LUIS CASERO ECHEVERRI

    Gran verdad dices Luis!!!
    … la triste historia de por qué algunos españoles quieren dejar de serlo y a otros les da igual o les parece que no es un problema importante…
    Agravado por el cinismo de un Gobierno que les da alas con la espurea finalidad de seguir en el poder.

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